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Video viral nos alerta sobre el problema del abuso a ancianos

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Kathleen Hattrup - publicado el 04/02/17
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La cuidadora está enojada porque el paciente dio de comer a una mascota “comida de humanos”

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Un atroz vídeo ha circulado últimamente por las noticias y las redes sociales. Fue capturado por una cámara de vigilancia doméstica y descubre a una cuidadora golpeando repetidas veces a una anciana bajo su cargo; la cuidadora está enfadada porque la paciente ha dado “comida de humanos” a su mascota.

El vídeo recoge el abuso y no hay necesidad de verlo. La policía ya ha encontrado y arrestado a la cuidadora; de ser condenada podría cumplir entre dos y veinte años en prisión.

El vídeo es un ejemplo más de un problema cada vez más abundante. El abuso de ancianos es un problema creciente, en parte simplemente porque ahora hay más personas mayores: en 2014 en EE.UU. las personas de 65 años y más eran el 14,5% de la población; en 2040 se estima que serán el 21,7%.

Los ancianos forman cada vez más un gran porcentaje de las personas frágiles y débiles de nuestra sociedad que necesitan ser protegidas y defendidas contra los abusos y contra el creciente empuje en favor de la eutanasia.

Recordarnos la importancia de los ancianos es claramente un elemento prioritario del mensaje del papa Francisco.

Nos ha instado a acercarnos y a respetar más a los abuelos en numerosas ocasiones, incluyendo en su extensa entrevista del pasado 22 de enero.

A continuación recogemos seis de sus muchos llamamientos y reflexiones que nos recuerdan la importancia de los ancianos, ante todo debido a su dignidad humana irrevocable, pero también por el tremendo servicio que nos ofrecen a todos solamente por su existencia.

“Nosotros vivimos en un tiempo en el cual los ancianos no cuentan. Es feo decirlo, pero se descartan porque molestan. (…) Los ancianos son quienes nos traen la historia, la doctrina, la fe y nos lo dejan como herencia. Son como el buen vino añejo, es decir, tienen dentro la fuerza para darnos esa herencia noble”. 19 de noviembre de 2013

“[S]i luego no se recupera el encuentro, si no se encuentra un equilibrio nuevo, fecundo entre las generaciones, lo que deriva de ello es un grave empobrecimiento por el pueblo, y la libertad que predomina en la sociedad es una libertad falsa, que casi siempre se transforma en autoritarismo”. 28 de septiembre de 2014

“[S]e instaura la «cultura del descarte»: se descarta a los abuelos y se descarta a los jóvenes. Y nosotros debemos decir ‘no’ a esta «cultura del descarte»”. 22 de septiembre de 2013

“[A]un en las pruebas más difíciles, los ancianos, que tienen fe son como árboles que siguen dando fruto. (…) La vejez, de modo particular, es un tiempo de gracia, en el que el Señor nos renueva su llamado: nos llama a custodiar y transmitir la fe, nos llama a orar, especialmente a interceder; nos llama a estar cerca de quien tiene necesidad… Los ancianos, los abuelos tienen una capacidad para comprender las situaciones más difíciles: ¡una gran capacidad! Y cuando rezan por estas situaciones, su oración es fuerte, es poderosa”. 28 de septiembre de 2014

“Hablá con tus padres, hablá con los mayores. Sobre todo, hablá con tus abuelos. ¿Está claro? De tal manera que, si vos querés ser esperanza en el futuro, tenés que recibir la antorcha de tu abuelo y de tu abuela. (…) Y si los abuelos ya se fueron al cielo, ¿van a hablar con los ancianos? (…) Y ¿les van a preguntar? Pregúntenles. Son la sabiduría de un pueblo”. 31 de julio de 2016

“Es hermoso encontrar esposos, parejas, que siendo ancianos siguen buscándose, mirándose; siguen queriéndose y eligiéndose. Es tan bonito encontrar «abuelos» que muestran en sus rostros arrugados por el tiempo la alegría que nace de haber hecho una elección de amor y por amor. A Santa Marta vienen muchas parejas que cumplen 50, 60 años de matrimonio, y también a las audiencias del miércoles, y yo siempre los abrazo y les agradezco el testimonio, y pregunto: «¿Quién de vosotros ha tenido más paciencia?». Y siempre dicen: «¡Los dos!». A veces, bromeando, uno dice: «¡yo!», pero luego dice: «No, no, es una broma». (…)

Como sociedad, hemos privado de su voz a nuestros ancianos —esto es un pecado social actual—, los hemos privado de su espacio; los hemos privado de la oportunidad de contarnos su vida, sus historias, sus experiencias. Los hemos acuartelado y así hemos perdido la riqueza de su sabiduría. Descartándolos, descartamos la posibilidad de entrar en contacto con el secreto que a ellos les permitió seguir adelante. Nos hemos privado del testimonio de cónyuges que no sólo han perseverado en el tiempo, sino que conservan en su corazón la gratitud por todo lo que han vivido (cf. Amoris Laetitia, n. 38).

Esta ausencia de modelos, de testimonios, esta falta de abuelos, de padres capaces de narrar sueños no permite a las jóvenes generaciones «tener visiones». Y se quedan inmóviles. No les permite hacer proyectos, desde el momento que el futuro genera inseguridad, desconfianza, miedo. Sólo el testimonio de nuestros padres, ver que ha sido posible luchar por algo que valía la pena, les ayudará a elevar la mirada. ¿Cómo pretendemos que los jóvenes vivan el desafío de la familia, del matrimonio como un don, si nos escuchan continuamente decir que es un peso? Si queremos «visiones», dejemos que nuestros abuelos nos cuenten, que compartan sus sueños, para que podamos tener profecías del mañana”. 16 de junio de 2016

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