Un himno moderno a la vida eterna en un éxito hollywoodense
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Cuando la Atlantic Records le pidió a Charlie Puth que escribiera una canción como tributo por la muerte del actor Paul Walker para introducir en la banda sonora de Furious 7, el joven músico veinteañero de Nueva Jersey, de sólida formación católica, se inspiró en la muerte de un amigo suyo, también fallecido en un dramático accidente de carretera.
Charlie sabía que debía escribir sobre la amistad, la muerte, la amistad después de la muerte.
Sin darse cuenta comenzó a escribir una balada sobre la vida eterna. Su amigo falleció pero sabe que un día lo volverá a ver. Lo cree, canta y cree.
La Atlantic Records y la Universal Pictures recibieron la canción y no dudaron: es lo que estaban buscando. “Charlie, queremos tu voz y queremos que tú la cantes, no te conoce nadie pero tu voz nos ha emocionado, más aún, ahora la potenciaremos, pondremos un intervalo de Hip Hop que hable de la familia. Porque la familia es todo lo que tenemos”.
La tesitura melódica del pasaje es de hecho la paráfrasis musical de las bellas palabras de Antoine de Saint-Exupery: “Amigo mío, junto a ti no tengo nada de que disculparme, nada de qué defenderme, nada que demostrar: hallo la paz. Más allá de mis palabras torpes, tú consideras en mí, simplemente al Hombre”.
Esta es la historia de una canción convencional que habla de la amistad, de la familia y de la vida eterna. Un himno moderno a la vida eterna en un éxito “hollywoodense”.
Por Manuel de Teffé
Director artístico de Cecilia