Francisco recibe a un grupo de periodistas y ofrece algunos elementos de reflexión sobre la profesión
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“El periodismo no puede convertirse en un ‘arma de destrucción’ de personas e incluso de pueblos”, dijo el papa Francisco al Consejo Nacional de Periodistas Italianos en la Sala Clementina del Vaticano este jueves 22 de septiembre de 2016.
En la homilía de hoy en la Casa Santa Marta del Vaticano, el Papa también advirtió de la codicia, la vanidad y el orgullo que están detrás de una conciencia sucia. Palabras que encajan asimismo en la necesidad de una ética del periodismo.
En este sentido, explicó que esta profesión “no debe alimentar el temor frente a cambios o fenómenos como la migración forzada por la guerra o el hambre”.
Así, en su discurso a dirigido a 400 periodistas italianos sostuvo: “Muchas veces he hablado de los rumores (chismes) como “terrorismo”, de cómo se puede matar a una persona con la lengua. Si esto se aplica a los individuos, con la familia o en el trabajo, tanto más cierto para los periodistas”.
El Obispo de Roma instó a los profesionales de la información y la comunicación a respetar a las personas y sus historias, debido a que ellos “con su voz pueden llegar a todo el mundo, y esto es un arma muy poderosa”.
Así, Jorge Mario Bergoglio, antes famoso por realizar ejercicios espirituales ‘comprometidos’ al clero, hoy se lanzó a dar tres pautas éticas a los periodistas: Amar la verdad, vivir e interiorizar la profesión y respetar la dignidad humana.
“Un artículo que será publicado hoy, mañana puede ser sustituido por otro, pero la vida de una persona injustamente difamada puede ser destruida para siempre”, advirtió.
“Por supuesto, la crítica es legítima, y voy a decir más, es necesaria, así como la denuncia del mal, pero esto debe realizarse siempre respetando al otro, su vida, sus afectos”, agregó Francisco.
“Espero que cada vez más y en todas partes el periodismo sea una herramienta de construcción, un factor de bien común, un acelerador del proceso de reconciliación”, dijo.
Por ello, los periodistas sepan “rechazar la tentación de fomentar el choque, con un lenguaje que aviva las llamas de las divisiones”.
Y en cambio, les incitó a favorecer “la cultura del encuentro” en el contexto de una profesión que está cambiando cada día, influida por los medios digitales.
Por su parte, la “Santa Sede incluso – en el caso del cambio del mundo de los medios de comunicación- está experimentando un proceso de renovación del sistema de comunicación”, admitió Francisco
Precisamente, hoy se hizo público el documento -firmado por el Pontífice– que contiene los nuevos Estatutos del dicasterio vaticano encargado de la comunicación vaticana.
Se trata de la Secretaría de la Comunicación, organismo de la Curia Romana que nace para replantear el sistema comunicativo de la Santa Sede.
Amar la verdad, interiorizar la profesión y respetar la dignidad humana.
El periodismo –señaló- es una profesión que tiene mucha influencia en la sociedad y por ende “gran responsabilidad”.
Los periodistas escriben el “primer borrador de la historia” y construyen “la agenda de las noticias” e introducen a las personas en la “interpretación de los eventos”.
El papa Francisco invitó a los periodistas a una reflexión sobre algunos aspectos de su profesión para “mejorar la sociedad en que vivimos”.
Además, les instó a mantener una “vida espiritual” o disfrutar de “un poco de tiempo para detenerse y pensar”.
“Por supuesto, esto no es fácil en el periodismo, una profesión que se nutre de la “entrega” continua “y de fechas de caducidad”.
A continuación, los tres puntos de reflexión del discurso del Papa sobre el periodismo
Amor por la verdad
Amor por la verdad, una cosa esencial para todos, pero especialmente para los periodistas; vivir con profesionalismo, algo que va más allá de las leyes y reglamentos; y respetar la dignidad humana, que es mucho más difícil de lo que parece a primera vista”, expresó.
Amar la verdad significa no sólo afirmar, sino vivir la verdad, para dar testimonio con el propio trabajo.
Vivir y trabajar, por lo tanto, de manera coherente con respecto a las palabras que se utilizan para un artículo de periódico o de un servicio de televisión. La cuestión aquí no es ser o no ser creyente. La cuestión aquí es ser o no ser honesto consigo mismo y con los demás.
