Que tus hijos sean más felices con lo que tienen y lo agradezcan es menos complicado de lo que parece
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¿Cómo enseñar a los hijos a agradecer y a no protestar? El ser humano tiende, naturalmente, a ser materialista y egoísta – y esto también incluye a los niños. Pero al mismo tiempo, tenemos el libre arbitrio y la capacidad de remodelarnos: en esa tarea de toda la vida, la gratitud es una base sólida y efectiva para ser mejores – ¡y felices!
¿Cómo enseñar la gratitud a los niños?
Diez consejos para enseñar a los hijos a agradecer y a no protestar
¡Sorprende a tus hijos!
Las sorpresas ayudan a los niños a ver las cosas como un regalo, no como un derecho. Cuando tenemos muchas opciones, queremos siempre saber si no habría alguna opción mejor.
Por ejemplo: discusión sobre dónde pasar las vacaciones: cada uno tiene una idea “mejor” que el otro y nadie se conforma con la decisión. Termina con esa conversación. Una semana después, anuncia una gran sorpresa: “¡Vamos a conocer el parque nacional X!”. ¡Muestra tu plan de camping en el parque nacional y entusiásmalos! (Si no te gusta ni el camping ni el campo, cámbialo por una playa o por otro destino).
Habla sobre los mejores momentos de tu día.
Busca tiempo, todos los días, para hablar de personas, hechos y cosas que despiertan tu gratitud. Puede ser durante la comida, antes de dormir o cuando manejas. Pregunta a tus hijos: “¿Cuál ha sido el mejor momento de tu día?”.
Para los hijos mayores intenta mantener un “diario de gratitud”: pídeles que digan el nombre de cinco personas, hechos o cosas por las que se sienten agradecidos. ¡Tendrán una visión más positiva de la vida!
Cuenta tu historia a tus hijos.
Hay muchas historias familiares que hablan de dificultades y de perseverancia: tus padres, abuelos, bisabuelos, ciertamente pasaron por desafíos que vale la pena contar a tus hijos.
¿No sabes mucho sobre el pasado de tu familia? Entonces lleva a los niños a visitar algún lugar histórico que recuerde episodios de lucha y sacrificio por el bien del país y del pueblo. Volverán a casa más agradecidos.
Incentiva a tus hijos a ayudar a alguien que no “necesita” caridad.
Está claro que es muy bueno para los niños participar en acciones caritativas organizadas por grupos de la comunidad, pero estos eventos sólo tienen lugar algunas veces al año, y ustedes raramente se encuentran a las personas beneficiadas.
¿Que tal pensar en alguien que forma parte de tu vida de todos los días y a quien tus hijos pueden ayudar regularmente, aunque esa persona no necesite caridad? ¿Por ejemplo, una vecina anciana que pueden hacer feliz al recibir visitas o ayuda en casa?
Concéntrate en lo positivo durante todo el día. Y se olviden de protestar
Para enseñarles a ser no protestar, di a tus hijos varias veces al día que “la actitud es una elección”. Mantener una actitud positiva puede ser la regla número 1 en casa: es un esfuerzo diario para combatir las lamentaciones, las caras serias y las reclamaciones, mirando siempre lo positivo. Incluso las frases más habituales pueden ser formuladas de manera más positiva: “Tengo sed”, por ejemplo, puede ser “¿Vamos tomar un refresco juntos?”.
Agradecer empieza por ti. Dí un “gracias” completo.
Sé explícito para enseñarles a agradecer. Para ello puedes darles el motivo de su gratitud: “Papá, gracias por la comida”; “Mamá, gracias por llevarme al colegio”. Incentiva a tus hijos a dar las gracias a los profesores por las clases, a los entrenadores por el futbol o por la natación, a los camareros por el servicio. Y da ejemplo: ¿cuántas veces al día tu mismo dices “gracias”? ¿Has dicho ya a tus hijos hoy cuántas cosas te hacen sentir agradecido?
Enséñales que “es mejor dar que recibir”.
Incluso los más pequeños pueden comprar regalos a los demás: llévalos a tiendas baratas y diles que elijan regalos para sus amiguitos pero sin comprar nada para ellos. ¡Es difícil! Pero es un buen aprendizaje.
Busca tiempo para que hagan pequeñas tareas domésticas.
Puede ser difícil tener tiempo para hagan tareas domésticas, pero si nunca ayudan a hacer nada en casa, simplemente no entenderán lo que significa administrar un hogar: pensarán que la ropa limpia sale de los cajones y que los platos se lavan solos.
Distribuye pequeñas tareas apropiadas para cada edad, aunque sean sólo 5 o 10 minutos por día. Algunas tareas más largas pueden quedar para el fin de semana, como ayudar en el jardín, la limpieza del cuarto de baño o cambiar la ropa de cama.
Deja que los mayores cuiden de los pequeños.
Confiar algunas responsabilidades a los niños más mayores en relación a sus hermanos pequeños les ayudará a tener una actitud de gratitud hacia los padres. Los niños en edad escolar pueden leer cuentos a los pequeños o ayudarles a vestirse, por ejemplo.
Además del sentido de responsabilidad, los hijos mayores ganarán autoconfianza – ¡sin mencionar que la relación que construyan con los hermanos durará toda la vida!
Regálales experiencias, no sólo cosas.
¿Tienen demasiados juguetes? ¿Que tal regalarles una matrícula en clase de música, o una inscripción a un torneo de futbol, o una acampada? Estos regalos incentivan las relaciones en vez del materialismo.
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