La acumulación de regalos puede ser perjudicial para los niños
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La Navidad es, probablemente, la época más especial del año, y la inminente visita de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente a nuestra casa nos llena de emoción. Pero ¿no estarán nuestros hijos recibiendo muchos más regalos de los que les convienen?
No hace falta realizar un estudio para constatar que nuestros hijos reciben más regalos de los que deberían. Y esto es algo que, según advierten los expertos, puede resultar perjudicial para el desarrollo del pequeño, pues la acumulación de regalos hace que el niño pierda la ilusión, se disperse con facilidad y que, a largo plazo, pueda convertirse en una persona caprichosa, egoísta y consumista. Es lo que en psicología se llama “síndrome del niño hiperregalado”.
Consecuencias indeseables
Porque si durante el año los padres se esfuerzan en educar a sus hijos en la sobriedad, ¿por qué se les olvida al escribir la carta a los Reyes?
Sara Pérez-Tomé, psicóloga y directora del gabinete de asesoramiento familiar Sophya, explica que, cuando a un niño se le regala de todo, “incluso cosas que no ha pedido o ni siquiera sabe qué son, en muchas ocasiones se hace más por ostentación que por complacer al niño”. Y esa abundancia desmedida afecta negativamente a su desarrollo, no solo a corto plazo.
Las principales consecuencias que se derivan de hiperregalar a los niños son, como explican desde el gabinete Sophya, la poca tolerancia a la frustración, porque han obtenido miles de gratificaciones sin razón ninguna; apreciar menos lo que tienen, porque no se han esforzado por conseguirlo; y que se conviertan en personas materialistas, ya que pueden llegar a valorar a sus compañeros en función de la cantidad de regalos que hayan recibido.
También hace a los niños insaciables, pues cuando ya han obtenido algo siempre piensan en qué van a recibir después. También provoca que se sientan continuamente insatisfechos, porque pretenden llenar un vacío que no se satisface con juguetes, y el pequeño tiene una sensación de falsa omnipotencia, porque se ve con capacidad de elegir cualquier cosa y de conseguirla siempre, lo que le lleva a no distinguir entre lo que es factible y lo que no, provocando una sensación de abundancia irreal.
No adelantarse a sus deseos
En ocasiones, cuando los Reyes Magos traen regalos que los padres no pudieron tener de niños “es más por llenar la carencia del padre que por la ilusión del pequeño”, indica Pérez-Tomé. Además, como la psicología humana funciona mediante estímulos de motivación y necesidad, no es conveniente que los niños reciban algo antes de que puedan llegar siquiera a desearlo: por más que a cierta edad sea frecuente recibir una bici, unos patines o una videoconsola, adelantarnos a sus deseos provoca que los niños tengan todas las “necesidades” cubiertas y ninguna motivación por conseguir nada…, porque lo tienen todo.
A pesar de que los más pequeños suelen tener claro qué es lo que quieren, Pérez-Tomé anima a que los padres les ayuden a elegir, para que el día de Reyes reciban un regalo que encaje con sus gustos y necesidades. “Hay que tener en cuenta su edad, su personalidad y su situación emocional”, precisa.
Además, recomienda regalar “más juegos que juguetes, porque con los juegos se comparte más y siempre se aprende algo, según la edad del pequeño”. También destaca las cualidades de los juguetes creativos, como los de construcción tipo Meccano o Lego, que “activan sus cinco sentidos”.
La otra Navidad
En 2014, Ikea lanzó una campaña en las redes sociales bajo el hastag #LaOtraNavidad, que no hace sino ratificar las palabras de Pérez-Tomé. En ella, los niños escribían una carta a los Reyes Magos en la que pedían un sinfín de juguetes, incluso un unicornio. Después, escribieron otra carta con lo que les gustaría pedir a sus padres esa Navidad. Todos sin excepción les pedían que pasaran más tiempo con ellos, que cenaran juntos o que les hicieran cosquillas y les leyeran un cuento.
El vídeo tuvo más de doce millones de reproducciones en YouTube, tal vez porque la firma sueca logró con su ficción publicitaria reflejar una realidad: lo que más quieren nuestros pequeños es pasar tiempo con su familia. Así que, queridos Reyes Magos, este año: ¿podríais traer menos regalos y más tiempo juntos?
El regalo perfecto no es un regalo
La psicóloga Sara Pérez-Tomé propone “convertir los regalos en algo mágico que no sea solo material”, es decir, “que el regalo sea una ilusión y no algo que se compra o se pide a los Reyes y ya está”. También propone “fomentar la espera: acompañarlo a una tienda a ver el juego en cuestión, escribir juntos la carta a los Reyes, recortar el juguete de un catálogo y pegarlo en una cartulina para que pueda colgarlo en su habitación… En definitiva, se trata de acompañarlo en esa ilusión que, al fin y al cabo, es un sueño y en compartir tiempo y afectividad con él”.
Así, “cuando vea que Sus Majestades le han traído eso que tanto deseaba, irá corriendo a buscar a sus padres para decirles: ‘¡Es justo lo que quería; es lo que habíamos pensado!’”, apunta la psicóloga. Además, anima a que en casa de los abuelos o los tíos, si también se reciben regalos, los padres puedan escribir una carta en nombre de la familia para que los Reyes dejen algo conjunto para todos.
“Es muy positivo que se regalen experiencias en familia, es decir, que el regalo consista, por ejemplo, en ir con los abuelos un día al cine o a una casa rural, incluso de excursión, y que se asocien esos momentos en familia, divertidos y distintos, con el regalo”.