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¿La homeopatía cura?

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Vicente Jara - publicado el 31/03/16
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En general la homeopatía es solamente agua en cápsulas

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La homeopatía es una de las llamadas medicinas alternativas, si bien es mejor decir de ella que no es una medicina: es una falsa medicina. Se basa en principios o postulados no científicos, irracionales y puramente mágicos, no habiendo superado ningún experimento ni control científico.

Los inicios

A finales del siglo XVIII la medicina, en cuanto al conocimiento de las causas de muchas enfermedades, así como de sus terapias más adecuadas, no tenía aún un gran desarrollo.

Ciertamente que se podían hacer cirugías, incluso se hacían disecciones de manera habitual desde hacía ya un par de siglos y se conocía bien el sistema anatómico, huesos y músculos, o los órganos individuales, e incluso se disponía de un amplio recetario de hierbas y remedios con mayor o menor acervo experimental, entre otros conocimientos.

Sin embargo, aún no sabíamos muy bien el origen de muchas enfermedades. No olvidemos que aún faltaban varias décadas para que apareciera Louis Pasteur y su aporte en microbiología e infecciones, y surgieran vacunas para la diarrea intestinal, la rabia, el tétano, la peste, etc.

¿Qué se hacía a finales del siglo XVIII en multitud de ocasiones? la verdad es que barbaridades a los ojos actuales de la ciencia ante muchas patologías: se aplicaban purgantes, sangrías, vomitivos, a veces dejando a la gente tan débil y agotada, que muchas veces empeoraban al quedar más vulnerables ante los agentes infecciosos, que aún no se conocían.

Ante esta situación un médico, Samuel Hahnemann, lo que hizo fue dejar la medicina, cuyos resultados no veía lograran curación en tantos pacientes, y ocupó su tiempo como traductor de obras médicas.

En esta tarea dio con un libro que hacía un comentario sobre la quinina, el libro de William Cullen.

Primer postulado erróneo: “lo similar cura lo similar”

Hahnemann, realizando algunas pruebas con quinina se dio cuenta de que tomando un poco de ella, algunos síntomas de la fiebre palúdica las sentía él.

Esto le llevó a pensar que si el remedio de la enfermedad le producía los mismos efectos que la enfermedad, quizás, tomando compuesto para enfermar en cualquier situación médica de un paciente, llevaría al paciente a curarse.

O sea, que si un compuesto te hace caer enfermo, debes de tomar más de ese compuesto.

Algo así de raro queda expresado con la primera ley de la homeopatía, que dice: “lo similar cura lo similar”. A esto se le llama la ley de la similitud. Corría el año 1796.

Lo interesante aquí es que esta supuesta ley es de origen mágico. Expliquemos esto: el médico, alquimista y astrólogo Paracelso, en el siglo XVI, donde la ciencia médica aún estaba muy mezclada con aportes de la magia y la superstición, si bien logró algunos avances interesantes y serios, expuso otras conclusiones sumamente irracionales y basadas en astrología, y fue quien ya dejó dicho aquello de que “lo parejo cura lo parejo”.

Recordamos que la ciencia médica no funciona así. Lo que se hace en ciencia y en ensayo de laboratorio, ya sea sobre cultivos, en animales o especies similares a la humana, cuando hablamos de medicina para las personas, es probar posibles medicinas, diferentes compuestos, junto con el estudio de los mecanismos bioquímicos en los órganos, en el sistema, en las células, ya sean sanas o enfermas.

Y con respecto a los síntomas no importa que el síntoma sobre el sujeto sea similar (homeopatía), distinto (alopatía), o contrario (antipatía), o incluso con un origen igual (isopatía), como ocurre con el propio agente patológico (las vacunas).

Lo que importa es el efecto producido, tanto primario como secundario, y todo de manera objetiva.

Segundo postulado erróneo: “a cada persona, su propia medicina”

Pero además considera que el agente externo o medicina, o el remedio, es independiente del sujeto, porque otro principio de la homeopatía es que “cada persona es distinta”, así que lo que para una funciona para otra no tiene por qué hacerlo. Se cae así en una total subjetividad que todo lo puede amparar.

Este absurdo, pues bioquímicamente los seres humanos somos sumamente similares, no conduce a que cada persona ante un mismo virus o bacteria necesite una cura diferente.

Las diferencias entre personas, que pueden tener sentido en aspectos como la alimentación o la dieta, el nivel de elementos químicos en la sangre y la regulación de sus niveles, no ha de llevar a situaciones de desigualdad a la hora de la curación ante la casi totalidad de los agentes patógenos.

No podemos aplicar la subjetividad de la homeopatía a la realidad. Es una trampa usada por los homeópatas.

Este principio les lleva a decir que no se puede investigar ni controlar mediante experimentos la homeopatía, porque depende de la persona, y es más, dicen que depende de la relación del paciente con el homeópata, lo cual les lleva a negar cualquier control experimental sobre ella.

Tercer postulado erróneo: “el principio de división continua”

Otro principio de la homeopatía es “el principio de división continua”: en la época del surgimiento de la homeopatía se consideraba el agua como un continuo, es decir, que se podía dividir y dividir tantas veces como se quisiera, y que si poníamos un principio activo en agua, podía disolverse en todas y cada una de la partes, de tal forma que siempre estaría en el agua.

Por eso, si hacemos una disolución, supongamos, unos gramos de principio activo “curativo” en agua, por ejemplo, un litro de agua, y cogemos la décima parte solamente, y 9 partes las tiramos, se suponía que en esa décima parte tendríamos principio activo.

Si rellenamos las 9 partes con agua solamente, solo agua, y lo mezclamos y lo sacudimos bien, todo mezclado, y cogemos de nuevo una sola parte, se suponía que seguía habiendo principio activo en toda esa parte.

