En la catedral de París cada primer viernes de mes
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Los primeros viernes de mes, los caballeros del Santo Sepulcro, guardianes de la reliquia, presentan la Sagrada Corona de espinas a la veneración de los fieles llegados a París del mundo entero.
Llegó a Francia gracias a san Luis, quien la aceptó de Baduino II de Courtenay, emperador latino de Bizancio. Fue el 12 de agosto de 1239 cuando entró en París.
El mismo san Luis, vestido con una simple túnica, llevó por primera vez la santa reliquia a la catedral de Notre Dame.
Así ha sido conservada durante 500 años en la santa capilla construida por el rey, que quiso un joyero a la altura de la santa corona.
Un viaje que acaba en París
Durante la revolución francesa, salió de su relicario de cristal para ser conservada primero en la abadía de Saint-Denis y después en la Biblioteca nacional.
Finalmente fue confiada, en 1804, con otras reliquias, al arzobispo de París. Y se entregaron al tesoro de la catedral el 10 de agosto de 1806.
Desde 1896, la santa corona se conserva en un tubo de cristal y de oro cubierto de una montura calada que representa una rama de zizyphus o Spina Christi, arbusto que sirvió a la coronación de espinas.