El paso central hacia el ecumenismo: excluir toda forma de proselitismo entre los cristianos
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Parecería como una ocurrencia, algo así como: “Ya que vamos a estar por allá, por qué no nos vemos”. Pero la reunión del Patriarca de los ortodoxos rusos, Kiril y el Papa no es una mera casualidad. El fondo de la reunión, la declaración conjunta y varios aspectos simbólicos muestran una preparación cuidadosa y largamente meditada.
Empezando por lo simbólico: reunirse en un lugar lejano para ambos, en Cuba, un país amigo de Rusia, donde la Iglesia Católica es muy débil, manda un mensaje. Nos reunimos en un lugar neutral, sin buscar ventajas de ninguna clase. No nos dirigimos con nuestros títulos. Somos hermanos y no lo necesitamos.
Y, extraordinariamente significativo, el obsequio del Papa al Patriarca. La reliquia de San Cirilo. Kiril, en ruso. Porque los santos Cirilo y Metodio son los que convirtieron a los pueblos eslavos hace más de 1200 años. Más que ello, son los que logran uno de los mejores ejemplos de inculturación de los valores nacionales y cristianos, los de los eslavos y los cristianos. Pero más allá; Cirilo y Metodio generan las bases de la cultura eslava. Documentan la gramática de las lenguas eslavas y crean su alfabeto, el alfabeto cirílico, que hasta el día de hoy se usa en el ruso y otras lenguas eslavas. No es exagerado verlos como los padres de los pueblos eslavos y de su cristiandad.
La declaración conjunta, breve: no más de tres páginas, apenas 30 párrafos. Su contenido, muy bien preparado con anterioridad. De inmediato estuvo disponible en seis idiomas. El énfasis, en lo que nos une. La solicitud por los pobres. La familia y sus valores, como camino de santidad. El respeto por la vida. Nuestra historia común, nuestra misión de predicar. Y también la persecución: los setenta años de ateísmo militante en la URSS y la persecución anual en los territorios en donde predicaron los primeros cristianos, sobre todo San Pablo.
Y los llamados: a la unidad, a la paz, en concreto en Medio Oriente y en Ucrania. Un fuerte llamado a los jóvenes para que inviertan sus talentos, como Dios lo quiere. Y, para mi gusto, el paso central hacia el ecumenismo: excluir toda forma de proselitismo entre nosotros, reconociendo que somos lo mismo ante Dios. Y todo ello envuelto en el mayor de los valores: el amor a María Santísima.
Un día de alegría. Un día de reunión que habrá hecho sonreír a nuestro Señor Jesucristo y todo el Cielo. Y no en último lugar a nuestro querido San Juan Pablo II, quien tanto insistió que nuestra Iglesia tiene que respirar con sus dos pulmones: la Iglesia de Oriente (la Iglesia Ortodoxa, la Copta, los Armenios, los Maronitas, los Melquitas y otras) así como la Iglesia de Occidente (la iglesia católica romana y otras confesiones cristianas occidentales).
Una gran alegría para este Papa y para todos nosotros. Una excelente apertura para esta visita a nuestra Patria. Un motivo más para estar felices, como si nos hiciera falta.