Entrevista al director del apasionante documental “Un millón de hostias”
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David Moncasi es un periodista y director de cine que un buen día conoció la historia de 13 monjitas en Cuba. Quedó prendado de la idea de poder mostrar un convento de clausura dentro de la Cuba comunista: “Si ellas nos dejaban entrar, teníamos que contarlo”.
5 años de espera después… pudieron entrar a grabarlo y la espera mereció la pena. Un millón de hostias es el documental que muestra la historia de estas monjas, su trabajo fabricando un millón de obleas para toda la isla y también la fe y el cristianismo en Cuba. Un documental que está teniendo muchísimo éxito. En El Espejo de COPE, David Moncasi muestra su experiencia.
Enhorabuena por el trabajo y por el proyecto, que está siendo todo un éxito. Presentaciones en Málaga, Touluse, Trento, Nicaragüa. ¿Esperabais que la historia de 13 monjas tuviera tanto éxito?
La verdad es que no. La historia, nos dimos cuenta cuando la descubrimos, es absolutamente apasionante.
Descubrimos a las monjas hace 6 años y estuvimos 5 años esperando que nos dieran permiso para entrar. Lo que se vivía en ese convento de clausura dentro de la Cuba comunista nos parecía algo que, si ellas nos dejaban entrar, teníamos que contarlo.
5 años esperando para poder grabar…Habrá sido una experiencia personal impactante. ¿Hay un antes y un después?
Ha sido fascinante y hay un antes y un después porque este documental lo hemos conseguido gracias a nuestro hijo Bruno, que con 9 meses convenció a las monjas.
Íbamos a visitar a las monjas y ellas nos decían que esperáramos, que ya habría una señal para darnos permiso. Un día fuimos con Bruno al convento, entramos y al salir nos dijeron: “Podéis grabar el documental”. Hay un antes y un después… segurísimo.
Bruno vino con un documental bajo el brazo…
Exacto. (Risas). Y luego la historia, el contacto con esas 13 hermanas ha sido una experiencia que yo no voy a olvidar en la vida.
Lo que más me ha impactado a mí es que en Cuba han pasado muchas cosas en los últimos 60 años y alguna de las monjas viven ajenas a lo que ha pasado en Cuba y en el mundo. No les interesa lo más mínimo. Ellas tiene otra dinámica vital.
La felicidad con la que las monjas viven entregadas a fabricar las obleas me impactó.
Eso es lo que más llama la atención del documental…Uno se da cuenta de que no hacen falta grandes cosas para llenar la vida de una persona.
Por supuesto. La sensación que tienen ellas, de que tienen una finalidad… trabajan y la cumplen con una dedicación exquisita.
La práctica totalidad de las obleas de Cuba las fabrican ellas y sólo pensar que las formas que fabrican llegan de un extremo a otro de la Isla, a mí me pareció maravilloso. Viven entregadas a esto.
Otra de las cosas que me sorprendió es ver las historias de católicos que viven en la isla. En Cuba el catolicismo y la relación Iglesia católica-Estado ha tenido sus más y sus menos…
Cuando ves a esa gente que es católica, que no aparece en los medios, de la que no se sabe nada… En Cuba hay gente que vive pensando en la fe. No tenía ni idea me sorprendió muchísimo.
Cuéntanos algo que se haya quedado fuera y pienses “qué pena no poder contarlo”. ¿Cómo es su día a día, sus experiencias, su relación con los católicos?
En cuanto al mundo de los católicos cubanos, a mí me impactó mucho la vida de los padres de una joven monja cubana.
Con ellos hemos grabado poco tiempo, pero nos dejaron absolutamente impactados. El cómo vivieron ellos, que no la habían educado en la fe católica, que su hija se hiciera monja…Una hija única que un buen día les dice: “Papa, mamá, quiero entrar en el convento”. Cómo esa mujer contaba eso….
Y luego está su vida cotidiana ahora. Una vez al mes van al convento a ver a su hija. Nos parecía como que viven con una dicotomía: tristeza porque perdían a su hija y alegría porque la ven feliz. A mí todo eso me dejó absolutamente impactado.
No es un documental sobre religión, pero la religión lo vertebra, muestra cómo la religión es transversal a la vida de los católicos en Cuba.
Hay una de las historias: la de la señora que reparte obleas. Son tres generaciones de mujeres cubanas (la madre, la abuela y la nieta). La nieta era monaguilla pero se alejó de la fe, luego vuelve…
Esa cosa de tres generaciones viendo cómo viven la fe, es de alguna manera un retrato de Cuba.
En el final del documental, tenemos la visita del papa Francisco a Cuba. ¿Cómo vivieron estos días, estos momentos?
Cuando nos enteramos de la visita del Papa, las monjas me dijeron: “Estamos estresadas porque tenemos que elaborar las obleas para la ceremonia de la isla. Nos faltó tiempo para pillar los billetes e ir a grabarlo.
Fue emocionante el verlas a ellas… recuerdo cómo a las 4 de la mañana salían del convento (unas monjas que llevaban 35 años sin salir a la calle) para ir a ver al Papa. Subir en un furgón, ponerse en primera fila…fue muy emocionante.