Hay una razón por la que la Iglesia eligió la fecha de su boda para ser el día de la fiesta del beato CarlosTradicionalmente, la Iglesia celebra la vida de un santo o santa cada año en la fecha de su muerte, en el día que señala su entrada en el paraíso. Sin embargo, no es el caso del beato Carlos de Austria.
En vez de su fallecimiento, la Iglesia escogió una fecha de su vida que tenía gran significado y preparó el camino hacia su santidad: su aniversario de boda.
El beato Carlos, además de ser el último emperador de Austria (y gobernante del Imperio Austrohúngaro) y un líder que trabajó incansablemente por la paz durante la Primera Guerra Mundial, también fue un padre de familia y un leal marido para su esposa Zita. Estuvieron casados 11 años antes de la muerte prematura de Carlos en 1922 y juntos criaron a 8 hijos.
Ser el líder de un imperio en tiempos de guerra sin duda entraña muchas dificultades, pero en medio de la tormenta Carlos nunca olvidó la importancia de su matrimonio. De hecho, su matrimonio con Zita proporcionó a sus hijos y súbditos un modelo digno de admiración e imitación.
Aquí reunimos cinco consejos matrimoniales basados en la vida del beato Carlos de Austria y la Sierva de Dios Zita, para que nos inspiren y ayuden a las parejas casadas a vivir conforme a sus votos “hasta que la muerte nos separe”.
1) Recuerda que el objetivo principal del matrimonio es llevar a tu cónyuge al paraíso.
El día antes de su boda real, Carlos dijo a Zita: “Ahora, ayudémonos mutuamente a llegar al paraíso”. Es fácil olvidar que el matrimonio, por encima de todo, es un sacramento. Esto significa que Dios otorga a las parejas casadas gracias especiales por cumplir con su estado en la vida, con el objetivo en el destino último, el cielo. Dios desea nuestra felicidad y podemos alcanzarla reconociendo la función que tenemos en ayudar a nuestro cónyuge a llevar una vida santa. Sin duda, no es algo sencillo, pero con Dios todo es posible.
2) Confía tu matrimonio a Dios y a la Santísima Madre.
Carlos y Zita sabían que si querían “ayudarse mutuamente a llegar al paraíso”, necesitarían de toda la ayuda que pudieran recibir. Además de casarse por una ceremonia católica, la pareja tenía un grabado especial en el interior de sus anillos de boda. La inscripción, en latín, leía: “Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei Genitrix” (“Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios”). Se trata de una antigua oración que expresaba su deseo de depositar su matrimonio bajo el atento cuidado de la Santísima Virgen María.
Además, antes de irse de luna de miel, la pareja real hizo una peregrinación al santuario mariano de Mariazell, dedicado a Nuestra Señora Magna Mater Austriae (Gran Madre de Austria). El matrimonio puede ser muy difícil a veces, así que las parejas no deberían temer pedir ayuda a Dios y Su Madre.
3) Después de la boda, ya no existe el ‘yo’, sino el ‘nosotros’.
A menudo en los matrimonios surge la tentación de vivir vidas separadas, donde tanto la mujer como el marido tienen “sus trabajos” particulares. Se toman las decisiones de forma separada y los cónyuges no se “inmiscuyen” en los asuntos del otro. Carlos y Zita, por el contrario, se consideraban más como un equipo. Zita estaba muy interesada en la ocupación de su marido y no temía expresar sus ideas. Acompañaba con frecuencia a Carlos en sus viajes políticos, además de desempeñar un papel activo en las preocupaciones sociales del imperio.
Además de trabajar juntos como una pareja real, Carlos y Zita educaban activamente a sus hijos en las verdades de la fe. No era simplemente una “tarea de Zita” el enseñar a los hijos a rezar, sino que Carlos también imbuía en sus hijos el amor a Dios y les enseñaba personalmente sus oraciones. Se tomaban en serio la idea bíblica de “ser una misma carne” en todos los ámbitos.
4) Aviva continuamente la llama del amor.
Ser un emperador durante la Primera Guerra Mundial suponía que Carlos tenía que viajar y tomar decisiones militares de vital importancia. Era algo doloroso para Carlos, ya que le obligaba a mantenerse alejado de su esposa y su familia. Carlos decidió instalar una línea telefónica desde sus cuarteles militares hasta el palacio imperial con el propósito de poder llamar a Zita varias veces al día. Llamaba al palacio simplemente para charlar con Zita y para ver qué tal les iba a los niños. Carlos entendía que incluso con sus muchas responsabilidades, su matrimonio y su familia merecían la más alta de las prioridades. Sabía que un matrimonio fracasaría si no se le nutría con oportunidades para mantener viva la llama del amor.
5) Ama al otro con un amor eterno que supere cualquier prueba.
Las parejas recién casadas a menudo se sorprenden por lo rápido que se gasta el entusiasmo inicial del amor y se encuentran que no “sienten” el mismo amor hacia su pareja. Esta carencia de un “sentimiento” puede desalentar a la pareja, en especial en mitad de un mal trago. Carlos y Zita, sin embargo, no dejaron de amarse incluso cuando surgían dificultades. Después de afrontar la humillación de ser exiliado de su propio país, Carlos y Zita se mantuvieron más unidos que nunca. Poco después tuvieron que encarar una prueba mucho más grande de su amor, cuando Carlos contrajo una neumonía que lo llevó rápidamente a su lecho de muerte.
Las últimas palabras de Carlos a su esposa fueron: “Mi amor hacia ti es interminable”. Zita, durante los próximos 67 años, vistió de negro en señal de duelo. Nunca dejó de amarle hasta su propia muerte, cuando se reunió con él en el paraíso. Su amor era más que un “sentimiento”, era una elección activa de amarse mutuamente “hasta que la muerte nos separe” y más allá.