I’m Sorry
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Este minúsculo corazón es algo complicado.
Escuchamos una declaración de amor con Alanna Marie Boudreau, una declaración de disculpas, bellísima, acompañada de un dulce canto. Amar significa perdonar, olvidar, tener el valor de reconocer los errores personales.
Sólo que, a veces, frente a ciertas heridas parece no ser suficiente ni siquiera la belleza y la extraordinaria voz de una joven muchacha como Alanna.
Existen, de hecho, dinámicas de las que no se puede volver fácilmente; a este respecto me vienen en mente las palabras del sacerdote Giovanni Marini, franciscano, de uno de sus excelentes cursos, llevado a cabo en Asís desde hace más de 20 años, (puedes consultar la página: www.fratisog.it) sobre algunos puntos que define: Los núcleos de muerte de la pareja para indicar las dinámicas que pueden llevar al desgaste de una relación, sin darse cuenta.
“Si pudiera atrasar el reloj un día”:
Si estamos a tiempo, podemos releer nuestra relación a través de estos, que pueden ser errores fatales:
La relación no “de igual a igual”:
En la pareja los dos deben poder estar uno frente al otro. A menudo el “peso específico” psicológico de uno de los dos varía notablemente. Es necesario colmar las diferencias.
Relación simbiótica:
Uno de los dos se anula por el otro, rechaza pensar o tomar decisiones.
Egoísmo de pareja:
La pareja se aleja de todos, quitando cualquier vínculo de amistad. Se muere de aburrimiento.
No se corta el cordón umbilical:
No se corta el cordón umbilical con la familia. Se depende psíquicamente de ella y se satisfacen sus expectativas. La pareja es amada a medias.
Relaciones sexuales prematuras:
“El destino de la sexualidad es el amor”, Freud.
Comunicación contradictoria de doble vínculo:
En la comunicación se envían a la pareja dos mensajes contradictorios en donde el primero niega al segundo. Se cae en la falsedad. La relación se vuelve pesada y sofocante. Precisamente no se entiende y no se sabe por qué.
No hay autoconocimiento y amor propio:
Quien no se ama a sí mismo, no es capaz de amar al otro: le faltan los parámetros fundamentales del amor. Desgraciadamente nadie se ama en plenitud a sí mismo si no se le ayuda a escoger a favor de su propio bien. Quien no se ama es egoísta. El amor debe crecer ordenadamente. Primero tenemos que embriagarnos de “amor agradecido” para que luego llegue “el amor generoso”.
Amor esponsal unido al paterno y materno:
Es necesario cuidar la relación conyugal: es malo hacer de madre o de padre de la persona con la que se establece la relación esponsal.
Síndrome de “mujeres que aman demasiado”:
Si se proviene de una familia “devastada” muy fácilmente se confunde el amor con un estrés psicológico. Una pareja serena y tranquila no suscita interés: hay personas que buscan a uno que sacuda, suscite emociones fuertes, reproponga situaciones pasionales.
Consagración como refugio-fuga en lo religioso:
Expresión de inmadurez, que frente a las dificultades y al cansancio de amar, sueña con otra situación ideal donde todo transcurre tranquilamente y no se necesita un esfuerzo para ser felices.
No se procesa el fantasma del otro y otra:
Cuando se ha vivido una historia intensa de amor, que ha sido larga, no es fácil erradicarla del corazón. Se corre el riesgo de “leer” a la nueva pareja con el filtro de la anterior, y el amor no se coagula hasta lograr una profunda complicidad. Antes de emprender una nueva historia de amor, es necesario haber curado la memoria.
Complejo de omnipotencia-megalomanía:
Persona inmadura que lee la realidad con criterios “infantiles” y se escandaliza si la pareja no ve la realidad de la misma manera.
Demasiado trabajo:
Cuando la persona “se aliena en las obras de sus manos” descuidando invertir energías para hacer crecer el amor. Lo mejor de sí se invierte en otro lado.
Trauma de un estado de abandono:
Por traumas anteriores una de las parejas exaspera al otro poniéndolo continuamente a prueba en situaciones imposibles de verificar cada vez que no es abandonado.
Mentiras desestabilizadoras:
“Vuestra caridad sea sin fingimiento…” (Rm 12,9).
Relación idólatra:
Se exige de la pareja la satisfacción de todas las necesidades, como si fuera Dios. Los dos deben sostenerse en una paternidad que, en el fondo, es sólo la trascendente.
Silencio de cobertura:
Se le ocultan a la pareja aspectos importantes de la propia personalidad, marcada por traumas y heridas no resueltas. Se tiene miedo de acceder a un pasado que duele.
Emociones y sentimientos fluctuantes, distancia entre la psique y el cuerpo:
No es una representación realista psíquica de la propia corporeidad y distancia de ésta. Se busca “la isla de la felicidad” fuera del cuerpo. Realidad completamente inconsciente, nos vuelve incapaces de cultivar relaciones sólidas y perjudica la madurez en las elecciones definitivas.
Escenificación y dramatización:
Modalidad adolescente de enfatizar situaciones para gozar de emociones fuertes.
Estructura neurótica de la personalidad:
Categorías mentales rígidas. El niño y el adolescente continúan hablando y actuando en el adulto. Se es incapaz de relaciones estables y decisiones definitivas.
El sacerdote Marini, en 40 años de experiencia de ayuda a las parejas en dificultad, sostiene que es suficiente uno sólo de estos puntos para deteriorar una relación. Hemos ilustrado una pequeña parte de un discurso muy profundo y complejo.
Creo que es importante subrayar la necesidad de volverse expertos en la vida afectiva, porque es en la vida afectiva que el hombre se juega el éxito de su experiencia, su plena realización. Aprender a pedir perdón es decisivo. Saber por qué pedimos perdón es necesario.
Por Costanza d’Ardia