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Los hijos también nos educan

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Editora Cléofas - publicado el 22/12/15
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Cuántas lecciones de caridad, bondad, dulzura, pureza, naturalidad, espontaneidad, nos dan los niños…

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Una cosa es cierta: los padres son educados mediante la educación de los hijos. La razón es muy simple, nadie puede enseñar el bien sin vivirlo, no se puede hablar honestamente con el hijo, sin practicar esta virtud, y así sucesivamente.

No sólo en la exigencia de la práctica de las virtudes para poder educar bien, sino también en muchas otras cosas somos educados mientras educamos, y así, la familia se vuelve, también para los padres, una escuela de educación.

Al educar a los hijos notarás que no siempre todo sale bien, como la gente quiere, por lo que estamos obligados a ejercitar la paciencia, la tolerancia, la bondad, etc.

Muchas veces aprenderemos que es necesario esperar y tener fe. Aprendemos que el trabajo en equipo es mejor, que la perseverancia es fundamental para resolver cualquier problema.

Una vez uno de nuestros hijos, con sólo ocho años de edad nos dio una gran lección, sin decir nada.

Era nuestra costumbre rezar el rosario con ellos desde pequeños, y un día, antes de la oración, yo les conté que algunas personas rezaban el rosario en cruz, es decir, con los brazos abiertos y en horizontal, como penitencia. Les conté eso sin pretensión ninguna de que lo hicieran.

Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando el niño nos dijo: “pues hoy yo voy a rezar el rosario en cruz”. Y se quedó con los brazos abiertos durante más de veinte minutos hasta que todo terminó.

Por más que yo le insistí diciendo que ya estaba bien, que podía bajar los brazos, no lo logré convencer. Me quedé impresionado. Aprendí a respetar más al niño.

Otra vez tuve que pasar una noche en vela en el hospital con uno de ellos que estaba con una crisis aguda de bronquitis. Cuánta cosa se aprende cuando se pasa una noche en vela en el hospital…

Cuántas lecciones de caridad, bondad, dulzura, pureza, naturalidad, espontaneidad, nos dan los niños. No es en vano que Jesús dice que para entrar en el cielo tenemos que “hacernos como niños”.

Ellos nos dan grandes lecciones: no se preocupan con el día de mañana, viven intensamente el presente, confían en los demás con todo el corazón, no se dan a los lujos y caprichos de los adultos. No discriminan a las personas y se adaptan con facilidad a cualquier lugar.

Aprende con tus hijos.

 

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