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El secreto de la nueva serie del “Exorcista”

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Zoe Romanovsky - publicado el 07/10/16
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El creador y productor Jeremy Slater habla sobre su nuevo programa en Fox

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Si eres fan de la novela de William Blatty de 1971, El exorcista, o de la película homónima basada en el libro, probablemente estos días estés acurrucado frente a la televisión o el ordenador pendiente de la nueva serie de la cadena Fox, El exorcista.

Basada en líneas generales en la historia original, esta serie de 10 partes sigue a la familia Rance, la posesión demoniaca de una joven miembro de la familia y dos sacerdotes muy diferentes que acuden juntos a intentar salvarla.

Aunque la serie intentará asustar a los espectadores, como todo espectáculo de terror, el creador y productor ejecutivo Jeremy Slater afirma que su equipo quiere hacer más que eso con El exorcista.

Slater habló con Aleteia sobre sus propósitos para la serie, sobre lo que aprendió sobre exorcismos trabajando en el proyecto y sobre el significado de contar una buena historia.

¿Qué le inspiró para crear y producir esta nueva serie de televisión?

Soy fan del género de terror de toda la vida. Vi El exorcista original siendo muy joven y me traumatizó completamente, y sigue siendo la película más terrorífica con la que me he encontrado.

Mi agente me dijo que estaban buscando a un escritor para hacer una nueva versión de la novela de William Blatty y contar otra vez la historia. Yo pensé que eso sería un error tremendo… porque nunca se conseguiría hacer un trabajo mejor que en la versión de cine…

Así que entré en la reunión para conocer a los titulares de los derechos y defendí mi postura, dije que no estaba interesado en contar esta versión de la historia, haciendo un refrito de algo que ya se había hecho, pero que si querían contar algo nuevo, crear una historia nueva con nuevos personajes pero que fuera respetuosa con el legado que dejó la historia original, pero no quedar obligados a seguirla, entonces me encantaría proponerles algunas ideas.

Así que les hablé de la familia Rance, del padre Tomas y se entusiasmaron mucho con la propuesta, y vieron de inmediato el potencial que tenía para una serie en desarrollo.

La idea de hacer algo en forma de serie donde pudiéramos seguir estos personajes a lo largo de diferentes aventuras y temporadas les pareció algo atractivo. Así que fue la idea apropiada en el momento oportuno.

La serie está basada en la novela y en la película original, pero ¿en qué será diferente para el público?

Sin duda hay ciertos inconvenientes y desafíos en contar en televisión una historia tan oscura y compleja como la de El exorcista, pero también hay unas ventajas enormes…

Podemos dedicar 10 horas con una familia, en vez de dos, así que podemos invertir más en los personajes [y en lo que les sucede].

Estamos abordando esta primera temporada como si estuviéramos escribiendo una novela larga (…) que da la sensación de estar viendo una película de 10 horas en vez de un puñado de episodios independientes.

¿Sabía mucho de exorcismos cuando empezó?

En absoluto. Veo muchas películas de terror y ha habido muchas historias terribles de exorcismos en los últimos 40 años que aprovecharon la estela de la película original.

Pero en términos de profundizar realmente y tratar de aprender lo máximo posible, ni siquiera tuve oportunidad hasta después del episodio piloto, porque las cosas se aceleraron muchísimo.

Básicamente, recibí una llamada de teléfono el día después de Navidad diciendo: hemos recibido los derechos y tienes que ponerte a escribir de inmediato porque si rodamos este piloto va a tener que rodarse en seis semanas y todos los demás pilotos en la cadena de televisión ya os llevan ventaja.

Así que teníamos que ponernos las pilas en serio y disimular un poco al principio, pero una vez el piloto estaba escrito y nos dieron luz verde, ya estaba en Chicago haciendo preparativos para el rodaje rodeado de asesores, entre ellos algunos sacerdotes católicos y algunos expertos de lo paranormal.

Vinieron diferentes personas para hablarnos de las experiencias que habían tenido y afortunadamente pudimos incorporar parte de su investigación y sus ideas en el piloto antes del rodaje definitivo.

¿Le sorprendió algo de lo que aprendió en su investigación?

Soy escéptico por naturaleza, un cínico nato, así que tiendo a tomarme con sanas reservas cualquier historia sobre lo sobrenatural y lo paranormal.

Me senté con estos hombres que eran muy inteligentes, muy racionales, pero que tampoco parecían estar exagerando ni intentando venderme una narrativa o convencerme de que algo era real…

Simplemente describieron lo que habían experimentado en términos prácticos y a menudo usando una terminología clínica.

Y la verdad es que resulta espeluznante, al margen de lo escéptico que seas, cuando escuchas a alguien hablar de entrar en contacto con estas fuerzas extrañas; es bastante para sembrar dudas en cualquiera, creo.

Así que intentamos decididamente fundamentar [la historia] tanto como fuera posible en la ciencia del mundo real, tratando de verdad de describir lo que le sucedía a un cuerpo humano durante una posesión, identificando aquello que es físicamente posible y aquello que no lo es, las formas en que los demonios tienden a manifestar sus poderes, cómo operan las entidades demoniacas en términos de poseer la propia inteligencia o el propio libre albedrío o los deseos.

Intentamos incorporar los elementos que ayudaban a nuestra historia allí donde descubríamos algo divertido, interesante o extraño, sin perturbar la historia principal.

¿Cómo retrata esta seria a la Iglesia y la fe en sí?

Sinceramente, este fue el mayor atractivo para mí desde el principio para hacer esta serie… El pedigrí de El exorcista.

