Existe incluso una leyenda que liga el nacimiento de la granada a la Pasión de Cristo
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La granada, por sus numerosas semillas, siempre ha sido un signo de abundancia, riqueza y fertilidad. Una leyenda sobre la Pasión, algunos pasajes de la Biblia, y célebres pinturas la transforman en una especie de “fruto de Dios”.
La subida al Calvario
Una leyenda cuenta que Jesús subía fatigosamente la vía del Calvario, llevando a los hombros la pesada cruz. De su frente, atravesada por la corona de espinas, caían gotas de sangre. Junto a él caminaba la Madre, junto a otras piadosas mujeres.
Los apóstoles, atemorizados, seguían a Jesús desde lejos, para que no les vieran; y uno de ellos, cuando el triste cortejo pasaba, recogía los guijarros enrojecidos, rociados por la sangre bendita de Jesús, y los ponía en un saquito.
Al anochecer, los Apóstoles se reunieron tristes en el Cenáculo; el apóstol piadoso sacó del bolsillo el saquito para mostrar a los compañeros las reliquias de la sangre de Jesús; pero en el saquito encontró un fruto nuevo, de piel dura y áspera y dentro muchos granos, rojos como la sangre de Jesús. Así nacería la granada (http://www.tropeaedintorni.it).
Por supuesto, es sólo una leyenda. Pero ciertamente la granada es un fruto muy conocido en Israel desde los tiempos bíblicos, y vale la pena recorrer algunos pasajes en la que se la cita.
Fruto de la Tierra Prometida
Hay otros relatos piadosos sobre la granada. En la Biblia, la granada es uno de los frutos que la tierra prometida produce en abundancia, garantizando la vida: la tierra dada por Dios es rica porque es “tierra de trigo, de cebada, de vides, de higos y de granadas; tierra de olivos, de aceite y de miel” (Dt 8,8).
Junto a la uva y a los higos, la granada es también uno de los frutos
que los doce exploradores, tras haber inspeccionado la tierra en la que estaban a punto de entrar y comprobar que Dios había mantenido su promesa, llevaron a Moisés: “Cuando llegaron al valle de Escol, cortaron una rama de vid con un racimo de uvas, y tuvieron que llevarla entre dos, sostenida con una vara. También recogieron granadas e higos” (cfr. Num 13,23).
Los vestidos del Sumo Sacerdote y la decoración del Templo
Como signo de la bendición de Dios, la granada decora los vestidos del sumo sacerdote: “Adornarás el ruedo con granadas de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, intercaladas con campanillas de oro. Las campanillas de oro y las granadas estarán dispuestas alternadamente, una al lado de otra, a lo largo de todo el ruedo” (Ex 28,33-34).
El libro del Eclesiástico recuerda la gloria sacerdotal que Dios confiere a Aarón: “Puso granadas alrededor de su manto y lo rodeó de numerosas campanillas de oro, para que tintinearan a cada uno de sus pasos, haciendo oír su sonido en el Templo, como memorial para los hijos de su pueblo” (cfr. Eclo 45,9).
https://www.youtube.com/watch?v=ntKorFdWcs4
La granada adornaba también los capiteles del Templo indicando la bendición que brota de la alianza con Dios. El rey Salomón: “Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel. En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capiteles” (1 Re 7, 18.20).
La granada y el amor
La granada adquiere una fuerte carga simbólica en el libro bíblico que canta el esplendor del amor fiel: el Cantar de los Cantares, donde es símbolo del amor fecundo y de la intensa relación entre el amado y la amada. La belleza de la amada, llena de vitalidad, es descrita con la granada: “Como cortes de granada son tus mejillas, detrás de tu velo” (cfr. 4,3). En el jardín, lugar del amor, florecen los granados. El esposo que busca a la esposa va a ver si en el jardín han brotado los frutos (cfr. Ct 6,11).
El amado descubre en el granado, cuyo frito es rico de semillas y de color rojo, símbolo de la fascinación del amor, que su amada es esposa fecunda, llena de vida y portadora de felicidad.
En la pintura medieval
En la Edad Media se convierte en símbolo de Resurrección y empezó a aparecer en las pinturas sagradas. En la mano de la Virgen alude en cambio a la castidad. Por ejemplo, el la Madonna del Magnificat pintada por Sandro Botticelli entre 1481 y 1485.
La granada que sostienen en la mano la Virgen y el Niño Jesús asume el doble significado de castidad y resurrección (estaurars.altervista.org).