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Prioridad para ser uno mismo: poner en orden el corazón

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Miguel Pastorino - publicado el 22/03/17
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¿No logras superar los obstáculos emocionales en la comunicación con los demás? Lee aquí:

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Cada vez que nuestros sentimientos y emociones se agitan en nuestra vida de forma incontrolable y no sabemos expresarlos de forma clara, provocan bloqueos y tensiones que nos dejan totalmente rígidos interiormente y a la defensiva. Muchas de estas tensiones interiores se manifiestan exteriormente como cansancio, mal humor, pereza, apatía, angustia sin causa aparente, etc.

La impotencia que se siente de no comprender lo que nos sucede, junto a las dificultades para manejarlo, nos lleva fácilmente a la huida de nosotros mismos, a un constante “estar a la defensiva”, creyendo que el problema son los demás y las situaciones en las que nos encontramos.

Por ello es sumamente importante comprender quienes somos, cuáles son los sentimientos más profundos que nos asustan y hacen que nos cerremos a los demás. Sin lugar a dudas, no es fácil adquirir esta conciencia de uno mismo. De hecho, quienes mejor se conocen a sí mismos y su mundo interior, suelen ser más empáticos con los demás y tienen menos conflictos en sus relaciones cotidianas.

Los antiguos padres espirituales del Oriente cristiano enseñaban que hay que poner en orden los propios pensamientos, fantasías y sentimientos. Y advierten que si no lo hacemos nos destrozarán por dentro, nos tensarán y nos lanzarán en cualquier dirección, quedándonos vacíos interiormente y sin fuerzas.

Es preciso examinarse a uno mismo, mis simpatías y antipatías, mis estados de ánimo, mis pensamientos, el mal humor, etc. ¿Por qué me siento así ante esta persona o en esta situación? La madurez humana radica en esta capacidad progresiva de conocerse a sí mismo, de examinarse interiormente. Conocernos mejor nos ayudará a entender mejor a los demás y a desbloquearnos cuando no sabemos expresarnos o dialogar con los demás de forma abierta y adulta.

El gran obstáculo: Una percepción negativa de uno mismo

Hay situaciones en las que las personas se culpabilizan sin motivo, desanimándose constantemente. Tal vez por un exceso de perfeccionismo en la  educación recibida, comparaciones constantes o descalificaciones que fueron asumiéndose como la verdad sobre la propia vida, hemos crecido con una percepción demasiado negativa de nosotros mismos.

Hay personas que se autocastigan, al no poder ser “perfectos”, se regodean en ser los últimos y en que no valen nada, su orgullo es sentirse nada. La herida los lleva a centrarse en sí mismos y si alguien no los saluda enseguida ya piensan que le caen mal a los demás y ante cualquier crítica se sienten  maltratados, irritándose con gran facilidad. El encierro es siempre autodestructivo y lleno de engaños.

¡Ábrete!

Las grandes dificultades de comunicación en las relaciones de pareja y entre padres e hijos son cada vez más una preocupación cotidiana. Es tan grave el problema que si vemos personas sanas que se comunican en profundidad y sin barreras, siendo felices, sospechamos que debe ser una máscara o una estrategia para disimular sus problemas.

Aunque algunas personas construyen una imagen pública, no siempre es así, existen personas que saben relacionarse sin bloqueos. ¡Sí, se puede! Es posible una comunicación abierta y profunda que hace más felices a las personas y que los hace capaces de vínculos más sólidos, pero no es algo automático. No por el hecho de vivir juntas las personas van a conocerse mejor.

Construir la confianza y relaciones auténticas requiere conocerse a sí mismo y priorizar al otro, escucharle realmente, distinguir entre sus sentimientos y sus palabras. No hay recetas ni técnicas mágicas, sino que el camino es la determinación de abrirse, de no vivir desde el miedo y la soledad, sino desde el amor. ¿Cómo hacerlo?

¿Cómo salir del aislamiento?

El Cardenal Martini enseñaba que hay dos pasos para salir del aislamiento y la incomunicación: Explicarse a sí mismo y tomar distancia. 

Explicarse es tomar la decisión de salir, de darse a conocer, de abrirse al otro y decirse a uno mismo. Es todo un arte aprender a manifestarse, a expresarse, a entrar en diálogo con los demás. Aprender a explicarse a uno mismo es un camino de crecimiento y madurez.

Pero también es importante tomar distancia de lo que me sucede, preguntándome por el contexto de mi situación, encuadrar lo que sucede en la globalidad de mi vida. Para ver con claridad es preciso tomar distancia de nuestras dificultades y cansancios, de nuestros defectos y miedos. Ser capaces de decir: “seguramente son muchas cosas las que influyen en mi estado de ánimo”, o “tal vez lo que me sucede es solo cansancio”. Tomar distancia nos ayuda a caer en la cuenta de que tal vez no sea tan dramático lo que nos toca vivir y podemos avanzar contextualizando lo que vivimos.

Conocerse a uno mismo no es una tarea que se alcance definitivamente, pero es un camino de crecimiento y madurez.

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