Los monjes de Poblet gastan un 95% menos de agua que hace 10 añosLa comunidad cisterciense de Poblet, en España, ha logrado ahorrar el 95% del agua que se consumía en el monasterio en el año 2007, cuando empezó su proceso de “conversión ecológica”.
El alma de esta revolución verde, Lluc Torcal, prior de Poblet, físico y actual procurador general de la orden cisterciense, explica a Aleteia cómo lo logró la comunidad: “arreglando el depósito del agua potable y la red de distribución, rebajando presiones de las cisternas, introduciendo duchas que permiten ducharse sin jabón”.
Sí, esta eminencia que está exportando este modelo sostenible a los monasterios cistercienses de todo el mundo, afirma con naturalidad que hace tres años que se ducha sin jabón. Y su aspecto es realmente pulcro.
¿Cómo lo ha conseguido? Usando unas duchas especiales que contienen unas bolitas.
“El agua de sales se ioniza al pasar por esas bolitas y aplicando el efecto Lenard sale sólo con los iones negativos. Tiene una polaridad, queda separada la parte positiva de la parte negativa. Cuando el agua cae en un espacio sólido, se desprenden los iones negativos y son saludables. La contaminación siempre es presencia de iones negativos”, explica.
Además de la implantación de estas duchas en el monasterio, la comunidad difunde su uso: las han puesto a la venta en su hospedería y han vendido unas mil unidades.
Para los interesados, la ecoducha cuesta unos 60 euros y en España la comercializa una empresa gallega llamada Irisana.
Gestión medioambiental integral
El ahorro de agua es sólo una parte de la “conversión ecológica” de Poblet. De hecho, estas duchas les permiten ahorrar a los religiosos, además de agua, jabón y energía.
Pero hay mucho más. En realidad se trata de “mejorar nuestra relación con el medio ambiente, cambiar nuestra manera de vivir”, asegura Torcal.
Y eso se plasma en acciones también sobre la energía (la electricidad, la calefacción, el agua caliente,…), la gestión de residuos, la movilidad dentro del recinto monástico, las compras, la producción del huerto, la jardinería,…
Para el embellecimiento del monasterio, han cambiado el césped por plantas autóctonas, mediterráneas, que aguantan más la escasez de lluvias, lo cual evita la excesiva necesidad de riego y el uso de pesticidas.
Para calentar la histórica abadía han introducido bombas de calefacción aerotérmica que les han permitido rebajar el gasoil.
También han instalado iluminación con leds. Y todo el agua caliente y casi toda la iluminación exterior funcionan con energía solar.
Por otra parte aprovechan los residuos (el compost lo utilizan como fertilizante para el huerto, por ejemplo) y cuando compran se fijan en comprar reduciendo al máximo los envases.
Estas acciones, Torcal las está exportando a Roma, donde reside. Así, en la casa general de los cistercienses ya se han comprado un coche híbrido (que combina un motor eléctrico y uno de combusión).
“Todo esto tiene un precio –reconoce el religioso catalán-, pero hay un precio que no se ve: el de la casa común. Desde esta perspectiva todo esto es más barato porque el impacto ambiental de usar energías limpias, verdes, de gestionar bien el agua,… acaba siendo menor”.
“El cambio climático es un hecho y el papa Francisco ha lanzado un llamamiento a la conversión ecológica integral de todos, a hacer una reflexión sobre la situación del planeta”, destaca Torcal.
Y añade: “No es una cuestión de moda, sino que se arraiga profundamente en la visión cristiana del mundo”.