Una mujer argentina que es admirada por seguir movilizando voluntades a su edad para ayudar a los que más lo necesitan
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Anita lleva 30 años acompañando a su hija Mirna en una cruzada solidaria que cubre toda la Argentina. Aunque comenzaron colaborando desde una fundación internacional, fundaron una Sumando Solidaridad, ONG que se ocupa de ofrecer ayuda a escuelas de fronteras.
Anita y Mirna asisten escuelas albergues de frontera de las provincias de Misiones, Formosa, Neuquén, Salta y Jujuy. El mes que viene, confesaron al diario La Nación, comenzarán a visitar Corrientes y San Juan. Según cuentan en su sitio de internet, “llevan una lista de todos los pedidos de los directores y con mucha dedicación y cariño preparan las cajas”.
Buscan, reciben, clasifican y embalan lo que las escuelas necesitan, desde juegos de plaza y juguetes a útiles escolares, computadoras, ropa, máquinas de coser. Hubo ocasiones en las que donaron los primeros juguetes para una escuela, o la silla de rueda para permitir el desplazamiento de un niño. Además, cuando las escuelas necesitan inversiones edilicias más importantes como luz, baños, nuevas aulas, o comunicaciones, buscan ayudar para emprender las soluciones.
https://www.facebook.com/sumandosolidaridad/photos/a.539053182888974.1073741827.539048809556078/1114864801974473/?type=3&theater
Junto con amigos, dedican casi todas las tardes a preparar los pedidos, y ya han ayudado a más de 100 instituciones de todo el país entregando cada uno de los pedidos en persona, recorriendo distancias de hasta 1.700 kilómetros.
En Jujuy o en Misiones, Anita, se presta para las emocionantes entregas, y se saca fotos con los niños y docentes. Aún con duros inviernos, aún viajando en avión por la donación de una línea aérea o en autobús.
Desde Sumando Solidaridad también han ayudado otros proyectos necesitados de colaboración, como un geriátrico de Misiones, para cuya asistencia se sumaron numerosos médicos jubilados de Buenos Aires. Y han ido sumando amigos nuevos que asisten a necesidades muy concretas, como la asistencia y capacitación en el cuidado de dientes con una odontóloga y su familia en la visita a Puerto España, Misiones, en septiembre de 2015.
Todo empezó cuando hace 30 años Mirna leyó una nota en un periódico de un maestro que recorría siete horas en mula para llegar a su colegio. Según relató a La Nación, la historia le conmovió y se movilizó para poder ayudarlo. “Al mes, éramos yo y mi mamá, Anita, las que estábamos haciendo ese viaje en mula a la escuela para llevar todo lo que habíamos juntado. Nunca me voy a olvidar de ese viaje: se nos hizo de noche en el camino, atravesábamos precipicios y no teníamos linternas: ¡por suerte había luna llena! Pensar que ahora ese mismo recorrido lo hacemos en camioneta”, recordó al diario, en cuyo portal de publicaciones solidarias comunican varios de sus pedidos.
Conmueve la edad de Anita, 87, para desplazarse y seguir movilizando voluntades para ayudar a los que más lo necesitan. Pero también Mirna, de 59 años, que hasta el mediodía trabaja como empleada doméstica por hora en distintos lugares. “Yo no puedo dormir pensando que a alguien le falta algo y yo se lo puedo conseguir”, había declarado el año pasado al diario Clarín.