La misericordia exige a veces ir más allá de las leyes humanas…
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“Yo lo veo desde la fe del pastor que ha ayudado a una de sus ovejas a morir feliz”: de esta manera explica que no se arrepiente de nada en absoluto el padre Maurice Franc, cura de la parroquia Notre Dame du Rocher, en Biarritz, Francia.
El pasado 14 de junio, el sacerdote biarrota ofició el matrimonio de una pareja sin que anteriormente se hubieran unido por acto civil.
En Francia, se trata de un hecho prohibido por el artículo 433-21 del código penal (heredado de la Revolución), que recoge la prohibición de que “todo ministro de un culto” proceda con una ceremonia religiosa de matrimonio sin que se hubiera presentado previamente una partida de matrimonio del ayuntamiento.
Aun así, el cura aceptó unir a los esposos, puesto que la mujer había sido diagnosticada con un cáncer en fase terminal.
“Sophie tuvo dificultades para expresarse durante el consentimiento mutuo; el sí que pronunció fue tan conmovedor como solemne, se me saltan las lágrimas sólo con recordarlo”, comparte emocionado el sacerdote.
“La última cosa que Sophie vivió realmente fue aquel sí”. En efecto, la ceremonia tuvo lugar en la habitación de la mujer, postrada en la cama.
“Éramos una quincena de personas en la habitación, no tenía nada de secreto”, añade el consagrado para desmentir tajantemente las insinuaciones de ciertos medios de comunicación.
La mujer, de cincuenta años, fue tratada con sedantes esa misma tarde y falleció apenas dos días más tarde.
“Sophie irradiaba una fe profunda y resplandeciente”
El intercambio de votos fue más emotivo si cabe, puesto que era fruto de un auténtico camino espiritual compartido por los dos esposos.
El padre Franc, de hecho, había acompañado a Sophie al bautismo hacía solamente dos años: “Hacía tiempo que Sophie quería casarse, pero Jean-Claude, su cónyuge, no estaba listo. Fue el bautismo de Sophie, y no su enfermedad, lo que despertó en él una auténtica reflexión que culminó con el matrimonio”, relata el sacerdote.
Pero el cáncer se presentó al año siguiente y la pareja tuvo que postergar su proyecto. A pesar de la enfermedad, “Sophie irradiaba una fe profunda y resplandeciente”, asegura el cura, que sigue sus pasos desde su bautismo.
“Además, un grupo de fieles se reunió en torno a ella, dándole apoyo hasta el momento de su muerte”, destaca.
“El matrimonio que celebré no era ilegal en el sentido que solemos entender, hay una indulgencia del legislador. Si leemos el artículo del código penal, dice de manera muy clara: “Todo ministro de un culto que celebre, de manera habitual…”, ahí está la prueba de que el legislador es consciente de que pueden existir condiciones excepcionales y que el acto debe ser reiterado para que sea reprobable”, subraya el sacerdote, de 54 años.
En cuanto a la supuesta solicitud presentada por el esposo para hacer “constar su estatus de hombre casado”, según ha informado el medio France Bleu, el padre Franc es categórico: “No es cierto que él haya ido al ayuntamiento a hacer valer sus derechos civiles. Es lo que dicen ellos, pero yo le creo cuando me dice que, en cualquier caso, Sophie no tenía nada y que no imagina qué herencia podría reclamar”.