Que sean difíciles de ubicar en el teléfono, a la hora de escribir mensajes de texto, no quiere decir que omitirlos no sea un error
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Los signos de puntuación, hay que decirlo, no están pasando por su mejor momento. El hecho de que no sean inmediatamente accesibles en la mayoría de los teclados de los teléfonos móviles hace que los signos de apertura de exclamación e interrogación sean, las más de las veces, olvidados. Y si bien en otros idiomas estos signos son absolutamente innecesarios, su omisión, en castellano, sigue considerándose una falta de ortografía, básicamente por dos razones. Una de ellas es histórica y la otra, gramatical.
De acuerdo a un artículo escrito por Rubén Conde para UnoUno, los signos de apertura de interrogación y exclamación son de origen (no debería extrañarnos) romano: son apócopes de las palabras latinas quaestio e interiectio, esto es, “pregunta” e “interjección”. En los manuscritos latinos, antes de una frase, se indicaba que se trataba de una pregunta incluyendo una abreviatura: “qo”, la primera y última letras de la palabra “quaestio”. Lo mismo si se trataba de una interjección: “io”, por “interiectio”. Con el uso, la “o” se convirtió en un punto junto a la “q” o a la “i”, que dieron así origen a nuestros “¿”, “?” e “¡”.
La razón gramatical, por su parte, es tanto más sencilla: en otros idiomas, en los que se prescinde de los signos de apertura, la pregunta está ya indicada por estructuras particulares, que bien alteran el orden de la oración (poniendo un verbo auxiliar en primer lugar, como en el caso del inglés “do” o “did”, por ejemplo).
A propósito de los orígenes de los signos de puntuación (una historia realmente apasionante, que incluye lo mismo a bibliotecarios alejandrinos que a santos españoles del siglo VI), puede leer un artículo que ya hemos publicado anteriormente, haciendo clic aquí.