Todo el mundo recuerda que fue una gran película de terror, pero lo cierto es que es una gran película, y punto, un gran reflejo de la espiritualidad y la moralidad y la fe y la naturaleza del bien y del mal.

Es muy difícil elaborar algún tipo de argumento convincente sobre vampiros, porque son meras criaturas de ficción; no reflejan nuestras vidas de ninguna forma tangible.

Pero cuando entramos en la fe y en la espiritualidad y en la naturaleza del bien y el mal, hablamos de cuestiones con las que la gente lucha en su vida diaria, así que el atractivo de hacer una serie como esta está, sí, a nivel de superficie, en hacer una serie de terror y tratar de asustar al público semanalmente, pero al mismo tiempo nos ofrece un gran marco para incorporar estos temas maduros, interesantes y de peso que a menudo no tenemos oportunidad de explorar en televisión.

¿Por qué piensa que el público está interesado en historias sobre posesiones demoniacas?

En mi caso personal, sé que cuando pongo las noticias y miro al mundo, no veo reflejada demasiada esperanza. Veo mucho odio y oscuridad y a veces parece que son los malos los que están ganando, así que hay un elemento reconfortante, desde un punto de vista narrativo, en ser capaz de sostener un espejo delante de la sociedad y decir: mirad, quizás hay una razón por la que el mundo es un lugar oscuro, quizás hay una razón por la que a veces sentimos que los malos ganan.

El contrapunto a esto es que también es reconfortante escribir sobre personajes que son justos y éticos y que, para ponernos un poco poéticos, se plantan delante de la puerta para intentar contener la noche.

Así que la idea de que, sí, hay fuerzas malignas en nuestro mundo que podrían estar intentando controlarnos, o manipularnos, o destruirnos, o simplemente hacernos infelices, parece muy relevante para muchos de los miedos modernos.

Pero la idea de que todavía hay gente buena luchando por el bien es reconfortante a fin de cuentas.

Porque quiero plantear una serie en la que, si hay oscuridad, también hay luz. Si el mal existe, entonces el bien también debe existir. Y en definitiva uno quiere contar una historia sobre esperanza y redención, en oposición a una historia de nihilismo o de renuncia a la humanidad.

¿Hacer esta serie cambió sus propias creencias o sensibilidades en relación a cuestiones espirituales?

No necesariamente. Fui bautizado católico y me crié como protestante. Sin duda tengo bagaje espiritual. En términos de contar una historia como esta, mi objetivo siempre ha sido el no crear una serie que fuera aleccionando o juzgando de forma positiva o negativa en relación a la religión.

En realidad se trata de abordarlo como una mitología y tratar de decir: aquí hay un mundo justo más allá del nuestro y aquí hay una batalla que se propaga bajo nuestras narices y de la que ni siquiera somos conscientes.

Pero para poder hacer esto hay que ser respetuoso con la religión y la fe de las personas, hay que tratarlo con seriedad, hay que entender que cuando cuentas historias dentro de este ámbito estás contando historias que resuenan profundamente dentro de los espectadores.

Así que no se puede ser simplista con la espiritualidad; no se puede ser simplista con la fe. Tienes que abordar el tema en cuestión con el peso y la fuerza y el respeto que merece, porque son partes integrales de las vidas de los espectadores.

El trabajo como narrador es, primero y ante todo, entretener —contar una historia que enriquezca a las personas y también les entusiasme y les alegre— pero también hay que tener cuidado con no explotar un tema y con no tratar a la ligera aquello que la gente valora.

Es una responsabilidad que, según creo, sentimos profundamente en el despacho de escritores todos los días; el hecho de contar algo que, en definitiva, inspire al público y cree esperanza, incluso cuando en el proceso les está poniendo a los espectadores los vellos como escarpias del susto.

Entonces, cuando escribe algo como esto, ¿el proceso le cambia o se mantiene usted distante?

Un poco. Para poder contar una historia como esta tienes que ser capaz de meterte en la cabeza de los personajes y en esta serie tenemos una serie de personajes que abordan la fe y la espiritualidad desde perspectivas muy diferentes.

Así que si miras al padre Marcus, que tiene una fe inquebrantable, sólidamente fundamentada, entonces su fe es su arma, su armadura, lo único con lo que no tiene dudas.

Y luego tenemos al padre Tomas, que no comparte esa misma fuerza… Tiene preguntas sobre su propósito en el mundo y sobre si está haciendo o no lo correcto.

Y luego miras a los miembros de la familia Rance y algunos son ateos y no creen en la idea de Dios, para empezar, y mucho menos en la idea de la posesión demoniaca.

Así que creo que es útil ser lo bastante flexible intelectualmente como para contar historias que son reales para esos personajes y sus emociones, en lugar de meter con calzador los personajes para que encajen en tus puntos de vista y tus creencias personales.

Es una pequeña lucha, pero el pasar todo el día, todos los días, pensando en la fe, en la espiritualidad, en el bien y el mal, te aporta, como poco, un nuevo reconocimiento de los problemas que muchas personas afrontan diariamente y de lo difícil que puede ser discernir la fe de tu educación y aquello que realmente crees y los motivos por los que lo crees y, la verdad, es algo con lo que tenemos problemas a veces en la serie…

Es decir, es fácil creer en Dios cuando tienes ante ti un arbusto en llamas que te habla con la voz de James Earl Jones; pero es mucho más difícil creer cuando Dios es silencioso y tienes que interpretar sus mensajes y descifrar qué quiere Dios que hagas.

Así que creo que los problemas a los que se enfrentan nuestros personajes son probablemente los mismos a los que se enfrentan los miembros de nuestra audiencia y, sin duda, son cuestiones que yo mismo también me planteo en mi propia vida.

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