Un recorrido por los mensajes transmitidos en las apariciones de la Virgen en Argentina, recientemente aprobadas por el obispo localSon mensajes extremadamente actuales y pertinentes con la modernidad y la crisis de fe en la Iglesia los que la Virgen del Rosario de San Nicolás en Argentina ha confiado a la vidente Gladys Quiroga de Motta entre el 25 de septiembre de 1983 y el 11 de noviembre de 1990. 1804 mensajes que Virgen ha pedido que se hagan públicos. Recientemente, la diócesis de San Nicolás de los Arroyos, dirigida por el obispo Hector Cardelli, ha creado un portal donde los mensajes son clasificados de forma cronológica y temática.
Se puede comprobar la precisión con la que la Virgen ha querido manifestarse a la vidente, la cual, a diferencia de otros videntes de la historia reciente y pasada, nunca se dejó ver en público y siempre se ha ocultado. Pero los mensajes se remiten a Fátima y a Lourdes, que son citados a menudo. Y la Virgen explica que “en todos los lugares del mundo donde he dado mensajes, parece que se haya predicado en los cementerios, no se ha dado la respuesta que quería el Señor. Por esto tu pueblo ha sido elegido, predica para que tus hermanos respondan a la llamada del Señor, nuestro Dios”, dijo en enero de 1984.
Significativo también el modo con el que se dispuso la estatua que desde ese día es venerada en San Nicolás. Una forma que no puede dejar de recordar otra importante profecía de la modernidad. El 27 de noviembre de 1983, la vidente pide a la misteriosa señora qué debe hacer. La Virgen le responde que vaya a recuperar una estatua que yace olvidada dentro de la torre del campanario de la Catedral de San Nicolás.
La vidente lo hace y se descubre que se trata de una estatua que representa a la Virgen con el niño y el Rosario, que fue bendecida en el siglo XIX por el Papa León XIII con ocasión de la fundación de la catedral de la ciudad. El mismo León XIII, cuyo sueño premonitorio sobre el diablo liberado de sus cadenas durante cien años representa aún hoy una de las profecías más misteriosas de la historia reciente.
Pero la Virgen habla a la vidente de todos los males modernos y pide sacrificios, reparaciones y conversión: aborto, divorcio, odio, falta de fe. El 15 de septiembre de 1989 enumera los que son “mis dolores: ateísmo, falta de caridad, los niños que no nacen, las incomprensiones en las familias, el gran egoísmo de muchos de mis hijos en el mundo, corazones cerrados al Amor de la Madre”, mientras que el 10 de febrero de 1986 pide novenas por la unión de las familias “porque en estos días los divorcios se están difundiendo de manera alarmante”.
Pero las palabras de la Virgen no deben ser “motivo de pena”, como deja dicho el 4 de febrero de 1984, porque “debéis estar convencidos de que el futuro será mejor que el presente”. Mientras que los mensajes de 2005 no han sido aún publicados, los de 1983 al 1990 han sido publicados todos menos uno. Se remonta a 1984 y se refiere, según el diario El Clarín, a la Argentina, que “atravesará situaciones graves hasta que llegará el momento en el que el Señor la protegerá”.
La mayor parte de los mensajes hablan del Mal en el mundo y de las penas sufridas por la Iglesia. “Los que no obedezcan tendrán el peso de su culpa, el Señor no tolera la maldad que viene del enemigo”. Pero – dice el 8 de agosto de 1984 – nada puede destruir la obra de Dios porque sobre Dios no hay ningún poder, nada puede destruir a la Iglesia pues la Iglesia es el mismo Cristo y Cristo es la verdad”.
Palabras de consuelo llegan cuando invita a no lamentarse “cuando pasareis momentos de dolor, porque sin dolor no podéis reparar, hay que aceptarlo como ofrenda al Señor por vuestras culpas”. Y liga estas reparaciones a la Misa, donde “mi hijo está presente con todo su amor, Cristo estará presente con vosotros y vosotros con Él, esto se vive en la Misa, para esto sirve la Misa”.
El 5 de febrero de 1985 se habla del misterio de la iniquidad: la vidente tiene una visión.
Ve enormes monstruos que vienen hacia ella: “Son horribles, algunos parecen dinosaurios y otros parecen personas, pero muy feas, con orejas y cabeza grandes. Cuando llegan muy cerca de mí, aparece una muralla celeste que se interpone entre mi y los monstruos. Poco después la Virgen me dice: “Estos monstruos representan al Maligno, que quiere atacar a la Iglesia, y la muralla es mi manto protector”.
El ataque a la Iglesia es prefigurado también el 1 de noviembre de 1986, solemnidad de todos los santos: “Hija mía – dice -: tengo un gran dolor al ver con qué crueldad es atacada la Iglesia, yo estoy luchando para salvarla. Mi corazón en este tiempo está difundiendo amor”.
Concepto repetido el 9 de noviembre del año siguiente, cuando al pedir una novena por la Santa Iglesia se dice que “Está sufriendo una horrible persecución”, pero que “resplandecerá en el futuro como la más resplandeciente de las estrellas”. Mensaje que la Virgen pide “dar a conocer”.
Dirigiéndose a la misma Gladys, el 12 de junio de 1987 explica que “ateísmo y persecución se extienden por la debilidad espiritual de tus hermanos”. Pero “la acción misericordiosa del Señor es tan grande que llegará, pero todo debe resolverse en la oración y en la reparación. No cesaré de decir a mis hijos: dejad de ofender a Dios”.
El 24 de noviembre se vuelve a hablar de divorcio: “Cometen un gravísimo pecado, un atentado contra Dios, porque (el matrimonio ndr) es un vínculo indisoluble”. Enseguida se dirige a Gladys rezando por las criaturas que no nacen, que no logran ver la luz del día. Son tantos los abortos, son tantos los atentados contra la vida que pertenece sólo a Dios”.
Que la Misa debe ser más valorada es un concepto reafirmado también el 15 de septiembre de 1984: “Un buen cristiano debe sentirse obligado a participar en la Santa Cena, en la Misa diaria o por lo menos una vez a la semana. En este momento lo que mi adorado hijo nos transmite es el amor del Padre y la Salvación eterna, donde es él quien se ofrece por nosotros” porque – añade el 9 de junio de 1985 – “en la santa Misa no se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo simbólicamente, sino que Jesucristo está presente y se ofrece de verdad”. Dos meses después, el 3 de agosto, reafirma: “Quiero que vayáis y participéis en la Misa porque en ella os alimentaréis con el Pan de Vida, que no os alcanzará ninguna pestilencia que venga de fuera, porque Jesús la destruirá”.
Con ocasión de la solemnidad de la Virgen de Lourdes en 1990, en uno de los últimos mensajes hasta ahora publicados, la Virgen invita a “rezar, reparar y confiar. Benditos los que encuentran en la oración un refugio para sus almas, los que reparan las graves ofensas que son infligidas a mi hijo y que confían en el amor de Madre”. Después promete: “Todos los que confíen en Dios y en María, se salvarán” y pide que se predique. De hecho, pocos días antes había advertido que “los que no obedecen a la Madre sufrirán los dolores de la muerte, en cambio los que la acojan (la Madre ndr.) gozarán de los beneficios de la vida”.