Algunas preguntas y consejos al respecto En torno a distintos tipos de historias que involucran a la Iglesia, en portales católicos, cristianos en general o generalistas, suelen generarse comentarios de usuarios que van desde la simple provocación de quienes cuestionan la espiritualidad cristiana, a acaloradas discusiones. Algunas preguntas y consejos al respecto.
¿Pueden entenderse las redes como un atrio para la discusión respetuosa sobre la fe?
Como punto de encuentro entre quienes comparten la fe en Cristo y quienes no, ciertamente el mundo de internet es un lugar privilegiado. No hay duda.
Pero también los estadios que acogen eventos deportivos pueden servir para dar razón de tus creencias. O los medios de comunicación tradicionales. O la mesa familiar con el primo segundo que hace años no veías.
Todo depende de la disposición de los actores y la coyuntura. Pero así como en la mesa familiar y en el estadio de fútbol la prudencia es la que ordena cuándo proponer el diálogo y cuándo involucrarse en él, lo mismo debe ocurrir en las redes.
Un usuario que no conozco agrede los fundamentos de mi fe. ¿Qué hago?
Todos tenemos derecho a sentirnos agraviados y lastimados. Y contamos con la libertad de responder a quien queramos cuando queramos. Nadie, a menos que por obediencia en su vida de fe deba consultar con sus superiores si los tuviese, da ni quita la posibilidad de emprender un diálogo con el agresivo.
Sin embargo, la imposibilidad de la agresión física no anula la posibilidad de agresión verbal. Sepamos que si hay usuarios que no conoces dispuestos a insultar a tu religión, probablemente estén dispuestos a insultar a quienes la profesan.
Y sepamos que así como en el diálogo personal cuando las pasiones dominan a la razón se pueden decir o hacer cosas imprudentes, también ante un teclado y una pantalla se pueden cometer errores. Ante todo, piensa. Nadie te obliga a una respuesta inmediata.
Si un conocido cuestiona mi fe, e incluso le falta el respeto. ¿Qué hago?
Si conoces al otro, es familiar o amigo, y crees que está equivocado y lo quieres y amas y te preocupas por su vida de fe, ante todo puedes rezar por él. Si quieres sumarte al diálogo, tienes que comprender el contexto en el cual se da. Quizá sea una buena opción la conversación privada, e incluso personal en otra circunstancia.
Más aún, si sabes que el otro puede arrepentirse, no hagas que el otro escriba en público cosas que después queden en la nube sin posibilidad de eliminarse.
¿Puedo convencer al otro con mis argumentos?
Ante todo, el que llama al corazón del hombre es Dios. Que los hombres son instrumentos, y a veces de manera misteriosa, no hay dudas.
Claro que se puede evangelizar y despertar inquietudes en las redes. Pero así como en las discusiones acaloradas entre personas el corazón se clausura a nuevas dimensiones, lo mismo sucede en redes sociales.
Es tan importante el argumento como el modo. Y el acompañamiento del gesto, el tono, la mirada, el tacto, la sonrisa, que nos acompañan y apoyan en nuestro diálogo personal, no lo tenemos en las redes. Con más razón, cuida al extremo la utilización de las palabras y los modos verbales.
La desinformación sobre mi fe se viraliza, ¿cómo hago para responderla?
Que todos los curas son pedófilos… Que la idolatría… Que la cita bíblica dice tal otra cosa… La desinformación, aun sin el agravio del insulto, nos duele. Y así como en el diálogo personal, a veces podemos sentirnos en condiciones de responder y estar en condiciones de responder. Y a veces ni sentirnos en condiciones ni estar en condiciones.
La desinformación en un comentario a un artículo en redes no tiene el valor que tiene la voz de un periodista de un medio masivo. Que puede ser fuente del periodista y que puede viralizarse, sin duda, pero ni todo se viraliza ni todo está legitimado.
Aun así, si sientes que debes responder, asegúrate de que tienes la información precisa para responder, y que haya actitud del otro lado para recibir la respuesta.
Si la discusión se prolonga, sepas que el Señor invitaba también, en algunos casos, a sacudir el polvo de las sandalias y buscar otros sitios…
Un creyente de buena voluntad desinforma, ¿qué hago?
Chiara Lubich decía que la Iglesia es como un gran jardín en el que se abren todas las flores de la compasión cristiana. A veces la flor que nosotros más conocemos y más queremos no es la única flor. La Iglesia es muy rica en expresiones culturales y espirituales legítimas, que muchas veces son desconocidas por los propios creyentes.
Sé respetuoso de las diferencias y ten la seguridad de que lo que el otro expresa sea un error antes de señalarlo.
Si estás seguro, por ejemplo, que tu hermano está compartiendo una información falsa, como varias de las versiones tergiversadas de comentarios de los Papas que circulan, amablemente indica con un vínculo preciso dónde se puede encontrar la verdadera información o contextualización.
¿Y si lo que señalan duele, lastima, pero es verdad, como cuestiones de abusos?
Nunca negar y exponer como falsa una afirmación que sea verdad, por más que duela. Es probable que esa misma afirmación al otro también le duela, y eso explique su enojo. Aun atendiendo a que la información puede estar descontextualizada, no negar lo verdadero.
Si se quiere responder y corresponde, mostrar esa otra faceta de la Iglesia peregrina, la floreciente, la bella, la que conmueve. Son esas dimensiones las que dan cuenta de tu fe, y explican por qué crees.
Si crees que puedes y debes responder e involucrarte en estas discusiones, aquí está el gran consejo:
Dimensionar la discusión y, humildemente, rezar pidiendo por la templanza y sabiduría para involucrarte de la mejor manera.