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Respondan, papás: ¿Cómo entró el bebé en la barriga de mamá? (2)

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Lourdes Illán - publicado el 07/03/17
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Una manera profunda y hermosa de hacer educación sexual, sin olvidar la parte espiritual

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Si recuerdan, en nuestro capítulo anterior habíamos planteado una respuesta a la pregunta de los niños: ¿Cómo nacen los bebés? Ahora damos un paso más.

El haber tenido con ellos estas conversaciones anteriores nos hará muy fácil el camino para esta tercera pregunta. Ahora es el momento de explicarles qué papel juega cada uno de los implicados en esta aventura: Su padre, su madre, y si son creyentes, Dios. Hasta ahora básicamente sólo le hemos dado importancia al papel que hacía la madre.

“Ya sabes que cuando el niño es muy chiquito tiene un rinconcito resguardado en la barriga de mamá. Pero alguna vez te habrás preguntado ¿cómo llega hasta allí?”

“Dios ha puesto en el padre una fuerza especial que puede hacer que crezca dentro de la madre un niño. Habrás visto que los niños y los hombres tienen junto al pene por donde orinan como una bolsa pequeña. Dentro de esa bolsa hay unas semillas, semen, espermatozoides. Y las niñas, las mujeres también tienen dentro de ellas una especie de huevecitos, se llaman óvulos. Al unirse las semillas del padre con un pequeño huevecito, óvulo de la mamá dan origen a un niño.”

Tú sabes que mamá y papá se quieren y les gusta expresárselo dándose besitos, abrazos,… diciéndose cosas bonitas… Sabes que papá y mamá duermen juntos y se abrazan. Entonces el semen del papá puede entrar a través de su pene en la barriga de mamá, juntarse con el óvulo y así comenzar a existir un nuevo niño. El pene de los hombres, además de servir para orinar sirve, cuando son papás, para acercar el semen al óvulo y que un nuevo niño comience a vivir. Entra por aquella misma rajita ¿te acuerdas?… por la que después nace el niño”.

Esto ocurre cuando papá y mamá se quieren mucho, mucho y se dan muchos besos, y un abrazo muy fuerte. El pene de papá entra por la rajita (vagina) de mamá y deja las semillas. ¿Lo has entendido? Si el papá no las dejara dentro, se perderían y no se encontrarían con el óvulo que está dentro de la mamá. Así comienza a crecer un niño.”

“¿A qué todo esto es muy bonito? Luego, papá y mamá están muy contentos porque todo esto hace que cada día se quieran más“.

Y si eres creyente, es el momento de seguir la conversación más en profundidad:

“Mira, además te quiero contar otra cosa muy importante que también ocurre en ese momento, cuando se juntan el huevecito de mamá y la semilla de papá. En ese mismo instante Dios también le hace un regalo muy especial a ese bebé chiquitín, chiquitín. Es un regalo muy bonito: “el alma”. ¡Así que imagínate, que importante es ese momento! “

“¡Es un momento sagrado!  Dios, como papá y mamá, también pone en ese bebé un pedacito de Él mismo. Como si fuera “una llamita” que tenemos dentro y que hace que tú lo tengas dentro y hables con Él, sientas deseos de ser cada día más bueno. Y cuando tú haces actos de amor, la llamita cada vez se hace más grande, más fuerte y más bonita, como tú.”

Explicándolo de esta forma se tratan los tres aspectos que convergen en el momento de la concepción de un hijo:

  • El físico, explicándole lo que ocurre a este nivel.
  • El afectivo, hablándole del amor y la ternura entre los padres.
  • El espiritual, haciéndole comprender que Dios también está presente en ese momento y además también hace su aportación.

Por lo tanto, se le deja claro que desde el primer momento hay vida, y además una vida sagrada y deseada por Dios allí presente.

Así concluimos al contarle el inicio de “su historia”, que siempre es una historia de amor. Aún en aquellos casos más delicados, donde los hechos no se dan de la forma más deseable, incluso donde está presente el dolor más extremo, la violencia. ¿Quién puede negar el amor de esa madre?…. y… ¿el de Dios? ¿Quién puede negar que en el centro de ese sinsentido, de esa contradicción, da comienzo una vida abierta a una relación de Amor con Él durante toda la eternidad?

Nota: Artículo escrito por Lourdes Illán Ortega, publicado en “Ciutat Nova”. Diciembre 2.004 – Enero 2.005. Año XVI. Num. 96.

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