“¡Mañana seré católica!” Muy apreciada por los medios neoyorquinos, la ex-atea Kirsten Powers fue una de las principales voces del partido demócrata. Se convirtió el año pasado
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Muy querida por los medios de comunicación neoyorquinos, la abiertamente atea Kirsten Powers fue una las voces destacadas del Partido Demócrata. Tras descubrir la fe en Cristo, ha querido reordenar su vida de forma completamente diferente, según explica la revista alemana Pro.
A comienzos del pasado octubre, en un estudio de televisión de Manhattan, la periodista hizo un sorprendente anuncio a sus telespectadores: “¡Mañana seré católica!”. Era el último peso dentro de un camino espiritual que difícilmente podría haber sido más inusual.
Kirsten Powers nació en 1969 en Alaska. Aunque su familia pertenecía a la Iglesia Episcopal, ella no mostró ningún interés por la fe.
Durante sus estudios de Ciencias Políticas y Periodismo en la Universidad de Maryland, en la periferia de Washington, se construyó una visión del mundo completamente al margen de Dios. Entre 1992 y 1998 trabajó para el gobierno de Bill Clinton.
“En la Casa Blanca me rodeé de personas muy intelectuales que, si tenían sus creencias, no querían hablar de ellas”, explica Powers para la revista Christianity Today.
En Nueva York, donde luego trabajó para la compañía de AOL-Time Warner y finalmente para el Partido Demócrata como asesora de estrategia, vivía en un ambiente agresivamente ateo. La expresión de toda fe en Dios era objeto de burla y de un profundo rechazo.
Fue el amor lo que le dio un giro a su vida. Para su pareja ideal tenía una condición básica: “Que no fuera un creyente practicante”. Así que cuando comenzó a salir con un chico que le preguntó: “¿Tú crees que Jesús es tu Salvador?”, obviamente se sorprendió.
Su primer pensamiento fue: “¡Oh, no, otro que también está loco!”. Ya entendía por qué estaba intentando narrarle el Evangelio, la Pasión y la Resurrección de Cristo. Pero ella seguía convencida de que nunca podría creer en semejantes disparates.
Sin embargo, un nuevo sentimiento fue tomando forma gradualmente en su interior: “¿Y si fuera cierto? ¿Debería al menos considerar esta posibilidad?”.
Entonces se reunió con su compañero para asistir una celebración en una iglesia presbiteriana. “Lo que vi me pareció chocante y desagradable”. Había un grupo de música tocando algo… que más tarde descubrió que se trataba de canciones de alabanza. Luego llegó el momento de la homilía y quedó fascinada.
Estaban en la parroquia de Timothy Keller, un escritor mundialmente conocido, apologista del cristianismo y especialista en la pastoral para jóvenes urbanos sumidos en la posmodernidad.
“Su sermón tenía una estructura de gran precisión intelectual. Transmitía su amor por el arte, la historia y la filosofía”.
Kirsten Powers regresó a esta parroquia que había promovido Keller para detectar los puntos débiles de una visión totalmente descristianizada del mundo. Sólo cuando hablaban de Cristo la periodista demócrata recuperaba su escepticismo habitual.
A continuación comenzó a leer la Biblia. Ocho meses más tarde, llegó a la conclusión de que el cristianismo salía beneficiado de tantas reflexiones e interrogantes.
Luego, vivió una experiencia muy intensa durante un viaje a Taiwán cuando, en mitad de la noche “me desperté entre lo que parecía sueño y realidad”, explica. “Jesús vino a mí y me dijo: “Aquí estoy”, ¡y me pareció tan real!”.
A su regreso a Nueva York, se sentía desconcertada: “Sentía a Dios en todas partes y era algo angustiante. Creía que me estaba volviendo loca”.
Entonces participó en un grupo de oración con Eric Metaxas, un escritor cristiano atento a las almas perdidas de estos difíciles tiempos. Powers no recuerda cuál fue el tema de la reflexión.
Lo único que recuerda es que volvía a ser ella de nuevo: “Por fin reconocía que Dios es la única verdad. Sentí una paz indescriptible, tuve la sensación de estar viendo el mundo con unos ojos completamente diferentes”.
Sin embargo, por miedo a convertirse en uno de esos cristianos a los que ella encontraba ridículos, continuó intentando ignorar a Dios. “Pero eso no tenía ningún sentido. No importa donde fuera, Él ya estaba allí”.
Ni de izquierdas ni conservadora
Así, esta mujer de carrera bien trazada y llena de éxito descubre, con casi 40 años, que su rumbo viene trazado por la fe cristiana.
Su familia, sus amigos, sus colegas, ninguno entendía por qué de repente empezó a creer en Dios. “Mi mayor preocupación”, manifiesta, “era que los cristianos intentaran hacer de mí una partidaria del bando republicano”.
Sin embargo, Powers se ha mantenido fiel al Partido Demócrata y defiende su posición en programas de entrevistas y en la prensa. No obstante, no se ha convertido en lo que desde Europa podríamos entender como un “católico de izquierdas”.
Powers se posiciona abiertamente a favor de la protección de la vida desde la concepción. En su libro The silencing. How The left is killing Free Speech –que podríamos traducir como El silenciamiento. Cómo la izquierda está matando la libertad de expresión–, se adentra en una crítica a su propio grupo político, pero sin abandonarlo.
Desde este punto de vista denuncia la profunda intolerancia de muchos liberales de izquierda y sobre todo de un cierto tipo de feminismo que se erige como una auténtica policía del pensamiento.
De esta forma, el politólogo Charles Krauthammer, un icono para los republicanos, percibe en Kirstin Poderes una personalidad de izquierdas fiel a los principios que promulga y una de las más coherentes en sus juicios.
Se trata sin duda de una de las grandes conciencias católicas más destacables en Estados Unidos para los años venideros.