El desarrollo del culto de la Divina Misericordia que estamos viviendo en el mundo de hoy no se produciría sin Juan Pablo II.
El primero que se dio cuenta de ello fue el Papa Benedicto XVI. En 2007 llamó a Juan Pablo II "el apóstol de la misericordia divina".
La misión de santa Faustina era transmitir el mensaje de la misericordia de Dios a la Iglesia. Pero fue el papa Karol Wojtyla quien introdujo en la vida de la Iglesia la verdad de la misericordia de Dios y su culto en las formas previstas por la santa.
"Desde el inicio de mi ministerio en Roma, he pensado que el anuncio del mensaje de [la misericordia de Dios - n.d.e.] sería mi tarea esencial. La Providencia me ha designado para esta tarea en la situación actual del hombre, la Iglesia y el mundo. Se podría decir que se me ha nombrado para su proclamación como mi tarea frente a Dios" .
Un mensaje de parte de Cristo
El mensaje de la Misericordia de Dios acompañó a Karol Wojtyla durante toda su vida adulta. Fue informado por primera vez acerca de la figura de la mística de Lagiewniki en 1942 por un amigo. Era el sacerdote, y más tarde cardenal, Andrzej Deskur.
Él le permitió conocer de forma aún incompleta el mensaje de la misericordia de Dios transmitido a la santa por Cristo.
Este mensaje tuvo un impacto en el sacerdocio de Karol Wojtyla, en su espiritualidad (como se dijo, fue elevado al sacerdocio en la sombra de Lagiewniki), y en consecuencia en el desarrollo del culto de la Divina Misericordia en el mundo.
Wojtyla no tenía dudas
Karol Wojtyla, dotado de una clase especial de sensibilidad espiritual y sensible a los signos de la santidad, desde el principio no tuvo dudas sobre la veracidad de las apariciones de santa Faustina, ni de su santidad, ni de su mensaje particular de la misericordia de Dios.
Por lo tanto, después de la guerra, siendo un joven sacerdote, regresaba a la capilla de la Divina Misericordia en Lagiewniki donde se encontraba la imagen de Cristo.
En 1957, el entonces Metropolita de Cracovia, el arzobispo Eugeniusz Baziak, pidió al Padre Wojtyla que escribiera una opinión sobre el culto de la Divina Misericordia encargada por el Vaticano.
Vale la pena señalar que se trataba de una opinión totalmente positiva.
Constancia, determinación y diplomacia
En cambio, la mayoría de los obispos polacos emitió un dictamen negativo, lo que contribuyó a la publicación en 1959 por el Santo Oficio de una notificación con la prohibición del culto de la Divina Misericordia en las formas propuestas por santa Faustina Kowalska.
Es significativo que dos semanas después del anuncio de la notificación, el obispo Wojtyla viajara a Lagiewniki para celebrar la devoción a... la Misericordia Divina en la capilla del convento ante la imagen de Jesús Misericordioso.
La notificación fue abolida en abril de 1978 gracias al total mérito de Karol Wojtyla, metropolitano de Cracovia.
Lo consiguió siendo constante, con determinación y diplomacia.
Contra las resistencias, santidad
Tenía que superar muchas resistencias al mismo tiempo y actuar con mucha precaución, tanto en Polonia como en el Vaticano.
Fue ayudado en este proceso desde 1952 por el sacerdote Andrzej Deskur, quien le allanaba el camino en las oficinas del Vaticano.
Este sacerdote fue empleado de la curia vaticana y devoto de la santa Faustina y de la Divina Misericordia.
En los años 60 ambos llegaron a la conclusión de que la acción más apropiada sería no insistir en que el Santo Oficio retirara su notificación, sino en demostrar la santidad de santa Faustina.
Proceso de beatificación de santa Faustina
En 1964, el arzobispo Wojtyla recibió del entonces del jefe del Santo Oficio, el cardenal Alfredo Ottaviani, el permiso extra oficial para iniciar el proceso de la investigación de la persona de santa Faustina en la arquidiócesis de Cracovia.
El proceso de Cracovia comenzó en 1965 y terminó después de dos años. Junto con el inicio del proceso de beatificación, en el Vaticano se realizaba el estudio del Diario de santa Faustina por los teólogos censores.
Después de que los censores dictaminaran que el Diario es el resultado de las revelaciones divinas y su contenido es coherente con el Evangelio, el cardenal Karol Wojtyla podía comenzar los esfuerzos para la retirada de la notificación.
También era una condición para la continuación del proceso de beatificación de santa Faustina en el Vaticano, cuyo observador designado por el cardenal Wojtyla fue el obispo Deskur.
La Providencia guio la historia
Para poder negociar la retirada de la notificación, el metropolita de Cracovia habló con los funcionarios de la Congregación para la Doctrina de la Fe (el sucesor del Santo Oficio).
Negoció también con el papa Pablo VI la retirada de las restricciones asociadas con el culto de la Divina Misericordia.
La notificación fue finalmente cancelada en abril de 1978. Seis meses después Karol Wojtyla se convirtió en Papa.
Tal cronología de sucesos fue sin duda obra de la Divina Providencia.
De Polonia al Vaticano
Si la cancelación de la notificación se hubiera producido ya durante el pontificado de Juan Pablo II, algunos podrían dudar de que todos los aspectos del caso se explicaran en profundidad, o tal vez influyeron los sentimientos o las presiones del Papa de Cracovia.
Una vez completada la información del proceso de Cracovia sobre santa Faustina, la misión de Karol Wojtyla en la obra del apostolado de la misericordia de Dios en la arquidiócesis de Cracovia había terminado.
Para que el culto de la Divina Misericordia pudiera entrar en una nueva etapa de desarrollo y para poder realizarse plenamente en la Iglesia universal, se necesitaba de una persona adecuada en el Vaticano.
Una persona como Karol Wojtyla de Cracovia, con la espiritualidad apropiada, sensibilidad, experiencia y capacidad de entendimiento de los signos de los tiempos.
El enorme impulso de Juan Pablo II
Sin Juan Pablo II el culto a la Divina Misericordia no experimentaría tal desarrollo al día de hoy.
El Papa Wojtyla ya en el segundo año de su pontificado, en 1980, publicó como su segunda, la encíclica sobre Dios rico en misericordia, Dives in Misericordia.
Y continuó con la enseñanza de la misericordia de Dios hasta el final de sus días.
Por Ewa K. Czaczkowska, profesora Adjunta de la UKSW, periodista y autora de los libros.