¿Tu relación con Dios se está perdiendo en el frenesí de tu vida? Prueba estos consejos
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Hace poco, un sacerdote que conozco hizo un comentario sobre las caras aburridas y tristes que ve a veces cuando echa un vistazo a la congregación durante la misa. Y bromeó diciendo: “Hay quien dice que con el Vaticano II sacaron las estatuas de las iglesias, pero siguen aquí… ¡en los bancos!”.
El cura estaba de guasa, por supuesto, pero también señalaba una realidad muy seria. Dicho en otras palabras, que las prácticas religiosas externas no siempre se traducen a una transformación, una paz, una alegría y una santidad internas.
No hay ninguna fórmula secreta para la santidad de la vida interior, al igual que no hay receta infalible para la perfección en el matrimonio, la amistad o cualquier otro tipo de relación.
Sin duda, existen “buenas prácticas” cruciales para la santidad (es decir, la misa, los sacramentos, la oración, el rosario, etc.). Pero para encontrar de verdad una unión con Dios, también se debe cultivar y mantener intencionadamente una relación interior con Él.
Aquí hay algunas actitudes y prácticas esenciales que pueden ayudarte a encontrar la unión con Dios (¡gracias a mis hermanas de la comunidad por algunas de estas sugerencias!):
Actitudes esenciales:
- Escuchar: Cuando escuchamos a Dios, nos ponemos en su presencia. El papa Francisco escribió que cuando una persona escucha a Dios, encuentra “un lugar donde estar bajo la mirada del Señor”. La unión con Dios empieza con ponernos bajo la amorosa mirada de nuestro Padre y escuchar atentos sus palabras.
- Valor tenaz: Cultivar una vida interior espiritual es muy difícil. Es más sencillo y menos doloroso vivir nuestras vidas desde la superficie que elegir sumergirnos en las profundidades. Pero también es mucho menos gratificante. El papa Francisco escribió que hace falta un “valor tenaz” para quien quiera “embarcarse en el viaje interior que nos conduce a través de las sombras del (…) pecado hasta la verdad última”.
- Voluntad de esfuerzo: San Francisco de Sales contó a alguien una vez que él trabajó en su resolución de mansedumbre durante 20 años y en su resolución de humildad durante 21. Nuestras vidas espirituales exigen compromiso, deseo, trabajo y esfuerzo continuo. Si queremos crecer más cerca de Dios tenemos que levantarnos una y otra vez y no cansarnos de luchar.
- Estar en búsqueda constante de Dios: Podemos perder de vista fácilmente a Dios en el bullicio de nuestras vidas. Incluso María y José perdieron a Jesús en el caos de Jerusalén. El crecimiento en la vida interior consiste en buscar a Jesús en esos momentos inevitables cuando le perdemos. Para conseguirlo, hemos de preguntarnos regularmente: “¿He perdido a Jesús? ¿Qué puedo hacer en los próximos días para encontrarle?”.
- Humildad: El beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, escribió que “[el Señor] quiere que experimentemos las profundidades de nuestra miseria para que sepamos que es Él quien nos santifica”. La humildad no consiste en mortificarnos. Pero cuando reconocemos sinceramente nuestra pecaminosidad, nos abrimos a la gracia de Dios. La humildad también nos ayuda a aceptar con valentía nuestros múltiples e inevitables errores en la vida espiritual y a continuar esforzándonos.
Prácticas:
- Dar tiempo y espacio a Dios: La santidad no aparece simplemente cuando lo deseamos. Tenemos que hacer cambios en nuestra agenda y en nuestras vidas para dar a Dios la prioridad de nuestro tiempo y nuestro espacio. Si queremos acercarnos a Dios, tenemos que darle tiempo. La oración ocupa el lugar de otra cosa que podríamos estar haciendo. Para priorizar nuestra relación con Jesús, tenemos que estar dispuestos a desprendernos de otras cosas.
- Palabra o frase de oración: Se conocen tradicionalmente como ‘aspiraciones’, son frases de las Escrituras o incluso simplemente una palabra o una frase que puedes repetirte durante el día. Yo tengo varias, como “Ayuda a mi poca fe”, “Jesús, ten piedad de mí”, y “¡Jesús, dame paciencia!”. Estas frases pueden ayudarnos a recordar la presencia de Dios en todo momento.
- Enviar un mensaje a Jesús: Del mismo modo que enviamos mensajes a nuestros amigos, también podemos enviárselos a Jesús. Una hermana de comunidad nos contó que tiene una nota en su teléfono donde añade cualquier cosa que cree que le gustaría compartir con Jesús. Sea cual sea la forma que escojamos para comunicarnos con Jesús a lo largo del día, cuando tratemos de “rezar sin cesar” como san Pablo nos anima a hacer, empezaremos a encontrar a Dios en todo momento (1 Ts 5:17).
- Referencias para la oración: Hay muchísimas personas que insisten en que no tienen tiempo para rezar, pero lo cierto es que hay formas muy sencillas de incorporar la oración en la vida diaria y que no requieren mucho tiempo. Por ejemplo, selecciona algunos puntos o momentos de referencia en tu vida diaria, como en tu camino al trabajo, por ejemplo, que te recuerden que hagas una pausa cuando los veas. Puede ser una puerta en concreto, una salida de la autopista, un río por el que pases, unas escaleras,… Pero cuando veas tu referencia, aparta el teléfono, quítate los auriculares, aclara la mente, y reza. Estas pequeñas pausas en el día pueden obrar maravillas para nuestra vida de oración.
- Recepción consciente de los sacramentos: El papa Benedicto escribió: “El verdadero amor y la verdadera amistad viven siempre de esta reciprocidad de miradas, de silencios intensos, elocuentes, llenos de respeto y veneración, (…) si falta esta dimensión, incluso la Comunión sacramental puede llegar a ser, por nuestra parte, un gesto superficial”. Hay una diferencia entre recibir la Eucaristía mientras piensas en el próximo partido de fútbol y recibir la Eucaristía con amor atento y un corazón abierto. Estamos más abiertos a la gracia cuando recibimos los sacramentos de la misma forma en que recibiríamos a nuestro mejor amigo en nuestro hogar.
¿Conoces alguna actitud o práctica esencial que uses para acercarte a la unión con Dios?