Entre terapia y mejora del cuerpo
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Nadie podría poner en duda los beneficios de la tecnología en el ámbito de la medicina, cuyos logros saltan todos los días a los titulares de los medios.
El 16 de abril de 2015 supimos que estaban teniendo lugar ensayos clínicos en Rusia con el primer exoesqueleto para provecho de personas que habían perdido el uso de los miembros inferiores. Fruto de una colaboración entre la sociedad ExoAtlet y la Universidad Estatal de Moscú (RSMU), este exoesqueleto ligero y relativamente compacto permite, después de unas treinta horas de formación, que personas paralizadas caminen. Su comercialización masiva está prevista para dentro de poco [1].
Después de algunos meses, la organización estadounidense sin ánimo de lucro Enabling The Future [2] ofreció a niños que habían perdido un brazo prótesis para reemplazarlo.
Se trata de prótesis ultraligeras, realizadas en pocas horas gracias a impresoras 3D, personalizadas (en forma y color) y, sobre todo, completamente articuladas (cada dedo está articulado individualmente y permite a los niños hasta atarse los cordones de los zapatos).
La frontera entre la curación y la mejora no es tan clara
Existe la idea preconcebida de que las religiones son favorables al avance de la tecnología con fines curativos, pero menos a las innovaciones con fines mejorativos. Aliviar el sufrimiento sería bueno, deseable, moral, mientras que una intervención para aumentar el rendimiento sería casi inmoral.
Sin embargo, la frontera entre la curación y la mejora no es tan clara, a varios niveles. A nivel tecnológico, inclusive: una misma tecnología puede ser utilizada para sanar, pero también para mejorar. A nivel de la enfermedad: ¿qué es una enfermedad, teniendo en cuenta que la lista de las consideradas enfermedades puede cambiar con el tiempo, las culturas y las prioridades de marketing de la industria farmacéutica? [3].
Y por otro lado, ¿qué significa ser normal? Cabe citar las palabras de Leon Kass, antiguo director del Consejo de Bioética de la Casa Blanca, poco sospechoso de simpatizar con la mejora del ser humano a través de la tecnología: los que introducen la distinción entre terapia y mejora esperan de esta manera distinguir entre lo aceptable y lo inaceptable en el empleo de biotecnologías. La terapia es siempre es éticamente buena, la mejora es, al menos prima facie, éticamente sospechosa. Pero esta distinción es inadecuada y en última instancia inútil para el análisis moral [4].
Distinguir los bienes finales de los bienes instrumentales
En un artículo publicado en el Journal International de Bioéthique [5], Bernard Baertschi señaló lo siguiente: desde el inicio de los tiempos, cada uno ha buscado por diversos medios mejorar ciertas cosas en su persona. Aumentar su memoria con entrenamiento, la inteligencia con el estudio, la fuerza con el atletismo, la capacidad de atracción con el cuidado corporal… Nada nuevo, cambiar el parachoques o el capó de un coche no lo convierte en algo distinto a un coche. En el mismo orden de ideas, las mejoras efectuadas tienen el fin de optimizar una facultad, una competencia, un estado de humor, pero rara vez el de cambiar ontológicamente a la persona.
Además, hay que hacer una distinción entre los cambios que son en sí mismos el objetivo (bienes finales) y los cambios que persiguen algún otro propósito (bienes instrumentales).
Sin embargo, cada persona persigue sus objetivos vitales específicos y que corresponden a su definición de una vida exitosa. La actualización de sus objetivos vitales exige una mejora de sus capacidades, sean fines o instrumentos.
Esto permite a Bernard Baertschi enunciar un principio normativo: mejorar una capacidad que permite a un individuo conseguir los objetivos que él mismo se ha fijado o para conseguirlos mejor, es algo bueno [4].
Para entendernos, todos quieren conseguir cosas en su vida (hay una base común de bienes finales: tener buena salud, estar en un estado mental positivo, etc.), es legítimo entonces usar para lograrlo los medios de los que se disponga, desde una taza de café hasta la nanotecnología.
Considerar cuáles deben ser lo “fines”
¿Esto significa que las mejoras biotecnológicas no tienen ninguna incidencia sobre nuestra humanidad? Ciertamente no. Leon Kass nos advierte: cuando las innovaciones tecnológicas se emplean en medicina convencional, las cuestiones que conciernen a los fines son del todo claras. Queremos curar al enfermo. Y nuestras nuevas capacidades podrían permitirnos hacerlo con más eficacia. Pero cuando esas mismas tecnologías nos capacitan para ir más allá de los objetivos tradicionales de la medicina para cambiar nuestro cuerpo y nuestra mente con fines distintos a la restauración de la salud, nos adentramos en terreno desconocido. Debemos considerar seriamente cuáles deben ser estos fines y qué precio nos podríamos ver obligados a pagar si los perseguimos a través de las biotecnologías [7].
Baertschi recalcó que no son los fines los novedosos ni los que chocan, sino más bien es el carácter biotecnológico el que disgusta, ya que el mejorar las capacidades y el rendimiento del ser humano por medio de la tecnología es lo que constituye la condición del ser humano desde la noche de los tiempos [8].
No, en realidad no son los fines los tendenciosos, sino los medios que se emplean para obtenerlos. Los medios tienen un saldo moral y no están justificados por el fin. La cuestión que se plantea, por tanto, es la siguiente: los medios biotecnológicos, puesto que provocan cambios en el interior del cuerpo, ¿ponen en cuestión nuestra humanidad o nuestra dignidad como seres humanos?
Sin embargo, Baertschi no ve motivos para considerar que las mejoras biotecnológicas sean deshumanizadoras en sí. A menos que el proyecto sea el de abandonar la humanidad.
[1] Russia Today, 16/04/15 (http://rt.com/news/250361-russia-exoskeleton-clinical-test).
[2] http://enablingthefuture.org/upper-limb-prosthetics/the-limbitless-arm/
[3] Ronald Cole-Turner, “The Tranhumanist Challenge in Transhumanism and Transcendence”; Georgetown University Press, 2011, p. 4.
[4] Leon Kass, “Ageless bodie, happy souls: biotechnology and the pursuit of perfection”; The New Atlantis, n.º 1, primavera 2014, p. 13.
[5] Bernard Baertschi, “L’humanité se dit de multiples manières”; Journal International de Bioéthique, 2011, vol. 23, n.° 3-4.
[6] Bernard Baertschi, “L’humanité se dit de multiples manières”; Journal International de Bioéthique, 2011, vol. 23, n.° 3-4. p. 71.
[7] Leon Kass, “Reflections on Public Bioethics: A View from the Trenches”; Kennedy Institute of Ethics Journal, vol. 15, n.° 3, 2005, p. 235.
[8] Bernard Baertschi, “L’humanité se dit de multiples manières”; Journal International de Bioéthique, 2011, vol. 23, n.° 3-4. p. 73.