Justo el pasado fin de semana, el Papa Francisco había pedido una solución al problema
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Apenas el domingo pasado el Papa Francisco había mostrado su preocupación por la emergencia que enfrentan casi 5,000 migrantes cubanos varados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua y ayer, en una sesión conjunta, los gobiernos de Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá, junto con México, anunciaron un plan piloto para su traslado humanitario.
El Papa había instado a los gobiernos del área a encontrar una solución urgente de los miles de cubanos que buscan su entrada legal a Estados Unidos, y que llegaron –la mayor parte de ellos—a Costa Rica desde Ecuador, no pudiendo seguir su viaje por la negativa del gobierno de Nicaragua a facilitarles el paso.
Un drama que necesita solución
Después del “Ángelus” dominical, el Papa subrayó que gran cantidad de los cubanos que enfrentan una situación de emergencia varados en Costa Rica eran víctimas del tráfico de personas. “Pido a los países de la región –dijo Francisco—que reanuden generosamente los esfuerzos para encontrar una rápida solución a este drama humanitario.”
La petición papal cayó en tierra fértil. Reunidos en la sede de la Cancillería, en la capital de Guatemala, autoridades migratorias de los países de la zona –excepto Nicaragua—acordaron iniciar la primera semana de enero próximo el ejercicio piloto de traslado de inmigrantes cubanos.
Abre un camino
Este ejercicio puede abrir camino a una solución multilateral al problema migratorio que enfrentan tanto Centroamérica, como El Caribe y México. Se trataría –según el comunicado emitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México—de “encontrar una solución colectiva de los países de origen, tránsito y destino que promueva el pleno respeto de los derechos humanos y reconozca su aportación (de los migrantes) al desarrollo de nuestros países.”
El traslado de migrantes cubanos será revisado en reuniones técnicas subsiguientes por las autoridades migratorias de los países involucrados en el acuerdo. Se trataría de enfrentar, de forma coordinada, el tráfico de migrantes y la trata de personas al mismo tiempo que sus causas estructurales y el incremento de flujos migratorios en la región.
Casi un “corredor humanitario”
El mes de noviembre pasado, con la aprobación de todos los obispos de Centroamérica y en su nombre, el Secretariado Episcopal de América Central, que encabeza el arzobispo de Panamá monseñor José Domingo Ulloa, había pedido la creación de un “corredor humanitario que permita el libre tránsito (…) de las personas de nacionalidad cubana que pretenden llegar a Estados Unidos con el fin de acogerse a los beneficios migratorios de la Ley de Ajuste Cubano, así como de otras medidas que garanticen la seguridad de estas personas.”
Quizá no sea la solución pedida por los obispos de la zona, y esperada por los cubanos que se agolpan en campamentos improvisados en espera de una solución diplomática y técnica a su destino, pero es un paso que puede resultar en beneficios posteriores y, más adelante, ser ayuda a muchos otros migrantes de los países de Centroamérica y El Caribe, la mayor parte de ellos con destino a Estados Unidos.