Si esto lo hacemos 20 veces, o 30 veces, 100 veces, o las que sean, se suponía que siempre habría principio activo en el total mezclado.

La verdad es otra distinta. Llega un momento en que no hay ya moléculas del principio activo. Esto se debe al número de Avogadro, que es la cantidad de moléculas que hay en un mol y que es de algo más de 6 por 10 elevado a la 23.

O sea, que si hacemos la operación de antes de coger décimas partes y rellenar con agua el resto retirado, unas 25 veces, ya no hay ninguna molécula de principio activo en el agua, y sólo tendremos, agua, nada más que agua.

Notemos que la homeopatía no es la fitoterapia, que es el uso de plantas medicinales o principios tomados de plantas y árboles, para usos curativos, siguiendo más o menos los procedimientos científicos. En la homeopatía ya no existe ningún principio activo.

Esto, la desaparición del principio por la continuada dilución, que no se sabía en la época de Hahneman, se descubrió por Amadeo Avogadro en el siglo XIX, en los inicios, y el cálculo primero del valor del Número de Avogadro fue dado 100 años más tarde, por Jean Perrin.

O sea, que hoy la ciencia ha demolido también el principio de la disolución siempre existente del principio activo.

 

Cuarto postulado erróneo: “lo menos es más”

Pero hay más. Los homeópatas dicen que cuanto más disuelto, más efecto logra el compuesto activo. Pero esto no tiene sentido. Tendrá que ser al revés, cuanto más principio activo, más acción realizará.

Pues nada, dicen que no. Afirman que a menor cantidad, más dinamizador es el principio activo. Y ello de nuevo sin pruebas, y contrariamente a cualquier rasgo de sentido común.

La mayoría de los compuestos homeopáticos son algo así como si en todos los océanos de la Tierra se echara una pizca de principio activo, pongamos, una cucharada de una sal cualquiera, se removieran todos y ustedes tomaran una pastilla, una cápsula de eso.

Y con esto pretenden curar desde el catarro al cáncer.

Se han hecho experimentos a los remedios de la homeopatía para distinguir disoluciones homeopáticas y ver si eran igual al simple agua, y en ningún caso se ha podido encontrar la diferencia entre las dos, porque no la hay, esa es la razón.

La homeopatía, al sobrepasar siempre el Número de Avogadro, no deja ninguna molécula ya, ni una sola, en el compuesto; es solo agua.

Ciertamente que algunos productos homeopáticos sí contienen principios activos al ser solo diluidos unas 100 veces, sin sobrepasar el límite de Avogadro, y esos sí pueden ser entonces suficiente principio activo, saltándose las reglas de la homeopatía ellos mismos, que llevan a la máxima disolución para así potenciar al máximo el principio activo.

Pero claro, aunque no se sobrepasara ese límite, al diluir y diluir, cada vez hay menos principio activo, si es que ese principio activo vale para curar lo que pretende, que esa es otra. Pero en general la homeopatía es solamente agua en cápsulas.

No obstante, si hoy en día la química ha mostrado a los homeópatas que no hay compuesto ya en lo que ofrecen, ¿por qué siguen dando sus remedios acuosos?

Ahora los homeópatas, arrinconados por la verdad de la ciencia química, han sacado otro nuevo principio o postulado.

Quinto postulado erróneo: “el agua tiene memoria”

Sí, han leído bien. Los homeópatas, en su delirio de magia dicen que el agua tiene memoria y recuerda que una vez estuvo en contacto con aquel compuesto, aunque ahora ya no esté.

Lo absurdo de esto es que si eso fuera así, cualquier molécula de agua recordaría que estuvo en un lago o en otro, que fue bebida por una persona enferma o no, que estuvo en contacto con múltiples compuestos químicos en ciertas alcantarillas, que fue bebida por alguna rata, o una vaca, que estuvo en alguna vejiga, o que estuvo en contacto con venenos… todo lo recordaría.

De forma que cualquier vaso de agua, en cada una de sus moléculas tendría memoria de todo con lo que ha estado en contacto con ella durante millones de años, o sea, que podríamos curarnos de cualquier enfermedad bebiendo un vaso de agua, pues posiblemente estuvo en contacto con cualquier sustancia.

Y esto es absurdo, luego el principio de la memoria del agua es otra estrambótica idea propia de un embustero embaucador.

Conclusión

La homeopatía no ha sido capaz de demostrar por medios objetivos una efectividad específica, es decir, mayor que la del efecto placebo (curación transitoria por sugestión, condicionamientos psicológicos, o por respuesta propia corporal…).

Cuando los experimentos son controlados, repetidos, amplios en pacientes y se someten al control y al contraste entre ofrecer o no medicina a los pacientes, la homeopatía no ha superado para ninguna enfermedad los resultados que dan el no administrar remedio o medicina alguna.

Es decir, tomar homeopatía es como no tomar nada, o simplemente beber agua en una cápsula o compuesto que se disuelve en el estómago.

BIBLIOGRAFÍA
+ Vicente Jara. “Homeopatía. Programa de Radio María del 8-octubre-2011”. [https://onedrive.live.com/?id=84D8816D68DE99AC%213375&cid=84D8816D68DE99AC]
+ Vicente Jara. “La homeopatía y su intrusión en la medicina. Programa de Radio María del 28-diciembre-2013”. [https://onedrive.live.com/?id=84D8816D68DE99AC%213375&cid=84D8816D68DE99AC]
+ Luis Santamaría. “Info-RIES. Boletín nº 420” [http://info-ries.blogspot.com.es/2016/03/boletin-info-ries-n-420.html]

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