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Las aventuras y desventuras del misionero que se disfrazó de samurai

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L'Osservatore Romano - publicado el 09/06/16
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Descubierta en Japón la tumba de un singular jesuita italiano

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Había llegado a Japón ilegalmente desde Manila en 1708. Se había disfrazado de samurai – uno de nos muchos trucos que los misioneros cristianos utilizaban para evitar ser reconocidos – y deambulaba por los campos alrededor de Kagoshima, al mismo puerto al que llegó Francisco Javier, cuando un campesino, al no entender su idioma, le denunció a las autoridades, desenmascarándolo.

Estamos hablando del jesuita Giovanni Battista Sidotti, muerto en 1714, uno de los últimos misioneros cristianos que actuó bajo el shogunado Tokugawa y cuyos restos han sido identificados hace poco por las autoridades del barrio Bunkyo de Tokio, que el pasado mes de abril anunciaron su descubrimiento.

Los investigadores del Museo nacional de la Naturaleza y de las Ciencias han llevado a cabo los análisis del DNA, además de un análisis antropológico, y concluyeron que los restos pertenecían a un varón de mediana edad, de 170 cm de alto e italiano. Sobre la base de semejanzas físicas y otras pruebas de tipo documental establecieron que se trataba del misionero siciliano.

Akio Tanigawa, profesor de arqueología en la Universidad Waseda, que dirigió el equipo de investigación, cuenta que las autoridades de Tokio anunciaron su descubrimiento basado en tests forenses de tres series de hallazgos excavados en julio de 2014, en el lugar donde una vez estaba la “residencia de los cristianos”, es decir, el lugar donde se encerraba a los que descubrían practicando el culto extranjero. Como es bien sabido, el Japón de entonces prohibía la práctica del culto cristiano.

– ¿Cómo se han descubierto los restos?

Tanigawa: En el lugar de la excavación se levantaba el dormitorio de los empleados de una empresa, que hace dos años fue demolido para construir un edificio de apartamentos. En ese momento, los restos, que se encontraban solo un metro bajo tierra, salieron a la luz. Junto a los restos de Sidotti se encontraron los de dos japoneses, un hombre y una mujer, es decir, las personas que se encargaban de atenderle durante su “estancia” en la residencia. Sidotti, durante su permanencia en Edo, consiguió convertir a la pareja al cristianismo. Y esto fue lo que llevó a las autoridades a condenarle.

– ¿Cómo cambió su condición después de esta conversión de sus guardianes?

Fue inmediatamente transferido a una celda de aislamiento, donde la cantidad y la calidad de sus raciones de comida cambió drasticamente. Sidotti murió de inanición poco después.

Si los japoneses conocen ahora a Sidotti, ello se debe sobre todo a un libro, escrito por Arai Hakuseki, una de las personas con las que tuvo más contacto.

Arai Hakuseki, nacido en 1657 y muerto en 1725, estudioso y hombre político, consejero del shogunado Tokugawa, publicó sus conversaciones con el misionero italiano en un trabajo suyo titulado Seiyo Kibun. En este texto, Hakuseki describe varios aspectos del mundo occidental. En particular, los dos discutían mucho sobre temas científicos, astronomía y física, pero también de religión. Hakuseki estaba muy interesado en el cristianesimo, pero discutía sobre él en términos estrictamente racionales, lógicos, y por esto no comprendía sus fundamentos.

– ¿En qué medida la presencia de Sidotti en Edo ha contribuido a la apertura de Japón a la cultura occidental?

Por ejemplo, después de su muerte se retomó la traducción de libros de ciencia y astronomía occidental, no los religiosos obviamente, pero incluso sólo este hecho es indicativo de la influencia que tuvieron esas conversaciones entre Sidotti y Hakuseki a la hora de modificar la actitud del shogunado, en un sentido menos integrista, hacia la cultura europea.

En la “residencia cristiana” de Edo resulta que sólo dos personas estuvieron en ella, y son dos italianos, Giovanni Sidotti y Giuseppe Chiara.

Chiara es famoso sobre todo porque fue tomado como modelo por Shusaku Endo en su novela Silencio, donde se describen las dificultades de los primeros misioneros y fieles cristianos en Japón precisamente durante el periodo Edo que va de 1603 a 1867. Sin embargo, Chiara tuvo una vida muy larga, murió a los 84 años, respecto a los 47 de Sidotti.

– De los restos de Sidotti ¿se esperan nuevos descubrimientos?

Estamos analizando sus restos para entender de qué se componía su dieta, y dado que hemos reconstruido con la tecnología 3D toda la masa craneal, cuya parte izquierda faltaba completamente, quizás en el futuro podremos también reconstruir su rostro.

Por Cristian Martini Grimaldi. Artículo traducido al español por Aleteia

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