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Las personas con discapacidad son una riqueza para la sociedad

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Jules Germain - publicado el 29/02/16
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Diputados alemanes firman una vibrante defensa de la vida y de la dignidad de todas las personas

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Diputados alemanes se posicionan claramente en defensa de la vida de todas las personas, enfermas o no, más productivas o menos: se trata de una intervención que inspirará (tal vez) a todos los políticos.

Las personas con discapacidades y las más vulnerables no deben ser ocultadas como si fueran una enfermedad vergonzosa, deben formar parte central, visible y accesible de la sociedad.

Es en su relación con las personas más indefensas cuando una sociedad demuestra su valía, su fuerza y su riqueza, y de ningún modo a través de criterios de competencia o productividad que no aportan nada al sentido que damos a nuestras acciones.

Las personas discapacitadas son una fuente de riqueza para la sociedad.

El político del alemán Frank Heinrich, del partido democristiano CDU, es miembro en el parlamento alemán del Comité de Derechos Humanos y ayuda humanitaria.

Acaba de publicar, según recogen nuestros colegas de la revista pro Magazin, el libro Ich lebe! Ein Plädoyer für das Leben (¡Vivo! Una plegaria por la vida), en colaboración con Uwe Heimowski.

Este libro, presentado a la opinión pública el jueves 25 de febrero en Berlín, recoge una llamada a la protección de la vida y de la dignidad del ser humano.

En él resuenan los testimonios de esas familias que viven junto a niños enfermos o discapacitados. El libro se alza como la proclamación de un enorme “sí”en favor de la dignidad de todas las personas.

Las palabras de las Iglesias deben continuar vertebrando la sociedad

El diputado Heinrich destaca toda la riqueza que ha podido recibir al conocer a personas con alguna discapacidad.

Con la publicación de este libro, el que fuera director del Ejército de Salvación de la localidad de Chemnitz, busca cuestionar la imagen que ofrecen los medios de comunicación y los políticos de la discapacidad en la sociedad alemana.

“No intenta quedarse en la abstracción y los juicios de valor, sino que trata de dar una imagen fidedigna y verídica de la situación”.

El coautor del libro, Uwe Heimowski, también ha convivido muy de cerca con personas discapacitadas: la esposa de este padre de cinco hijos dio a luz a una niña “especial”. “No debemos permitir que nazca un bebé así”, le habían aconsejado los médicos cuando al feto le fue diagnosticado síndrome de Turner, una enfermedad cromosómica.

Los padres se negaron categóricamente a abortar y la pequeña llegó al mundo sin complicaciones.

El lugar de los niños con autismo

Bettina Klöckner, una madre de niños con la que contactó el diputado Heinrich, narra el día a día de la madre de un niño que padece autismo.

“Muy a menudo, es el mismo entorno el que no es capaz de concebir que una persona no pueda responder convenientemente a las normas”. Siguiendo únicamente el criterio del rendimiento económico o social, no se puede acoger como es debido a todas las vidas humanas.

No obstante, su hijo debería tener el derecho “de ser como es”. Tiene derecho a la vida, a una vida plena y en la que pueda formar parte de la sociedad como cualquier otro.

Antes o después, la vulnerabilidad nos llega a todos

En el prólogo del libro, el diputado Hubert Hüppe hace hincapié en que la discriminación y la humillación, a menudo involuntarias, afectan a todas las personas con discapacidades y a las que padecen enfermedades crónicas.

“Se trata de destacar la dimensión cristiana de la atención a la vida. Cuando la vida es frágil, hay que seguir diciendo Sí”.

Sin embargo, según continúa Hüppe, la mayoría de nosotros nunca ha convivido con personas vulnerables o discapacitadas, porque la sociedad las oculta, se deshace de ellas, no establece los medios que favorezcan el encuentro con ellas, ya que así sería aún más difícil que todo el mundo se ajustara a las normas de competencia y productividad que se extienden por doquier.

Hay que comprender, señala Hüppe, que las personas con trisomía no sufren casi nada a causa de su enfermedad, sino básicamente por la dificultad que tienen los demás de entrar en contacto con ellas.

Por tanto, es necesaria una sociedad que ponga en el centro a las personas con discapacidades y que no les conviertan en una enfermedad vergonzosa.

El diputado ve también un gran peligro en la voluntad de determinar “a partir de cuándo una persona merece vivir o morir. Toda persona tiene su dignidad, todas las personas tienen su valor, sólo por el hecho de ser personas”.

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