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¿Tengo que ir a terapia, o con los consejos de un amigo es suficiente?

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William McKenna - publicado el 11/02/17
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¿Un psicólogo es sólo “alguien que da buenos consejos” o es algo más? Eso sí: busca bien a tu terapeuta

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En la base de esta pregunta – planteada por muchas personas – está el conocer el valor y el objetivo terapia, y advertir la gran diferencia que hay entre la terapia y una buena conversación con tu familia o con tu mejor amigo.

Muchas caricaturas retratan a los terapeutas como meros consejeros o personas muy autoritarias en sus interacciones con los pacientes. Con esta visión distorsionada de la terapia, es fácil comprender por qué la gente prefiere no perder el tiempo ni el dinero con la terapia y se limitan a una charla con un amigo de confianza.

Cuando se ha tenido un día horrible, puede ser útil hablar de ello o compartir lo que se siente con un amigo o familiar. El amigo está allí para ayudarnos a sentirnos mejor, para darnos apoyo y para intercambiar ideas sobre nuestras experiencias. La amistad enriquece nuestra vida y es necesaria para ayudarnos a guiar nuestras relaciones y para interactuar con el mundo que nos rodea.

La terapia es en muchos aspectos parecida a la amistad. Te sientas y procesas tus sentimientos – los hermosos, los feos y los tremendos – con tu terapeuta. En la terapia recibes los mismos oídos dispuestos a escuchar y el mismo corazón bien dispuesto que puedes encontrar en un buen amigo.

A pesar de todo, existen diferencias fundamentales. Es verdad que hay algunos terapeutas que se prestan a la caricatura del “consejero”, pero la mayor parte de ellos está más interesada en dar a los pacientes la capacidad de tomar sus propias decisiones.

En general, los pacientes llegan a la terapia sintiéndose impotentes contra demonios como la depresión, la ansiedad, el estrés relacional y/o problemas en su matrimonio. Muchos creen que la solución a los problemas reside, o en la necesidad de que los demás cambien (por ejemplo en las problemáticas matrimoniales o relacionales) o en recibir sabios consejos del terapeuta, que les curará por arte de magia.

Ambas hipótesis son falsas. En estos casos, los pacientes están abiertos solo al hecho de que las cosas cambien por vía de fuerzas externas, más que como consecuencias de sus propias acciones. Digo siempre a mis pacientes que no podemos controlar cómo actúan los demás, sino sólo cómo reaccionamos nosotros.

Los terapeutas intentan también ayudar a los pacientes a comprender las razones que están detrás de sus problemas. Ayudan a los pacientes a mirar su interior y a comprender que tienen la posibilidad de cambiar el modo como afrontan las situaciones (tanto con los demás como consigo mismos), y después les dan los instrumentos para tomar las decisiones apropiadas.

En mi experiencia, encuadrar la terapia de esta manera ayuda a los pacientes a comprender que aunque puedo esforzarme mucho por ayudarles, sólo puedo actuar si ellos también lo hacen. El objetivo del terapeuta es usar la formación profesional y la experiencia para ayudar a los pacientes a ayudarse a sí mismos.

En resumen, la terapia es un proceso de descubrimiento con tu terapeuta, que trabaja contigo más como un guía que como un amigo. Comprender cómo actúan tus retos, tus obstáculos, tus emociones y tus pensamientos, y cómo influyen en tu relación contigo mismo y con los demás, forma parte de todo el proceso de la terapia. Las amistades juegan un papel importante, pero tienen límites en lo que respecta a la guía que pueden ofrecer.

 

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