Attende Domine
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Ad te, Rex summe, omnium Redemptor, oculos nostros sublevamus flentes: exaudi, Christe, supplicantum preces.
El canto gregoriano es reconocido por la Iglesia católica como el canto propio de la liturgia romana. Es un canto litúrgico interpretado normalmente por un coro de voces blancas, o masculinas, o por un solista llamado ‘cantor’.
Normalmente debe cantarse a cappella, es decir, sin acompañamiento instrumental, para que no se altere de ninguna forma la estructura de este tipo de música.
Es un canto que usa un ritmo similar al de la respiración, se crea por lo tanto, una armonia, entre la frase cantada y la respiración del cantor, por eso es una música que favorece la meditación y la interiorización de las palabras cantadas, y posee un efecto psicológico y fisiológico muy profundo: la respiración se calma y el latido cardíaco disminuye.
En este contexto musical el individuo puede fácilmente alcanzar un estado de atención y relajación. Es un ejercicio que ayuda a la concentración y da mucha energía y es una óptima práctica de meditación.
Attende Domine, hace referencia al Salmo 50: ‘Miserere’. Por su carácter y solemnidad, el mejor destino para este pasaje es el de un himno de entrada en el tiempo de Cuaresma, pues introduce muy bien al clima de celebración del tiempo litúrgico.
Por Costanza d’Ardia