El médico Tim Jaccard, fundador de “Baby Safe Haven”, te llenará de esperanzaHace pocas semanas, el conservador de una iglesia encontró a un bebé recién nacido en un cesto para ropa a las puertas de la catedral de San Pablo, en Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos. El bebé había sido abandonado entre las puertas exteriores e interiores de una entrada lateral.
El conservador alertó de inmediato al rector de la catedral, el padre John Ubel, que llamó a emergencias. El padre Ubel y el conservador, Nathan Leonhardt, llevaron al bebé a la sacristía, donde el padre Ubel lo bautizó mientras esperaban a la policía. A la media hora, el bebé estaba en una ambulancia camino del hospital para que le hicieran una revisión.
Al principio Leonhardt pensó que alguien había dejado un simple cesto de ropa en el descansillo arriba de los escalones del vestíbulo. Luego escuchó un sonido y pensó que se trataba de un cachorro. Al mover el cesto se encontró cara a cara con el bebé; parecía un recién nacido, con el cordón umbilical sujeto con una pinza sujetapapeles.
“Me quedé mudo”, dijo. “Me quedé petrificado durante lo que parecieron diez segundos, pero probablemente fue más tiempo”. Recogió al bebé, llamó al padre Ubel y dijo que tenían que llamar a urgencias. El bebé estaba caliente, pero sus manos y pies tenían un tono amoratado.
El bebé está ahora bajo los cuidados de los Servicios de Protección Infantil del Condado de Ramsey.
“El hecho de que este niño fuera abandonado en una iglesia católica no me resulta un detalle insignificante”, afirmó el padre Ubel, “habría muchas parejas católicas dispuestas a dar la bienvenida en su hogar a este niño”.
“Escogieron un buen lugar para dejarlo”, dijo Leonhardt, de 26 años. “Es una iglesia. Nos encantan los niños”.
Como en muchos estados de Estados Unidos, en Minnesota es legal renunciar a bebés y dejarlos en determinados establecimientos públicos seguros. Comisarías de policía, hospitales e iglesias, por ejemplo, son lugares apropiados según las leyes “safe haven” [‘refugio’ o ‘lugar seguro’, unas leyes también conocidas como Baby Moses Laws, ‘del bebé Moisés’; N. del T.], la primera de ellas aprobada en 1999 en Texas.
Tim Jaccard, médico en una ambulancia de la policía de Nueva York, ya jubilado, es uno de los impulsores de estas leyes. Jaccard decidió pasar a la acción tras responder a varios avisos de infantes muertos abandonados en cubos de basura y en callejones en la década de los 90.
“Sostener a un recién nacido en tus brazos y tener que declarar la muerte del niño es desgarrador”, afirmó este padre y abuelo de 66 años de Long Island.
La fe de Jaccard es una parte fundamental en su vida. Cree que Dios le encargó la misión de ayudar a los bebés abandonados.
En 1997 recibió una llamada en el trabajo sobre un bebé inconsciente que habían encontrado en un cuarto de baño de un juzgado. A la media hora el infante había muerto. Dos semanas más tarde le llamaron de una iglesia donde habían encontrado a una bebé envuelta en una bolsa de plástico, asfixiada. Dos semanas después, un perro desenterró el cuerpo de un niño que había sido enterrado en el patio trasero de una zona residencial. Y dos semanas después, respondió a una escena del crimen en la que habían encontrado un bebé muerto en una maleta.
“Tenía la intuición de que de alguna forma me llegaban estas llamadas en particular para que intentara averiguar qué estaba pasando y cambiarlo. Tenía que detener esta locura”.
Sus esfuerzos empezaron con ofrecer funerales para bebés abandonados y fallecidos. Pero por supuesto, lo primero que quería era prevenir estas muertes.
Así que ayudó a iniciar un movimiento en los 50 estados de Estados Unidos para promulgar las leyes “safe haven” que ofrecieran a las madres en situaciones de crisis la opción de dejar a sus recién nacidos en lugares seguros sin miedo a ser perseguidas.
Pero además, también fundó la organización nacional Baby Safe Haven, que actúa como intermediaria para hacer que estas entregas sean tan seguras como sea posible.
Las madres estadounidenses pueden llamar a una línea directa nacional (1-888-510-BABY) y organizar una entrega segura a una persona que la esperará en uno de estos lugares amparados por la ley.
Jaccard se emociona cuando habla de los trágicos abandonos que ha visto en sus 37 años como médico. Pero también hay desenlaces hermosos, que ha ido documentando en un tablón de anuncios repleto de fotografías de niños salvados gracias a Baby Safe Haven.
El pasado noviembre, una joven asustada llamó a Jaccard. Mientras estuvo embarazada no tuvo acceso a cuidados prenatales. Le dijo que no podía cuidar de su pequeña, que había nacido hacía tres días y pesaba apenas dos kilos. Jaccard organizó que la bebé —cuyo cordón umbilical seguía unido— fuera entregada en el Departamento de Bomberos de Wantagh el Día de Acción de Gracias.
En el momento en que el descubrimiento de la bebé fue informado por los medios locales, las personas empezaron a llamar para solicitar la adopción de la pequeña. Cuando hablé con Jaccard hace algunas semanas, su oficina ya había recibido más de 800 llamadas de familias interesadas en adoptar a la niña.
Además, recibieron una llamada de un abogado en representación de un donante anónimo de la Ciudad de Nueva York que quería establecer un fondo fiduciario para financiar los estudios de la bebé, ¡un fondo con 50.000 dólares!
“Lo que [Jaccard] hace es garantizar que las madres sean capaces de seguir adelante con sus vidas”, expresó Tracey Johnson, directora ejecutiva de National Safe Haven Alliance (NSHA) en Washington, D.C. “Y los niños reciben el regalo de la vida”.
Según la NSHA, se han entregado 3.298 bebés con la ayuda de Baby Safe Haven en todo el país durante 17 años, incluyendo los 167 bebés entregados a estas alturas del año.
Larry y Jennifer Mergentheimer, de Levittown, Long Island, son los agradecidos padres adoptivos de un bebé de “refugio”. Su hija de 20 meses, Rebecca, fue adoptada después de que renunciaran a ella y la dejaran en un hospital el Día de la Madre de 2015.
Aseguran que el “tío Tim” se interesa regularmente por cómo le va a la familia. “Fue como ganar la lotería”, decía Larry Mergentheimer, gerente de enfermería de 44 años.
Su esposa Jennifer, técnica de radiología de 41 años, dice que esta niña preciosa a quien le encantan Mickey y Minnie Mouse es el mejor regalo que podrían haber recibido nunca.
“Hacía muchos años que queríamos tener un bebé y formar una familia, pero teníamos muchas dificultades”, explicaba. “Y ahora tenerla en nuestras vidas es la cosa más bonita del mundo”.