El científico admiraba mucho al religioso, hasta el punto de haberse inspirado en su concepto de armonía de las proporciones
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El pensamiento renacentista de la naturaleza divina de la geometría, de la armonía inscrita en el diseño del Creador surge del célebre manuscrito De Divina Proportione de Luca Parioli (fraile franciscano del siglo XV), ilustrado por Leonardo.
El apreciado volumen, del que existen solo dos ejemplares conservados en Milán y Ginebra, fue reproducido en un facsímil de colección por una institución italiana.
Dios y la matemática
“Luca Pacioli, que era un fraile franciscano – explica Andrea Lonardo, director del departamento de catequesis de la diócesis de Roma – junto al humanismo, compartía la idea de que había una proporción, una armonía en el mundo. Uno de los versículos bíblicos más citados del libro es Sabiduría 11,20, donde se dice que Dios lo hizo todo con medida, proporción, orden… Y por tanto, intenta buscar a Dios en la belleza de las cosas, también en la matemática”.
La naturaleza divina del “5”
Pacioli expone diversos motivos para explicar la naturaleza “divina” de la proporción. Como Dios, esa no puede ser definida con seguridad, en cuanto irracional; como Dios, está siempre presente de manera invisible; como Dios, es una, única, invariable. Pacioli, citando el Timeo de Platón, pone en primer plano la necesidad de la sagrada proporción que une los cinco cuerpos platónicos. El “5” se eleva a cifra de ascendencia “divina” en su libro, en cuanto que la naturaleza se considera compuesta por 5 elementos elegidos por Dios y que bastan para dar cuenta de todo lo creado (tierra, agua, aire, fuego y quinta essentia, es decir, virtud celeste) (Carla Glori en http://www.foglidarte.it, abril 2013)
El vínculo con Leonardo
En este contexto se desenvuelve la amistad entre Pacioli y Leonardo. “Los dos – prosigue Lonardo – vivieron juntos más de cinco años, viajando, trasladándose de corte a corte, e intercambiaban informaciones … Hay en De Divina Proporzione ilustraciones de Leonardo de los 59 poliedros, que son construcciones que intentan imaginar una forma geométrica que está detrás de las cosas; hay un alfabeto escrito en formas geométricas … detrás está precisamente esta idea del orden, de la armonía, de la paz, de la belleza de lo que existe”.
El hombre de Vitruvio
Como no no se puede dejar de pensar en el célebre hombre vitrubiano de Leonardo, datado en 1490, donde el más famoso artista y científico italiano diseña el “hombre bello”, con sus proporciones, la distancia entre las dos manos extendidas, la altura, la grandeza del pie: todo esto indica la máxima expresión de la armonía, una armonía que es frutto de esos cálculos matemáticos que están en la base del pensamiento de Pacioli.
La influencia de Pacioli
Escribe también Glori en el portal especializado Fogli d’Arte: “El encuentro entre el aristotélico Leonardo y Fray Pacioli, portador de un pensamiento en el que la cosmología platonica se mezcla con la geometría euclidea fue crucial y conllevó influencias a nivel científico y matemático sobre Leonardo”. Los dos compartían también otra pasión en común: el ajedrez (http://www.linkiesta.it, 5 marzo 2013).
El retrato misterioso
Pero el punto más alto de la misteriosa relación intelectual y humana entre el fraile y Leonardo se manifiesta a través de una obra de arte, muy enigmática: “Retrato de Luca Pacioli con alumno” conservada en el Museo de Capodimonte (Nápoles, Italia). El franciscano se vuelve tan famoso que merece un retrato, honor reservado a pocos. El cuadro, que nos lo muestra rodeado de figuras geométricas y mientras estudia a Euclides.
La documentación que poseemos sobre la obra permite ipotizzar que el autor de la obra, datada en 1495, es el propio Leonardo, y que junto a Pacioli se encuentra Galeazzo Sanseverino, amigo en común de los dos. Todo gira sobre un análisis criptográfico de la sigla IACO.BAR.VIGEN/NIS. P.1495, en la que estarían las letras que componen la sigla VINCI, y que se referiría al autor de la obra.