El cardenal Daniel Sturla quiere construirla, pero las autoridades militares no parecen muy dispuestas a apoyar el proyecto
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Como si fuera una cartita para Papá Noel, el cardenal de Montevideo, Daniel Sturla, expresa el deseo de que Uruguay, al igual que otros países de América Latina y del mundo, también tenga su capilla católica en la Antártida. La carta efectivamente fue escrita, según revela el semanario Búsqueda, en septiembre de 2015, y estaba dirigida al general Claudio Romano, que en aquel momento presidía el Consejo directivo del Instituto Antártico de Uruguay. La carta del cardenal – a quien el Papa Francisco otorgó ese título en septiembre del mismo año – comienza haciendo referencia a “un pedido que me ha llegado de parte de algunas personas relacionadas a la Base Artigas de la Antártida Uruguaya”.
Dicha base es una pequeña estación de investigación científica fundada en 1985 en el continente blanco. Precisamente en ese lugar el arzobispo Sturla quisiera erigir “una capilla destinada a la oración y la reflexión personal”. La base se encuentra en actividad todo el año y tiene una dotación de 8 personas en invierno y 70 en verano. “Creemos que para nuestros compatriotas que pasan allí una temporada”, dice el arzobispo de Montevideo, “la presencia de una capilla y de un lugar adecuado a la imagen de nuestra Patrona, solo traerá beneficios”.
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En la Base Artigas opera una estación meteorológica que forma parte de la red mundial. Hace años que en la Base hay una imagen de la Virgen de los Treinta y Tres, Patrona de Uruguay. “Esta advocación de la Madre de Jesús está ligada a nuestra historia patria”, observa monseñor Sturla. “A los pies de la imagen original, venerada en la Villa de la Florida, se declaró la independencia nacional. Muchos patriotas la veneraron y el General Don Manuel Oribe, como voto después de un naufragio, le obsequió la corona de oro con que es honrada. (…) Otras naciones presentes en la Antártida también tienen sus capillas”.
Pero los sentimientos patrióticos, como los religiosos y de prestigio internacional, no parecen haber movilizado a las autoridades uruguayas a cargo de la Antártida, porque habiendo pasado ya casi un año desde que se hizo el pedido, todavía no ha recibido una respuesta.
El Semanario Búsqueda consultó al respecto al viceministro de Defensa Jorge Menéndez, quien declaró que no tenía conocimiento de la solicitud del jefe de la Iglesia uruguaya. “Puede ser que el mismo Instituto Antártico haya considerado que no era pertinente elevarla”, comentó evasivamente.
El destinatario original de la carta, el general Romano, tampoco recuerda con exactitud qué ocurrió con el pedido. El Instituto Antártico recibe muchas solicitudes de proyectos y muchos de ellos “no es que sean descartados”, afirmó justificándose, pero no se les hace un seguimiento si los interesados no reiteran el interés o el pedido. Lacónica fue también la respuesta del jefe de la Armada, el contralmirante Leonardo Alonso, quien declaró que si bien no se opone a la idea, no ve la necesidad de que haya otra capilla cuando cerca de la base ya hay una católica que pertenece a Chile y otra ortodoxa que pertenece a Rusia.
Por otra parte una capilla –comentan entre líneas los interpelados- significa un sacerdote, y un sacerdote no sería de gran utilidad más allá del ejercicio de su ministerio. “Cualquier par de manos extra que puedan ayudar en las tareas diarias son bienvenidas, pero si el cura que llegara es una persona que no hace nada y hay que estarlo cuidando, entonces es una preocupación más, un dolor de cabeza para los pocos que allí estamos”. En la vecina base rusa – hace notar Búsqueda – hay dos sacerdotes ortodoxos; uno es carpintero y el otro, plomero.
Artículo publicado originalmente en Tierras de América