La relación es el corazón de cada comunicación. Esto es especialmente cierto para aquellos que de la comunicación hacen su trabajo.
Y ninguna relación puede soportar y aguantar el paso del tiempo si se basa en la falta de honradez.
Soy consciente de que en el periodismo de hoy -una corriente ininterrumpida de hechos y acontecimientos que corre 24 horas al día, 7 días a la semana- no siempre es fácil llegar a la verdad, o por lo menos acercarse a ella.
En la vida no todo es blanco o negro. Incluso en el periodismo, debemos ser capaces de discernir entre los tonos de gris de los acontecimientos que estamos llamados a contar.
Los debates políticos, e incluso muchos conflictos, rara vez son el resultado de una dinámica clara donde se reconoce claramente y sin ambigüedad quién está equivocado y quién tiene la razón.
La confrontación y el choque, a veces, básicamente, nacen precisamente de esta dificultad de síntesis entre las diferentes posiciones. Es este el trabajo -que también podríamos decir que es una misión– difícil y necesario, al mismo tiempo, de un periodista: llegar lo más cerca posible a la verdad de los hechos y no decir o escribir jamás algo que sabes, en conciencia, que no es cierto.
Vivir la profesión
Segundo elemento: vivir con profesionalismo significa en primer lugar -más allá de lo que podemos encontrar escrito en los códigos de ética- entender, interiorizar el sentido profundo de su trabajo.
De ahí, la necesidad de no someter su profesión a la lógica de los intereses partidistas, ya sean económicos o políticos. La tarea del periodismo, me atrevo a decir de su vocación, es por lo tanto -a través de la atención, el cuidado de la búsqueda de la verdad– hacer crecer la dimensión social del hombre, fomentar la construcción de una verdadera ciudadanía.
En esta perspectiva de horizonte más amplio, por lo tanto, trabajar profesionalmente significa no sólo responder a las preocupaciones, aunque legítimas, de una categoría, sino tener en el corazón uno de los dinteles de una estructura de la sociedad democrática.
Debería siempre hacernos reflexionar que, a lo largo de la historia, las dictaduras -de cualquier orientación y “color”- siempre han intentado no sólo tomar el control de los medios de comunicación, sino también de imponer nuevas reglas a la profesión periodística.
Respetar la dignidad humana
Y en tercer lugar: respetar la dignidad humana, que es importante en cualquier profesión, y en particular en el periodismo, porque incluso detrás de la sencilla historia de un caso existen los sentimientos, las emociones, y en última instancia, la vida de las personas.
Muchas veces he hablado de los rumores (chismes) como “terrorismo”, de cómo se puede matar a una persona con la lengua. Si esto se aplica a los individuos, con la familia o en el trabajo, tanto más cierto para los periodistas, debido a que su voz puede llegar a todo el mundo, y esto es un arma muy poderosa.
El periodismo siempre debe respetar la dignidad de la persona. Un artículo que será publicado hoy, mañana puede ser sustituido por otro, pero la vida de una persona injustamente difamada puede ser destruida para siempre.
Por supuesto, la crítica es legítima, y voy a decir más, es necesaria, así como la denuncia del mal, pero esto debe realizarse siempre respetando al otro, su vida, sus afectos.
El periodismo no puede convertirse en un “arma de destrucción” de las personas e incluso de los pueblos. Ni debe alimentar el temor frente a cambios o fenómenos como la migración forzada por la guerra o el hambre.
Espero que cada vez más y en todas partes el periodismo sea una herramienta de construcción, un factor de bien común, un acelerador del proceso de reconciliación; que sepa rechazar la tentación de fomentar el choque con un lenguaje que aviva las llamas de las divisiones, y en cambio favorezca la cultura del encuentro.
Ustedes los periodistas pueden recordar todos los días a todo el mundo que no hay conflicto que no pueda ser resuelto por las mujeres y los hombres de buena voluntad.
Les agradezco por esta reunión; les deseo todo lo mejor para su trabajo. El Señor los bendiga. Les acompaño con mis oraciones y mi simpatía, y les pido que por favor oren por mí. Gracias.