Para que tu matrimonio no sea nulo
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Cuando leí que el Papa Francisco dijo “una mayoría de matrimonios sacramentales son nulos” casi me caigo de espaldas al piso. ¡Yo tenía la misma hipótesis desde hace mucho tiempo! Trabajando en consejería familiar, cuando entrevistamos a matrimonios en crisis, y evaluamos cómo y por qué se casaron, descubrimos que muchas veces se tomaron al sacramento como una simple bendición, más como una costumbre social que una realidad sobrenatural. ¡Por eso muchas veces la Gracia Sacramental no actúa! ¡Es sencillamente porque no existe!
Ante la enorme cantidad de matrimonios en crisis, tendríamos que preguntarnos si realmente están casados “como Dios Manda”. Muchas veces, la respuesta a las crisis está allí, en la falta de comprensión cabal de los efectos del sacramento en los cónyuges y los hijos.
Otro de los problemas generalizados que provocan crisis matrimoniales es el desconocimiento que tienen uno del otro los cónyuges. Se conocen, se enamoran y se casan porque están enamorados. ¡Y cuándo se les pasa el enamoramiento, se quieren “descasar”! No se entienden, las mariposas en el estómago fueron brutalmente digeridas por la rutina y ahora no saben qué hacer con esa relación que no funciona de ningún modo.
Por eso, además de reforzar la catequesis matrimonial previa y posterior al matrimonio, los futuros esposo deberían tener entre si un diálogo que de algún modo prevenga y minimice el riesgo de estas crisis. Y, ¿qué preguntas deberían hacerse los futuros esposos para que este diálogo rinda frutos? ¿Sobre qué temas deben hablar?
10 temas de los que debes hablar antes de casarte (sino tu matrimonio podría ser nulo)
1. ¿Comprendemos realmente el don y el misterio que significa el sacramento del Matrimonio?
2. ¿Estamos realmente comprometidos?
Revisar nuestra voluntad de casarnos “para las duras y las maduras”. El noviazgo es el tiempo privilegiado de preparación próxima al matrimonio. Y tenemos que prepararnos para ser fieles, amar y respetar en la salud y en la enfermedad; en la prosperidad y en la adversidad, es decir, ¡Siempre! (o al menos hasta que la muerte nos separe). Esta voluntad de compromiso, este “para siempre” lo tenemos que proponer como tema de conversación en cuanto tomemos la decisión de casarnos. Después, cuando vengan las dificultades, (que vendrán) nos afirmaremos en esta primera decisión: “esta dificultad tenemos que resolverla, porque decidimos casarnos para siempre”.
3. ¿Cómo está nuestra amistad?
4. ¿Cuántos hijos querrías tener?
5. ¿Comprendemos lo que implica la sexualidad dentro del matrimonio?
6. ¿Cómo protegeremos a nuestro matrimonio de la infidelidad, la pornografía, etc.?
7. ¿Qué hacer con la familia política?
La frase que se repite en la Biblia al menos tres veces (en el Génesis, luego la dice Cristo y la repite Pablo en Efesios) es: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre”. La debida distancia, con el debido respeto de la familia política es la que va a ayudar a cimentar la paz conyugal. Tampoco quiere decir abandonar a los padres. “Ni tan calvo que se le vea el seso ni con tres pelucas”. En el medio está la virtud. Pero antes de casarnos tenemos que tener en claro que la familia política termina tendiendo a ser más política que familia, y si se meten en la intimidad de la pareja, ¡Es para desastre!
8. Y, ¿el tema de las finanzas?
Este tema también es importante hablarlo antes. Se acabaron los fondos “míos” o “tuyos” Ahora sólo existen los “nuestros”. ¡Hay que llegar a un acuerdo antes de que se generen los conflictos! Y ese antes es incluso antes de casarnos. Si estamos por encarar un proyecto en común y en lugar de ahorrar para comprar una casa, o para alquilar aunque sea para una habitación yo me gasto el dinero en salir de juerga con mis amigos, lo más probable es que después de casado ese comportamiento continúe. Los fondos de la familia son de la familia, no de cada uno de los cónyuges. Especialmente en el caso de que sea uno sólo de los cónyuges el que trabaje.
9. ¿Cómo será cuando discutamos?
¡Es importante discutir antes de casarnos! No estoy diciendo que haya que “buscar pelea” para ver cómo reacciona el otro. Pero es importante haber tenido al menos una “buena bronca” antes de casarnos. Si nos casamos sin haber discutido, al menos una vez, no vamos a saber si la otra persona es rencorosa, si sabe perdonar, si es violento, etc. Es importante saber que en el matrimonio los desacuerdos van a surgir casi indefectiblemente, y que para poder llegar a un acuerdo vamos a tener que saber ceder en nuestras posiciones y fundamentalmente escuchar y comprender al otro y su circunstancia.
10. ¿Y nuestra vida de oración?
Último, pero ¡Lo más importante!: “Familia que reza unida permanece unida”. El diálogo que establecemos con Dios tiene que ser central en nuestro noviazgo. Y tenemos que acostumbrarnos desde temprano a hacerlo juntos. ¡Toda la fuerza de nuestra unión provendrá de la oración cotidiana compartida! Cuanto más cerca estemos de Dios, más cerca estaremos el uno del otro. Y en la medida que conservemos la oración, la asistencia juntos a Misa, la participación plena en la vida de la Iglesia, nuestra casa se convertirá en esa “Iglesia Doméstica” donde nuestros hijos podrán desarrollar una fe fuerte y segura. ¡Y también nuestra relación crecerá fuerte y segura!
Artículo originalmente publicado por Catholic Link