Medicinas a tu alcance para tratar el uso obsesivo del celular
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La nomofobia es el miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono celular. El término, que es una abreviatura de la expresión inglesa “no-mobile-phone-phobia”, fue acuñado durante un estudio ordenado por la Oficina de Correos Británica al Instituto Demoscópico YouGov con la finalidad de estimar la ansiedad que sufren los usuarios de telefonía celular.
El estudio fue realizado en España, y demostró que en la actualidad muchos usuarios de teléfonos celulares tienden a sentir ansiedad cuando “pierden su aparato celular, se les agota la batería o el crédito, o no tienen cobertura de la red”.
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En porcentajes, las mujeres son superadas por los hombres, quienes sufren más estrés cuando se encuentran con el equipo apagado. Así lo señaló al semanario Desde la fe Leticia Coronado Estrada, licenciada en Pedagogía.
La especialista explica que se trata de un mal nuevo, que surge con el vertiginoso avance de la tecnología: “un individuo aún no se ha familiarizado con un determinado invento cuando ya existe otro; ante esto, muchas investigaciones demuestran que los niveles de estrés de una persona con nomofobia son equiparables con los nervios que se sienten antes de la visita al dentista, y que el hecho de estar ‘aislado’ de las posibles llamadas o mensajes de familiares y amigos podría crear altos niveles de ansiedad. Son realmente pocos casos en los que el uso del aparato tenga una justificación laboral”.
Externó que vivir en un mundo hedonista, donde lo que más importa es satisfacer nuestros deseos inmediatos, nos hace olvidar la posibilidad de una convivencia construida en el respeto, la tolerancia, la frustración y la paciencia.
“Los niños y jóvenes se han acostumbrado a recibir todo al instante, y eso hace que sean, hoy por hoy, el grupo más vulnerable: menores cuyos padres se ausentan el día entero por cuestiones laborales, pero que cuentan con el celular más revolucionado”.
“Por otra parte, cabe señalar que muchas personas solas se sienten acompañadas con el hecho de tener en la mano, en el bolso o en el bolsillo, un teléfono celular; sin embargo, es preciso señalar que todos, sin excepción, estamos expuestos a este padecimiento”.
Asimismo, Coronado Estrada explicó algunos síntomas de este trastorno, como son la ansiedad, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza y dolor de estómago, que están relacionados con la falta del celular en combinación con otros problemas emocionales, como el sentimiento de soledad, baja autoestima, ocio, inseguridad, incapacidad para establecer relaciones, miedo y angustia, así como la falta de opciones laborales, escolares, deportivas, sociales y de desarrollo personal.
Agregó que el diagnóstico podemos saberlo de manera inmediata si contestamos a unas simples preguntas, como lo hacen en algunos grupos de autoayuda:
· ¿Llevas tu teléfono celular a todas partes y lo utilizas en todo momento, hasta para comer y dormir?
· ¿Conversas por el teléfono celular con quienes convives a diario?
· ¿Te provoca angustia quedarte sin saldo, batería o servicio de internet?
· ¿Mensajeas mientras caminas, conduces, subes o bajas escaleras, esperas el transporte público?
Si la respuesta es afirmativa para al menos una de estas preguntas, podrías declararte nomofóbico o nomofóbica.
“Al crearnos a su imagen y semejanza –expresó la pedagoga–, Dios nos dota de ‘medicinas’, como la inteligencia, voluntad, libertad y los valores que nos ayudan a combatir muchos males que nos aquejan; algunos de ellos son la prudencia, autocontrol, el orden, la disciplina, la responsabilidad y la moderación.
No podemos perder de vista que hablamos de una enfermedad adictiva, por lo que el paciente no sólo se afecta a él mismo, sino a todas las personas que le rodean; por ello requerirá de mucha espiritualidad y fe en Dios, y deberá llevar un programa de recuperación semejante al de “Sólo por hoy”, como el que ofrecen los programas de Alcohólicos Anónimos”.
Por último, Coronado Estrada afirmó que las consecuencias de usar el celular obsesivamente pueden ser desde pequeños accidentes hasta la pérdida de la vida, sin poder evitar situaciones como obtener bajas calificaciones o exposición de niños a la pornografía, entre otras.
“Muchas son las actividades, como conducir, cruzar calles o bajar escaleras, que requieren de toda la atención de la persona, de manera que no debe haber distracciones de por medio; de lo contrario, las consecuencias pueden ser fatales”, concluyó.
Artículo originalmente publicado por Desde la fe