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¿Terminaste una relación? Antes de embarcarte en otra, supéralo

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Obvious - publicado el 25/01/17
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Todo término de una relación merece un periodo de silencio, de respeto, de quietud

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Es casi automático: en todo fin de una relación aparece un amigo/a, con la mayor buena intención del mundo, que nos aconsejará curar el amor antiguo con uno nuevo. Y lo que es peor: hay personas que, realmente, creen que esto funciona.

La rutina de quien acaba de quedar solo es cruel y, si no tienes mucho autocontrol, entrarás en una espiral psicótica en cuestión de segundos.

El calendario pasa por un cambio tan brusco que piensas que el año ha cambiado sin previo aviso: ya no tienes a quién ir a buscar al trabajo, no tienes compañía para ir el cine, los planes para salir de noche desaparecen y el domingo parece que nunca se acaba.

En esos días, entras en desesperación y quieres, a cualquier coste, encontrar una compañía, para llenar los días que se vuelven demasiado largos (cuando, en la peor de las hipótesis, no puedes buscar la reconciliación y volver a la relación anterior).

El miedo a quedar solo es tan grande que hace que las personas tomen decisiones equivocadas. Sin entender que esa soledad es un estado provisional y dura poquísimo tiempo (es una pena, porque puede ser muy divertida).

Esa idea de que los momentos de soledad están asociados al desánimo y al vacío existencial es engañosa. Es en la soledad donde descubres que te gusta el vino, las series TV y comer en el sofá. Es en los momentos de soledad donde descubres tus propios valores y aprendes que nadie debería tratarte por menos de lo que mereces.

Aprender a respetarse uno mismo y a exigir que los demás lo hagan, es algo que se descubre en la soledad. En la soledad nos descubrimos a nosotros mismos. Como decía Herman Hesse, “nada puedo darte dar que no exista antes en ti mismo. No puedo abrirte otro mundo de imágenes, más allá de lo que hay en tu propia alma. Nada puedo darte, excepto la oportunidad, el impulso, la tecla. Yo te ayudaré a hacer visible tu propio mundo, y eso es todo”.

¿Sabes? No somos máquinas. Todo término de una relación merece un periodo de silencio, de respeto, de quietud. No es bueno encadenar una historia a la otra, porque las personas son diferentes y cargan pesados bagajes en la vida. El alma también necesita ser ordenada, limpiada, organizada.

No es bueno recibir en seguida visitas en tu casa. Ordena esa vida primero. Aclara ese tema que quedó pendiente. Cierra las brechas de la nostalgia. Cura esas huellas del passado. Deja cicatrizar esas heridas aún abiertas. Hay tanto desorden en ese corazón, y ya quieres recibir a una nueva visita…

Curarse lleva tiempo, y tu tienes que esperar el tuyo. Antes de abrir la puerta de tu vida a alguien, mira por el ojo de la cerradura. Es más fácil no dejar entrar, que hacer salir a alguien después.

(Pamela Camocardi, via Obvious)

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