También llamada “Iglesia de la Resurrección de Cristo”, es además un museo estatal que rememora el asesinato del zar Alejandro II.
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Aunque su nombre oficial es “Iglesia de la Resurrección de Cristo”, esta catedral, ubicada en el corazón de San Petersburgo, es mejor conocida como “Catedral del Salvador Sobre la Sangre Derramada”. Este nombre, contrario a lo que se podría pensar de buenas a primeras, no alude a la Crucifixión de Cristo sino al asesinato del zar Alejandro II.
El 13 de marzo de 1881 el zar se dirigía, como cada domingo, al Cuartel de la Manege para supervisar los regimientos de la Guardia de Infantería de Reserva y la Guardia Cazaminas. El coche en el que viajaba el zar era un regalo de Napoleón III de Francia, e iba flanqueado por seis cosacos, y un séptimo a la izquierda del chofer. El camino era el de siempre: a través del Canal de Catalina y el Puente Pévchesky, flanqueado por aceras estrechas de lado y lado. En una de ellas, envuelto en un abrigo negro, caminaba el joven revolucionario Nikolái Rysakov.
Rysakov arrojó una bomba al carruaje del zar, matando a uno de los cosacos e hiriendo al chofer y a la gente que se agolpaba para ver al zar pasar. Él mismo salió herido, y fue capturado de inmediato. El zar no sufrió ninguna herida: el carruaje está hecho con un revestimiento blindado.
El jefe de la policía, Dvorzhitsky, instó al zar a abandonar la zona inmediatamente. Alejandro II aceptó, pero insistió en salir del carruaje para asistir primero a los heridos por el atentado. Es el momento en el que Ignati Grinevitski, militante del movimiento Narodnaya Volya (“Voluntad Popular”) arroja una segunda bomba que, esta vez, sí alcanza al zar, destruyéndole ambas piernas. Alejandro fue trasladado en un trineo hasta el Palacio de Invierno, dejando un rastro de sangre en el camino. A pesar de los esfuerzos de sus doctores, el zar ha perdido ya demasiada sangre, y fallece.
Su hijo, Alejandro III, construye entonces esta iglesia en el lugar del atentado, ubicando el altar justo en el sitio en el que se derramara la sangre de su padre, en el cruce entre el Canal Griboedov y el Parque Mikhailovskij. Su clásica arquitectura rusa es, además, el hogar de una de las colecciones de mosaicos más impresionantes de Europa, que se extiende por más de 7500 metros cuadrados dentro de la catedral, representando escenas no sólo bíblicas sino de la historia de las monarquías zaristas rusas.