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Impresionantes fotos: Galería vaticana de los mapas

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Elizabeth Lev - publicado el 17/05/16
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Los turistas a veces se pierden este tesoro apresurando su llegada a la Capilla Sixtina

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Los visitantes de los Museos Vaticanos son susceptibles de experimentar una curiosa ilusión. Tras una largo paseo entre antigüedades y tapices, muchos llegan a la entrada de la Galería de los Mapas Geográficos, se detienen abruptamente (a menudo bloqueando la puerta), sacan rápidamente las cámaras y se preguntan deslumbrados: ¿esta es la Capilla Sixtina?.

Ahora este “Síndrome de la Galería de los Mapas” va con rumbo de alcanzar niveles epidémicos después de la restauración que se completó el 23 de abril, que supuso cuatro años de soluciones cuidadosas y creativas a problemas que variaban desde frescos desprendidos hasta pigmentos reducidos a polvo.

Financiada por California Patrons of the Vatican Museums, mecenas artístico de los Museos Vaticanos, la revitalizada galería arrebata el aliento.

Cualquiera deduciría que el mecenas original de la galería, el papa Gregorio XIII, estaría encantado de saber que su contribución a la colección aún deja boquiabiertos a los sofisticados visitantes modernos, aún más teniendo en cuenta que el próximo umbral lleva nada menos que a la Capilla Sixtina.

La Galería de los Mapas Geográficos fue una auténtica hazaña papal, debido a su tamaño, su ingenio, su estilo y la velocidad de su creación.

Con sus 120 metros ya es más larga que un campo de fútbol y aun así los magníficos frescos articulan el espacio con un ritmo elegante.

El espacio en sí fue diseñado por Ottaviano Mascherino para el papa Gregorio XIII, que quería unir su nuevo observatorio astronómico, la Torre de los Vientos, con el palacio apostólico, para que así sus invitados pudieran caminar entre mapas terrestres antes de escalar para observar los cielos.

Durante el Renacimiento, los mapas solían adornar los muros de los palacios de poder.

El ambicioso mappamondo de Ambrogio Lorenzetti llegó a presidir el ayuntamiento de Siena y los Duques de Medici cubrieron el santuario de su Palazzo Vecchio con mapas de todo el mundo conocido en la década de 1570.

Más tarde, el cosmógrafo de los Medici, Egnazio Danti O.P., fue reclutado por el papa Gregorio para la galería vaticana.

Estos mapas vaticanos se centraban únicamente en Italia, dividida en 40 regiones políticas que ocupaban todo lo largo del corredor. Con un tamaño de 4’5 por 4’8 metros, ofrecen un panorama como de Cinemascope de cada territorio, al tiempo que destacan encantadores detalles.

Los mapas usan una perspectiva a vista de pájaro y cuesta un poco recordar que este “Google Earth” se realizó sin satélites ni fotografía aérea, lo que enfatiza aún más la destreza de los creadores.

Unas delicadas pizcas de blanco y breves pinceladas de sombras dan la impresión de un relieve topográfico.

Ciudades, pueblos e incluso caseríos están pintados con una precisión asombrosa y, después de una inspección más cuidada, encontramos incidentes históricos acontecidos en cada zona.

Por aquí, Aníbal y sus elefantes aparecen representados derrotando a los romanos a las afueras de Piacenza; más allá, una corte papal que regresa de Aviñón en atareada procesión, tanto por tierra como a lo largo del Ródano.

Egnazio Danti no se dedicaba solamente a la maestría del espacio durante este periodo, también batallaba con la ordenación del tiempo.

Mientras supervisaba la producción de los mapas, también formaba parte de una comisión que desarrollaba un calendario gregoriano, lo cual daría una mayor precisión a la cronometría.

La galería fue ejecutada en tiempo récord, en tan sólo dos años, de 1580 a 1582, pintaron los mapas y confeccionaron la exuberante decoración de la bóveda.

Todo ello fue posible gracias al equipo de decoradores liderado por Girolamo Muziano, que contaba con Cesare Nebbia y Paul y Matthijs Brill entre los principales pintores de paisajes.

La velocidad de la reciente restauración también ha sido notable –cuatro años–, a pesar de unas graves cuestiones estructurales y unos desafíos siempre cambiantes.

La rapidez de la restauración debe mucho al trabajo en equipo de una veintena de jóvenes restauradores, liderados por la maestra Maria Putska y el maestro Francesco Prantera, que también mapearon nuevo territorio artístico usando sólo productos naturales en el proyecto y desarrollando creativas soluciones de limpieza, como una especie de pegamento elaborado con un alga japonesa para preservar el pigmento original.

Y una vez explicado el procedimiento, pasamos a describir el deslumbramiento. El efecto que causan estos mapas, con un verde esmeralda suspendido contra un suelo lapislázuli, es ensalzado por los grandes ventanales de ambos lados.

Vemos el cielo, la tierra y el mar, todo a la vez, como si flotáramos por encima de la gran península italiana.

Las quietas masas de tierra dan paso a la bulliciosa decoración de la bóveda. Un estuco dorado encuadra coloridos diseños grotescos y falsos relieves con escenas bíblicas, mientras que unas aves indígenas se posan en las cercanías.

La efusividad vertiginosa de la decoración se desvanece en torno a la serie de paneles narrativos por encima de los mapas.

Cada escena relata un milagro famoso que tuvo lugar en correspondiente el mapa inferior.

Algunos se centran en apariciones y sacramentos: santa Clara deteniendo un asedio en Asís con la hostia consagrada, san Miguel apareciéndose en el monte Gargano en Puglia.

Otros narran la cristianización de Italia: san Pablo convirtiendo a Publius en Malta antes de partir para Roma, en un extremo de la galería, y la visión y conversión de Constantino en el otro.

De este modo, la galería de mapas sirve para ilustrar tanto los logros del ser humano a la hora de ordenar el espacio y el tiempo de su mundo natural, como la tendencia ocasional de Dios a trabucarlo todo.

Por un lado, este programa cuidadosamente concertado es el precursor de la fácil combinación de lo temporal y lo divino del Barroco; por otro lado, también es una gran publicidad para Italia, ya que tiene más santos y milagros por kilómetro cuadrado que ningún otro lugar del mundo.

Los mapas del papa Gregorio muestran una Italia hermosa, poderosa y unificada, no políticamente (eso no llegaría hasta 1870), pero aun así dibujada en unión bajo el estandarte católico.

Puede que el Papa no fuera el gobernante de todo aquello que cartografió, pero fue el líder espiritual de esta península donde Dios ha derramado tantísimo favor.

Como la mayoría del arte en el Vaticano, la Galería de los Mapas ofrece a los visitantes igual cantidad de deleite que de oportunidad para la reflexión.

Por desgracia, la mayoría de los seis millones de visitantes anuales, una vez corregida su confusión con respecto a la sala en la que están, normalmente se apresuran a través del pasillo hasta la línea de llegada en la Capilla Sixtina.

¿Quiere un consejo? Deje que el gentío corra a la Capilla Sixtina. Disfrute de un paseo sin prisas por la galería de mapas, a través de sus maravillosas tierras, admire su historia, su belleza y sus ejemplos de santidad.

Como todo buen viaje, el gusto está en saborear bien el camino y no en precipitarse hacia el final.

Por Elizabeth Lev, historiadora de arte, y profesora de historia del arte Barroco y Renacentista en la Duquesne University en Italia.

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