En el país sudamericano hay más de 400 barrios críticos afectados por el tráfico ilícito de drogas
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El Amendral es un barrio ubicado en la localidad chilena de Valparaíso destacado por su actividad comercial. Como todo barrio tiene luces, gracias a su infraestructura, servicios y gente. Sin embargo, también tiene sombras, pues se trata del barrio que concentra mayor número de delitos por narcotráfico de la región metropolitana de Chile.
El narcotráfico es uno de los flagelos contemporáneos más extendidos en América Latina, y Chile no es la excepción. Según el reciente informe publicado por la Fiscalía Nacional Observatorio 2016 del Narcotráfico en Chile, en el país hay 426 barrios críticos afectados por el tráfico ilícito de drogas a lo largo de 16 comunas de la Región Metropolitana, entre ellos El Almendral.
El informe analiza la evolución del narcotráfico en los últimos 10 años y pone sobre la mesa aspectos estructurales vinculados a las jerarquías y bandas barriales, entre otras cosas.
En cuanto a las principales drogas, en los últimos dos años, indica el informe, se refleja un incremento del 26% en el decomiso de marihuana (2015 versus 2014) y del 8% en clorhidrato de cocaína en el mismo periodo, mientras que la incautación de pasta base bajó un 19%.
Las denuncias por delitos de drogas se duplicaron entre 2006 y 2015 al pasar de 11.322 a 23.827 el año pasado. Y con ello el aumento de las sentencias condenatorias de personas involucradas con este delito.
Por otra parte, Chile se encuentra cerca de tres de los principales países productores de cocaína en el mundo como Perú, Bolivia y Colombia, algo determinante para el crecimiento del tráfico de drogas a través de la presencia de lanchas rápidas en las costas para trasladarla, por ejemplo.
Otro de los datos que deja entrever el informe tiene que ver con la estructura de las bandas barriales. Es ahí donde aparece la figura del “guardaespaldas”, figura de confianza del líder narcotraficante barrial que por lo general es un amigo de la infancia o familiar.
Pero también aparecen otras figuras como la del “soldado”, alguien que suele mostrar lealtad a los líderes y realizan negocios, o el “zombi” y el “sapo”, ambos de menor escalafón: un joven que hace tareas de vigilancia sobre la población y alerta sobre la presencia policial.
Luego, más abajo, vienen las redes de distribución que se encargan del menudeo. Y estas estructuras suelen compararse con las de las microempresas en el sentido de que básicamente cada organización está integrada por un núcleo reducido de personas que contratan a terceros para sus fines.
Esta es la realidad que golpea a El Almendral y al resto de los barrios puestos a consideración en Chile. Es un problema que trasciende fronteras, que tiene más fortaleza en otros países de la región, pero no por ello incapaz de dejar una huella muy fuerte en el país.
La publicación de la Fiscalía de la Nación pretende darle visibilidad al tema y dar herramientas de trabajo para la prevención y la persecución de estas personas vinculadas al narcotráfico que favorecen con su actividad a la corrupción de tantos jóvenes de los barrios chilenos y de tantos otros lugares del continente.