Un proyecto editorial reúne las diecisiete cartas de amor que el monarca enviase a la que habría de convertirse en su segunda esposa, “la de los mil días”.
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Enrique VIII bien podría ser el soberano más conocido de Inglaterra, no sólo por haber roto con Roma creando una iglesia nacional, por desarrollar una política que bien podría decirse definió los grandes trazos del panorama británico durante al menos 500 años, por haber unificado Inglaterra y Gales, o por haber enviado al martirio a Tomás Moro: Enrique VIII es más conocido, popularmente, fuera de Inglaterra, por sus seis esposas.
El primero de sus matrimonios fue con Catalina de Aragón, la hija menor de los reyes Católicos y madre de María, la futura “Bloody Mary”, reina de Inglaterra. El segundo, con Ana Bolena. El tercero, con Juane Seymour, con quien se casaría once días después de la decapitación de Bolena. El cuarto, con Ana de Cléveris, con quien no llegaría a consumar el matrimonio. El quinto, con Catherine Howard, quien también sería ejecutada, al saberse de sus amoríos antes y durante el matrimonio con el monarca. El sexto, con Catalina Parr, que duraría cuatro años, hasta la muerte del rey, en enero de 1547.
Que un personaje con un corazón, digámoslo así, tan flexible, fuese capaz de escribir cartas de amor a la que se convirtiese en su segunda esposa, no deja de sorprender. Sin embargo, el lector no debería esperar ningún tipo de poesía encumbrada, ni demasiadas dulzuras. Por el contrario, se tratan de testimonios de un hombre bastante torpe a la hora de expresar sus sentimientos. En una de las cartas, por ejemplo, el rey le explica a su amada que le envía un cervatillo “muerto la noche pasada de mi propia mano” esperando que, cuando se lo coma, piense en él.
Si bien no contamos con las respuestas que Bolena escribiría a Enrique VIII, los originales de las cartas del monarca, hasta ahora cuidadosamente conservadas en los archivos del Vaticano, han sido publicadas por la Editorial Confluencias recientemente. De las diecisiete cartas conservadas, ocho están escritas en francés y nueve en inglés. Si quiere leer algunos fragmentos de las cartas, puede hacer clic aquí para acceder a la nota original de Ángeles López para La Razón.