Diseñado por Antonio Canova a inicios del siglo XIX, es el paradigma de la arquitectura neoclásica
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En la cima de una colina en Possagno, en la provincia véneta de Treviso, este templo dedicado a la Santísima Trinidad recuerda, inequívocamente, al Panteón de Agripa.
Sin embargo, para la mirada atenta, el llamado Tempio Canoviano ofrece varias sorpresas. Mientras diseñaba el templo entre los años 1804 y 1818, Antonio Canova –reconocido unánimemente como el más grande de los artistas neoclásicos- procuró integrar tres distintas inspiraciones para construir un edificio que funcionara como el paradigma de la arquitectura neoclásica. No en vano el artista tardó más de una década en terminar el diseño.
Tres en uno.
Las dimensiones y el diseño del pórtico guardan las proporciones exactas de la arquitectura griega clásica del siglo V AC; y si bien el domo es típicamente romano, el ábside del templo recuerda claramente a la arquitectura cristiana temprana, estrictamente románica. Así, al unir estas tres influencias (griega, romana y cristiana primitiva) en un solo edificio, Canova definió el alma neoclásica como una encrucijada entre el barroco y el renacimiento, pero evitando tanto el dramatismo del primero como la artificialidad del segundo. La unión de estos tres estilos en un único templo alude, además, a la Santísima Trinidad, a quien el edificio está dedicado: tres personas, un solo Dios.
Asunto de familia
Sin embargo, la historia tiene un lado trágico. Canova, concentrado en su anhelo de diseñar un templo perfecto, no pudo verlo terminado: tardó quizá demasiado tiempo en el diseño. La construcción comenzó en 1819, pero el artista murió en 1822, faltando aún ocho años para su culminación. Toda Italia guardó luto, y a los honores celebrados en Roma asistieron representantes de varias casas reales de Europa. A partir de entonces, su medio-hermano, Giovanni Battista Sartori, se hizo cargo de la obra. Cuenta la historia que, al momento de su muerte, el rostro de Canova se iluminó, mientras repetía una y otra vez “anima bella e pura“.
Los restos de ambos hermanos reposan en este templo, aunque el corazón de Antonio fue trasladado, en una urna de oro, a la Basílica de Santa María dei Frari, en Venecia. A los lados del sarcófago en el Tempio Canoviano se encuentran bustos tanto de Canova como de Sartori, junto a una esfera de bronce con la marca de la mano del primero, simbolizando la huella que el artista dejó en la historia universal de las artes y, más explícitamente, en el movimiento neoclásico.