10 años después del estrafalario periplo del Beatus de La Seu d’Urgell, el códice es restaurado
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El 29 de septiembre de 1996 saltó la alarma del Museo Diocesano de Urgel (España). Eran las diez de la mañana de un domingo aparentemente tranquilo: se celebraba una feria de anticuarios en la ciudad y todo el mundo estaba en el paseo Joan Brudieu. Era el día perfecto para llevar a cabo un robo.
Se vivió así: la responsable de la apertura del Museo fue rociada con spray de autodefensa y la tiraron al suelo, mientras saltaban las alarmas conectadas a la urna que contenía el Beatus. Dos hombres habían roto con una maza el vidrio de seguridad.
Carme Ribó todavía lo recuerda hoy: tuvo el tiempo justo de conectar la alarma con el servicio de la policía local. Pero fue inútil: un vehículo en marcha esperaba al ladrón fuera, huyeron y en un momento fueron ilocalizables.
Empezaba una historia que ponía de relieve muchos elementos: un códice medieval de gran valor, el Beatus de Liébana; la carrera contra reloj para evitar la venta en el mercado negro de esta emblemática pieza; el susto de los implicados y al mismo tiempo la oración por su recuperación.
Por supuesto, el gran dispositivo que el Grupo de Patrimonio Histórico de la UCO de la Guardia Civil organizó fue la pieza clave.
Una labor con recompensa
La Guardia Civil creó toda una infraestructura que terminó permitiendo recuperar el libro: al ser un libro tan señalado era muy difícil colocarlo en el mercado público. A pesar de ello, se comunicó el robo a las policías de todo el mundo, a las salas de subastas, a los coleccionistas, intentando limitar los movimientos de los ladrones, que se cree que iban dirigidos por un supuesto experto en arte de origen francés afincado en Cataluña que se hacía llamar Fèlix Ontier.
Se creó un programa informático ad hoc para introducir los datos que se iban recogiendo de las investigaciones, un confidente anónimo, otros introducidos, agentes trabajando de incógnito, una relación de pareja fracasada… emociones y trabajo en red dieron su fruto.
En Valencia, en la consulta de un psiquiatra, se encontró finalmente el códice, después de intervenir teléfonos y de seguir la pista de Fèlix Ontier hasta allí. Fue detenido. Después del juicio, ya en el año 2000 y en un permiso, se descubrió con su huida que también había suplantado la identidad de otra persona. En realidad, no se conoce la auténtica identidad del cerebro de aquel robo.
El 21 de enero de 1997 las oraciones eran escuchadas y la labor del instituto armado daba sus frutos: la Guardia Civil llamaba a Antoni Cagigós, entonces el director del Museo, para anunciarle que habían recuperado el manuscrito.
Cuando el obispo Joan Martí i Alanis recibió la noticia muy poco después no pudo evitar estallar en alegría: “¡Milagro!”. Y lo era: en las décadas finales del siglo XX y en los primeros años del siglo XXI, el tráfico de obras de arte era la segunda actividad más importante del crimen organizado. Fueron objeto de robo varias piezas de gran valor en distintos museos europeos, como El grito en el Museo Munch de Oslo.
Los especialistas en arte señalan que solo una décima parte de lo que es objeto de robo se acaba recuperando. El Beatus de Liébana rompió las estadísticas: fue recuperado y solo había desaparecido la página 15, una página con una letra “i” capital muy decorada, que fue cortada con cuidado para utilizarla como prueba de valor de compra en la presunta transacción en el mercado negro de obras de arte.
Nunca se ha recuperado el original, pero el microfilm de la pieza permitió reproducirla en el facsímil.
Un códice medieval que es un tesoro
Este facsímil es el que se puede admirar en el Museo actualmente. Y es que el Beatus es una de las piezas más admiradas del Museo Diocesano de Urgel, y será uno de los motivos sobre los que se construirá la nueva instalación del Museo, que por el momento está en fase de planificación, aunque ya se ha adquirido un edificio próximo, la casa de Cal Roger, situada en la calle Canonges, para ampliar y mejorar el equipamiento.
El Beatus es una pieza casi única: un códice de la alta edad media que contiene el texto del comentario al último libro de la Biblia, el Apocalipsis, escrito —supuestamente— en un scriptorium de Cantabria.
Por el estilo y las características de las imágenes, los especialistas lo vinculan con la tradición de los beatus mozárabes ilustrados del antiguo reino de León.
Este era un libro muy leído en los monasterios y llegó a ser extraordinariamente famoso durante la Reconquista.
Sus miniaturas, de gran belleza y espectacularidad en los colores, permitían que personas iletradas captaran el mensaje de las Escrituras. En el caso del Beatus de La Seu d’Urgell hay 76, algunos de una factura muy elegante.
Escrito en el último cuarto del siglo X, en 1147 formaba parte de la biblioteca de la catedral de Santa María de Urgel.
Es un ejemplar enigmático, porque no tiene ninguna indicación de origen, ni de quién lo encargó, ni del nombre del escribano ni del miniaturista. Es uno de los 24 manuscritos del Beatus de Liébana conservados en el mundo.
Tiene 76 hojas miniadas, es un códice de gran impacto visual y fuerza plástica, que desde el punto de vista iconográfico está influido por la tradición carolingia.
El libro del Beatus de Urgell ha sido restaurado en el Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña, para valorar el estado del volumen y mejorar su conservación.
Las principales acciones han sido la limpieza mecánica en algunos puntos, la eliminación puntual de antiguas intervenciones de restauración, el tratamiento de deformaciones del soporte, la consolidación y la estabilización física y reintegración del soporte, también se han dispuesto láminas de protección y, finalmente, se ha elaborado un dispositivo de conservación para su almacenamiento permanente. Actualmente está en una caja fuerte.
Por Cristina Orduña
Fragmento de un artículo publicado originalmente por Catalunya Cristiana