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El relato de Irena, salvadora de más de dos mil quinientos niños judíos del gueto de Varsovia
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Quizá pocos sepan que la “lista de Sendler” comprende más del doble que la ya mundialmente famosa “lista de Schindler”.
Mientras que en la lista de Oskar Schindler aparece el nombre de unas mil cien personas, Irena Sendler salvó a más de dos mil quinientos niños judíos del gueto de Varsovia.
Por salvar la vida de otros casi pierde la suya…
Tres milagros
El 20 de octubre de 1943 la Gestapo irrumpe en el domicilio de Irena Sendler y efectúa un exhaustivo registro.
En ese momento llevaba consigo la lista con los nombres de todos los niños judíos rescatados del gueto de Varsovia.
En medio de la angustia y la incertidumbre logra mantenerse serena y suceden tres milagros. Este es su propio relato:
“…Antes de abrir la puerta, entregué la lista a Janka. Entraron once agentes, que hicieron un registro de tres horas: levantaron los suelos y acuchillaron los colchones. Durante todo ese tiempo, Janka Grabowska escondió la lista bajo las axilas; llevaba una bata muy amplia, con unas anchas mangas que lo escondían todo…”.
“Ese día sucedieron tres milagros. El primero, que no descubrieron la “lista”; los niños estaban a salvo.
El segundo: ese día tenía en casa una considerable cantidad de dinero para ayudar a otras personas, con sus direcciones y partidas de nacimiento, auténticas y falsificadas. Todo eso estaba escondido debajo de mi cama, que se derrumbó durante el registro. Como los alemanes estaban tan ocupados registrando los armarios y los colchones no miraron debajo de la cama.
El tercer milagro sucedió durante el viaje a la Aleja Schuja: en el bolsillo de la chaqueta tenía una lista de los niños a los que tenía que llevar dinero al día siguiente.
Conseguí romper el papel en pequeños pedazos y tirarlos por la ventana, que no estaba del todo cerrada. Eran las seis de la mañana y los alemanes estaban medio dormidos”.
Torturada por su fidelidad
Para todo residente de Varsovia, el nombre de Aleja Schuja inspiraba un sentimiento de horror y espanto. Allí justamente se encontraba el cuartel general de la Gestapo. Un lugar donde se interrogaba, se torturaba y se padecían sufrimientos inenarrables.
“Los alemanes sabían que existía una organización secreta que salvaba judíos; pero no conocían detalles, ni su nombre ni su sede. Me prometieron dejarme en libertad si lo delataba”.
Irena Sendler no habló ni delató a nadie. Las consecuencias de estas torturas las llevó durante toda su vida: le fracturaron las piernas y los pies.
Al borde de la muerte
De allí fue trasladada a la prisión Pawiak lo que significaba una condena a muerte.
Todas las mañanas se abrían las puertas de esta prisión para llevarse a personas que nunca más regresaban.
Sin embargo la organización Zegota (“Consejo de ayuda a los judíos”) procuró rescatarla a cualquier precio:
“Yo era la única que sabía dónde estaba la lista de los niños salvados”.
Un soldado de las SS fue sobornado por un puñado de dólares para que la dejara en libertad y solo la “ejecutó” sobre el papel.
Cuando la Gestapo tomó conocimiento de esto el soldado fue destinado al frente del Este.
La paz en la cárcel
En la prisión de Pawiak, en medio del sufrimiento y de la desolación, encuentra la paz. Pues allí dejada sobre un colchón hay una estampa con la frase: Jezu ufam Tobie (Jesús en ti confío). La imagen que hoy todos conocemos de Jesús misericordioso.
Conservará esta estampa hasta el año 1979, con ocasión del primer viaje a Polonia de san Juan Pablo II, a quien se la enviará.
El 25 de octubre de 2003 san Juan Pablo II le escribe una carta donde destaca “sus actos, extraordinariamente valientes, durante la ocupación alemana cuando, sin tener en cuenta su propia seguridad, salvó muchos niños de morir”.
En 1965 fue nombrada “Justa entre las naciones” por el comité de Yad Vashem. Falleció el 12 de mayo de 2008, a los 98 años de edad.
El encomillado del relato personal de Irena Sendler se encuentra en el libro Cristianos contra Hitler de José M. García Pelegrin.