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Dejar que tu bebé tenga tiempo de pantalla puede enriquecer tu vida familiar

Little girl sitting on her mother's lap looking at digital tablet

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Ashley Jonkman - Aleteia For Her - publicado el 04/11/16
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Nuevas recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría sobre tecnologías

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A mediados de octubre la Academia Americana de Pediatría (AAP) cambió sus recomendaciones respecto a cuánto tiempo frente a una pantalla debería permitirse para los niños menores de dos años. De hecho, “levantaron la prohibición” sobre el tiempo que los bebés pasan ante una pantalla, y padres y madres de todo el mundo respiraron aliviados (yo incluida).

He intentado seriamente limitar el tiempo que mis hijos pasan ante una pantalla. Hace unos años, como madre primeriza, leí la recomendación inicial de la AAP de que los niños con menos de dos años no deberían dedicar ningún tiempo a las pantallas, así que con mi primer hijo tenía la voluntad férrea de seguir la recomendación.

Incluso el papa Francisco, tan amigo de las redes sociales, reconoció el grave problema que puede ser el tiempo de pantalla y cuánto nos puede perjudicar en nuestra vida familiar.

Demasiado tiempo frente a una pantalla tiene el potencial de separarnos de nuestras familias y exponernos a nosotros y a nuestros hijos a un contenido que, en el peor de los casos, es dañino, y en el mejor de los casos, es ridículo y una pérdida de tiempo.

Así que, cada vez que era “débil” y encendía la caja tonta, me inundaba un sentimiento de culpa y vergüenza por quebrantar las normas tecnológicas.

Ahora, embarazada de mi tercer hijo, he relajado mi postura un poco, pero estoy muy de acuerdo en que demasiado tiempo de pantalla puede ser hipnótico para los niños y puede impedir que quieran buscar experiencias en el mundo real necesarias para aprender y desarrollarse física y mentalmente.

Así que cuando leí por primera vez esta nueva recomendación, puse los ojos en blanco pensando que la AAP acababa de sucumbir a la presión de los padres (¡o quizás incluso a la presión de las empresas tecnológicas!) para que se dejaran de sentir culpables sobre una práctica tan extendida en nuestra cultura; sin embargo, en realidad demasiado tiempo de pantalla es dañino por naturaleza.

No obstante, después de profundizar en la reciente declaración de la AAP sobre la cuestión, creo que en realidad es una recomendación factible, repleta de matices, y que probablemente hasta el Papa estaría de acuerdo con ella.

La AAP sin duda no defiende un hogar donde la tecnología se adueñe de todos libremente. En realidad, la organización se centra en cómo usar las pantallas de forma productiva, educacional, como refuerzo moral y apoyo a la construcción de relaciones.

La guía afirma ahora que las pantallas que se usan para conectar y comunicar son buenas para la infancia y que, más allá de esto, los padres deberían tratar de participar en la tecnología junto a sus hijos, asumiendo el papel de “mentor de medios”, en vez de usar las pantallas como niñeras.

Es mejor buscar la calidad del tiempo de pantalla en lugar de negar la situación y fingir que no sucede

Es una forma mucho más sensata de abordar el uso de las pantallas, mejor que simplemente prohibir cualquier tecnología antes de los dos años; algo que, de todas formas, resultaría casi imposible para muchos padres, en especial cuando hay hermanos mayores haciendo uso de dispositivos alrededor de los pequeños.

La doctora Jenny Radesky, principal autora de la normativa y miembro del Consejo de la AAP sobre Comunicaciones y del Comité Ejecutivo de Medios, dijo en una declaración reciente: “El objetivo es que los padres y los cuidadores preparen a los niños para crecer en un mundo saturado de redes sociales, tanto en la infancia (cuando el videochat es apropiado), como hasta los tres años de edad (cuando las aplicaciones deben ser escogidas con cuidado y usadas con supervisión de un adulto) y en preescolar (cuando programas efectivos como Barrio Sésamo pueden ayudarles a aprender comportamientos prosociales o nuevas ideas que desarrollar en sus mentes)”.

Otra experta, la doctora Devorah Heitner, autora del nuevo libro Raising Digital Natives [Criando a nativos digitales], está de acuerdo con la revisión de la AAP sobre sus normas. “No creo que la mayoría de los padres estuviera esperando a que les dieran permiso para darle el iPad a su niño de 18 meses, así que es mejor reconocer este hecho y buscar la calidad del tiempo de pantalla en lugar de negar la situación y fingir que no sucede”.

También reivindica que el tiempo de pantalla de hoy —en especial para niños mayores— no es para nada como el tiempo de pantalla de nuestras infancias. En vez de estar sentados de forma pasiva frente a la televisión, Internet ha abierto un infinito mundo de nuevas maneras en las que los críos pueden aprender de forma activa usando las pantallas, ya sea viendo vídeos para aprender a hacer algo, o creando un blog propio, conectándose con los amigos o componiendo una canción en GarageBand.

Deberíamos centrarnos en el aprendizaje, la creación y la cooperación activos, en oposición al aislamiento, la falta de concentración o el consumo abusivo de videos.

Seré la primera en confesar que, como madre que trabaja en el hogar, a veces mi defecto es que enciendo la televisión para poder terminar una tarea sin tener que desarrollar cuatro brazos más para poder tener el trabajo listo sin manotazos en el teclado. Sé que no es una situación ideal, pero es aceptable y funciona en nuestra familia de vez en cuando.

Pero en vez de sentirme automáticamente culpable por hacerlo, elijo sacar el máximo provecho: la enmienda de la AAP me ha recordado que debo elegir una programación de calidad, e incluso traer mi portátil a la sala de estar para poder intercalar preguntas y comentarios sobre el vídeo mientras mis hijos lo miran y yo trabajo.

Además, me siento aliviada de saber que he aprobado en los demás usos que hacemos de las pantallas en nuestra familia: a veces organizamos fiestas de baile familiares con animados vídeos musicales de Youtube, o miramos vídeos o fotografías de la increíble creación de Dios, o hacemos videoconferencias con familiares y amigos alejados, o simplemente miramos osos panda adorables o desternillantes perros con sus divertidas reacciones.

Todas estas cosas son buenas y tienen incluso un cierto sentido divino, ya que mi familia y yo las experimentamos todos juntos.

En vez de permitir que la culpa me corroa cada vez que usamos la tecnología de forma positiva y productiva, escojo sentirme agradecida por el acceso que tenemos a familia, amigos e información y a todas las cosas buenas y valiosas que están a nuestra disposición gracias a la tecnología.

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