Dos físicos teóricos plantean una teoría, basada en un modelo cuántico del universo, que descarta la teoría del Big Bang propuesta por el Jesuita Georges Lemaître.
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Generalmente, la comunidad científica admite como un dato “duro” que el universo tiene aproximadamente catorce billones de años de edad. En el inicio, teóricamente se plantea que todo lo existente estaba concentrado en un punto infinitamente denso. Es lo que se llama “singularidad”, y es un presupuesto teórico que se desprende de las matemáticas de la relatividad general.
El problema con las matemáticas de la relatividad general, de acuerdo a algunos científicos, es que puede dar cuenta de qué sucedió inmediatamente después, y no durante o antes, de esa “singularidad”. Es decir, que este modelo matemático sólo puede explicar teóricamente el momento en el que la “singularidad” comienza a expandirse: es lo que el sacerdote Jesuita Georges Lemaître, astrofísico y amigo personal de Einstein, llamó “el Big Bang”, dos años antes de que Edwin Hubble publicase su artículo a propósito de la expansión del universo.
Pero ahora, dos astrofísicos de la universidad de Lethbridge en Alberta, Canadá, procuran romper la barrera de la singularidad planteada por la teoría del Big Bang. En palabras de Ahmed Farag Ali, uno de los autores del reciente estudio, junto a Saurya Das, “la singularidad es el problema más serio de toda la teoría de la relatividad general porque las leyes de la física parecen romperse al llegar a ella”.
Así, han procurado resolver el problema de la singularidad del Big Bang planteando un modelo del universo más cercano al que ya tenía Aristóteles: un universo sin inicio ni fin, basado en las contribuciones de David Bohm, el físico teórico y filósofo de la física que planteó la existencia de las trayectorias cuánticas y la gravedad cuántica.
¿Suena complicado? La explicación sencilla es la siguiente: las trayectorias de la teoría general de la relatividad suelen encontrarse unas a otras en algún punto. Esos encuentros, en geodésica, se llaman “singularidades”. Las trayectorias cuánticas no se encuentran, y por consiguiente, no existe la necesidad de plantear ninguna “singularidad”.
En todo caso, el artículo original, publicado por Phys.org, tiene más detalles que pueden aclarar (u oscurecer) el panorama. Puede consultarlo (en inglés) haciendo clic aquí.