Una tarea elogiable con retos y desafíos en Ecuador: más jóvenes y recursos
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“Reunir ropa en el lugar de trabajo para entregársela a quien más lo necesita, reunirse con personas mayores de vez en cuando para escuchar sus historias; donar sangre, hacer sonreír a alguien, dar comida a los sin techo…, son obras que generarán un impacto positivo en la sociedad”.
Cualquiera que escucha estas palabras podría consentir sin problemas que se trata de un discurso del Papa Francisco hablando de la misericordia. Pero estas palabras no son de Francisco, sino de Jenny Chica, una ecuatoriana comprometida con los demás.
La labor es llevar esperanza en Guayaquil. Se hace desde diferentes ámbitos, pero con un fin común. Se trata del día a día de los miembros del voluntariado en Ecuador.
Por lo general, cuando acontecen incendios, accidentes o tragedias, como la del pasado 16 de abril con el terremoto de 7.8 grados que afectó la zona costera de Ecuador, son los primeros en recibir aplausos y reconocimientos. Pero cuando las noticias no hacen ruido, el trabajo silencioso continúa y deja sus frutos.
Sin embargo, las dificultades y desafíos también forman parte de la esencia de esta actividad. Es por ello que, durante un congreso que reunió a más de 120 voluntarios de Guayaquil se especificó que la necesidad de contar con más jóvenes, así como el tema vinculado a los recursos forman parte de los retos más importantes que tienen por delante las diferentes organizaciones.
“Las personas, incluso los jóvenes o chicos universitarios, no se dan cuenta que con 10, 15, 30 minutos diarios o con apenas unas horas del fin de semana, se puede cambiar el mundo de muchos”, expresó a El Expreso de Guayaquil Alba Viteri, presidenta de la Asociación Coordinadora del Voluntariado (Acorvol) respondiendo de alguna manera a uno de los nuevos retos.
Es que muchos evitan vincularse a este tipo de organizaciones afirmando que no tienen tiempo. A esto se suma la carga horaria a nivel laboral de los últimos años que invita a resignar horas destinadas a otras actividades, entre ellas, ayudar al prójimo.
¿Cómo enfrentar esta problemática? Es la pregunta que se plantea en el informe presentado por El Expreso de Ecuador.
Jenny, que integra la Federación Ecuatoriana de Trabajo Voluntario y cuyas palabras podrían asociarse a las de Francisco, ya dio la respuesta anteriormente a través de tres acciones: mayor apoyo económico; sembrar espíritu de solidaridad en las escuelas y tener pequeños gestos mínimos y cotidianos hacia los demás (¿acaso esto no es también revolución de la ternura?).
“Las buenas acciones no tienen forma, ni dimensión. Las podemos hacer a diario, en el lugar de trabajo o el vecindario. El futuro depende de lo que hagamos en el presente. Es tiempo de ayudar”, agregó Jenny, quien también pretende instaurar el Día de Buenas Acciones en Ecuador, tal cual sucede en otros países de la región cada 3 de abril.
“Si no podemos hacer voluntariado los 7 días de la semana, entonces valdría la pena hacerlo al menos un día”, agregó.
Pero sus otros colegas van más allá e insisten en la necesidad de contar con mayor cantidad de mano de obra de forma urgente, al igual que contar con respaldo económico y mejorar el trabajo en red.
“Otro de nuestros retos son las redes. Necesitamos, todos los voluntarios, aprender a manejarlas. Eso nos permitirá ejecutar acciones en línea, cruzar fronteras. Pedir apoyo fuera de la ciudad”, indicó Rina Garcés, vicepresidenta de Acorvol.
El testimonio de Jenny, al igual que la preocupación de otros voluntarios ecuatorianos, solo deja de manifiesto una cosa, que es posible cambiar las vidas de otros que lo necesitan donando tan solo algunos minutos de tiempo.