Una voz del siglo VI que se adapta muy bien a nuestro tiempo“Escucha, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón” (Prólogo de la Regla de San Benito)
El 11 de julio es la fiesta de san Benito, un hombre que abandonó la ciudad y la promesa romana de nobleza en búsqueda de una vida de soledad. Vivió durante tres años como ermitaño en una cueva, pero a la muerte del abad local, la comunidad le imploró que regresara a ayudarles.
Sin embargo, aunque reverenciaban a Benito por su santidad, los monjes no podían ponerse de acuerdo en nada e intentaron envenenarle con una bebida.
Como es sabido, el santo pronunció una bendición sobre la copa y frustró el insidioso plan. Se le atribuyeron numerosos milagros durante su vida y todos buscaban su sabio consejo.
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La Regla de san Benito
San Benito llegó a fundar 13 monasterios y dedicó el resto de su vida a crear el plan o “regla” de un monasterio ideal. A esta obra se la conocería como Regla de san Benito y continúa siendo una fuerza impulsora de la vida religiosa —e incluso de los principios de algunas empresas y negocios— de nuestros días.
Para ayudarnos a valorar mejor al hombre que decidió emular el papa Benedicto XVI, aquí hay diez citas inspiradoras del “Padre del monacato occidental”:
1) “El primer grado de humildad es una obediencia sin demora”.
2) “Los somnolientos gustan de poner excusas”.
3) “Proceda con prudencia y no sea extremoso en nada, no sea que, por querer raer demasiado la herrumbre, rompa la vasija”.
4) “Dense prisa mientras tienen aún la luz de la vida, antes que les sorprendan las tinieblas de la muerte”.
5) “La oración ha de ser breve y pura, a no ser que se alargue por una especial efusión que nos inspire la gracia divina”.
6) “La ociosidad es enemiga del alma”.
7) “En mucho charlar no faltará pecado”.
8) “Y, aunque leamos que el vino es totalmente impropio de monjes, porque creemos que hoy día no es posible convencerles, convengamos, al menos, en no beber hasta la saciedad, sino sobriamente, porque ‘el vino hace claudicar hasta a los más sensatos’” (Eclo 19:2).
9) “A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque Él lo dirá un día: ‘Era peregrino, y me hospedasteis’” (Mateo 25:35).
10) “Hasta en la manera de saludarles deben mostrar la mayor humildad a los huéspedes que acogen y a los que despidan; con la cabeza inclinada, postrado el cuerpo en tierra, adorarán en ellos a Cristo, a quien reciben”.