En la República Checa hay una biblioteca por cada 1971 habitantes. La razón: una ley así lo exige.
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La República Checa, dicen las estadísticas, tiene el curioso honor de ser el país con mayor (digámoslo así) “densidad bibliotecaria”: una biblioteca por cada 1971 habitantes.
Durante décadas, como señala el artículo de Hana De Goeij para el New York Times, la ley obligaba a cada comunidad –sea esta una villa o una gran ciudad- a tener una biblioteca pública: se trataba de un plan nacional, puesto en marcha en 1919, poco después de que Checoslovaquia ganase su independencia de Austria-Hungría, con intenciones de promover la lengua nacional después de haber sido parte del imperio germanoparlante.
El plan funcionó, y la ley sobrevivió lo mismo la posterior ocupación alemana nazi que la dominación soviética-comunista y la ruptura con Eslovaquia en los años 90’s. El resultado es una población con un arraigado hábito lector, y bibliotecas que, a pesar de los sucesivos ajustes presupuestarios (cerca de 11% de las bibliotecas existentes a inicios del milenio han cerrado o se han fusionado con otras) siguen siendo relevantes centros de vida urbana: organizan clubes de lectura, prestan libros, sirven como espacios para exhibiciones y muestras de arte, y ofrecen cursos de distintas materias, para todo público.