Los Montes Azules, una de las reservas de biodiversidad más grandes de México
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El viaje apostólico del Papa Francisco le llevará a San Cristóbal de Las Casas, su parada obligada en las colinas centrales del estado de Chiapas. Y aunque Francisco no podrá visitarla, a una hora de esta vibrante ciudad –sin duda, la capital cultural del sureste mexicano- está la entrada a un paraíso natural excepcionalmente exuberante: la Selva Lacandona, la más grande de toda Mesoamérica y América del Norte.
Es, de hecho, una de las pocas en las que, gracias a su extensión –y a pesar de haber sufrido cierto daño recientemente, debido a la agricultura ilegal- los jaguares, pumas y ocelotes no sólo sobreviven sino que, además, prosperan.
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Biodiversidad y arqueología, en un solo viaje
En el corazón de la Selva Lacandona se encuentra una reserva de biodiversidad única en el continente. Los Montes Azules, como son conocidos, concentran 1500 tipos de árboles y plantas diferentes, 340 especies de las aves de México (incluidas águilas, loros y tucanes), 25% de sus especies animales y 44% del total de especies de mariposas mesoamericanas diurnas, que se reúnen alrededor de la impresionante laguna Miramar, cuyo intenso color turquesa es inusual en aguas lacustres.
Pero, además, la Selva Lacandona es también la cuna de la civilización maya.
De hecho, fue aquí en donde florecieron los más importantes centros urbanos mayas del período clásico, incluyendo los sitios arqueológicos de Palenque, Yaxchilan y Bonampak. Y si bien algunas de ellas aún permanecen escondidas bajo la vegetación, esperando ser redescubiertas, muchas de ellas pueden ser admiradas en su actual esplendor en cualquiera de las rutas de senderismo y ecoturismo que están al alcance de los visitantes.
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